Pollo por pescado

Yoani Sánchez

13 de julio 2009 - 18:48

El sábado en la mañana, me enteré que había llegado el pollo al mercado racionado y fui a la carnicería, donde habitualmente se venden los huevos y el picadillo de soya. Sin embargo, no había allí ningún cliente. El empleado, con el mutismo de moda entre quienes atienden al público, me señaló con el dedo a un centenar de personas que hacían una cola frente a la pescadería.

Hace ya tiempo que hay escasez de productos del mar y las fuentes naturales para obtener fósforo están más perdidas que el arca en los filmes de Indiana Jones. De ahí que en la cuadrícula donde deberían marcar la cuota de jurel o merluza, ahora anotan una porción ínfima de muslo y contra muslo de pollo. Me pasé un par de horas de espera, y finalmente entré a ese lugar donde ya no queda nada del olor de las costas de África, que era donde la flota pesquera cubana capturaba los peces, allá… en los idealizados tiempos del socialismo real.

La vendedora  estaba parada sobre una alfombra de cartones, donde se podía leer -con toda claridad- la procedencia de la mercancía: “Made in USA”. Un anciano de lengua maliciosa no dejó escapar el detalle y comentó: “Esos pollos americanos sí que están bien alimentados”. La señora tomó nuestra libreta de racionamiento donde se precisa que somos tres personas, echó sobre la pesa 33 onzas -no incluía pechuga- y me dijo que el precio era un peso cincuenta centavos. ¿Cuándo viene el pescado?  -indagué- pero ella no me respondió con palabras, sino señalando con su índice hacia el cielo.

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