Se acercan las elecciones del 24 de febrero y en las calles de mi ciudad poca gente se pregunta quién será nuestro próximo Presidente. No obstante he decidido hacer el ejercicio –inútil- de apuntar cómo desearía que fuera la persona que nos va a representar:
- - No quiero un militar para estar al frente del país (ya saben que le tengo alergia al verde olivo). Prefiero a los civiles que no hablan de cañones, pero conocen mis angustias y mis dificultades cotidianas.
- No deseo otro líder “carismático” (eso sólo sirve para quedar bien en las fotos o convertirse en ídolo); sino un modesto administrador que cuide los recursos del país y no crea que nos “dirige” sino que sepa que debe “servirnos”.
- Me gustaría alguien que al terminar su período de mandato le ceda la silla al próximo que será electo; o que podamos levantarlo nosotros mismos en caso de que deje de representarnos.
- Sueño con (y aquí se me sale el feminismo) una pragmática ama de casa, que desde allá arriba esté preocupada por lo que ponemos en nuestras cazuelas y dedicada a reconciliar a sus “pendencieros” hijos.
- Espero no contar con otro orador de competencia, sino con un raro espécimen de político que sepa escucharnos.
- No estoy esperando por un padre –omnipresente y omnipotente- sino por un Presidente, del que pueda quejarme –libremente- en público.
Comentarios 750
Para comentar, por favor Inicie sesión o regístrese