Y llegó el día...

no faltan los que ven en la llegada de internet una manera de distraer la atención de los graves problemas que atraviesa el país. (14ymedio)
No faltan los que ven en la llegada de internet una manera de distraer la atención de los graves problemas que atraviesa el país. (14ymedio)
Yoani Sánchez

07 de diciembre 2018 - 17:52

La Habana/Para el pesimismo siempre hay espacio, porque se cuela por todos lados. Tras seis décadas de promesas incumplidas, muchos cubanos han recibido con escepticismo la llegada de la navegación web a los teléfonos móviles y, en parte, tienen razón tras tantos años de demora por culpa de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa). Es normal que se haya "enfriado" el entusiasmo.

Otro "jarro de agua fría" contra la alegría son los elevados precios que el monopolio estatal de comunicaciones ha impuesto a los paquetes de datos que desde este jueves han comenzado a comercializarse para los clientes de la red celular. Pagar entre el 25% y el 100% del salario medio por planes que cubren entre 600 megabytes y 4 gigabytes es demasiado.

Por otro lado, no faltan los que ven en la llegada de internet una manera de distraer la atención de los graves problemas que ahora mismo atraviesa el país, con una economía en bancarrota, un sector privado molesto por las medidas reguladoras que entran en vigor este 7 de diciembre y unas autoridades que no atinan a detallar un proyecto de futuro, como no sea a través de los rígidos artículos de una Constitución que han cocinado por "allá arriba".

Aunque todos los pesimistas y escépticos tienen buena parte de razón, sería mucho más poderoso y efectivo valorar el potencial que se abre ante nosotros como ciudadanos

Sin embargo, aunque todos los pesimistas y escépticos tienen buena parte de razón para mostrarse cautelosos con esa nueva forma de conectividad, sería mucho más poderoso y efectivo valorar el potencial que se abre ante nosotros como ciudadanos. No es esta una migaja que nos han lanzado, sino la victoria de una demanda largamente anhelada y bien "sudada".

Hace más de una década, cuando inauguré mi blog Generación Y, a los que usábamos los pocos cibercafés que había en la Isla, habíamos abierto las primeras bitácoras digitales y nos atrevimos a crear cuentas en Twitter, se nos etiquetó inmediatamente como "cibermercenarios". Eran los tiempos en que la web era mostrada en la prensa oficial como una herramienta creada por la CIA y un desfasado militar llamaba a "domesticar el potro salvaje de la internet".

En el otro lado, desde la oposición, los blogueros también éramos vistos como "muchachos" que la teníamos fácil porque escribíamos sobre un teclado e íbamos a cambiar la Isla tuit a tuit, ilusos con un teléfono en la mano soñando que podíamos parar el golpe de un represor o poner a la Plaza de la Revolución en jaque. No faltaron los que nos etiquetaron como “agentes de la Seguridad de Estado” solo porque nos “dejaban” escribir en la web.

El tiempo ha pasado y hemos ganado. Ahora, sin mediar autocrítica ninguna, la mayoría de los ministros tienen cuenta en Twitter, el mandatario Miguel Díaz-Canel llena de consignas cada día su timeline en la red del pájaro azul y Etecsa, brazo tecnológico de la represión, ha tenido que abrir el servicio de navegación móvil después de varios sonados fracasos y un aguacero de quejas de sus clientes.

Todos los disidentes que conozco tienen teléfono celular, las cuentas de YouTube se han vuelto un camino efectivo para reportar las violaciones de derechos humanos y en el país han surgidos numerosos medios independientes con calidad y rigor periodístico que obligan a la prensa oficial a reportar desde un asalto armado en una escuela hasta los estragos del dengue. Los escépticos de antaño terminaron por sumarse a las nuevas tecnologías.

Ahora, aunque muy probablemente parte de lo que recaudará la ineficiente Etecsa con el servicio de navegación servirá para comprar uniformes a la policía y para alimentar a los oficiales que planean la vigilancia a la oposición y a los activistas, también ganaremos. De eso no hay duda. Porque el paso que han dado este diciembre tendrá un costo mucho mayor para ellos que todos los dólares que puedan embolsarse.

Se exponen a que en cada esquina de Cuba, en cada pueblo, haya alguien con un teléfono conectado a la web y el dedo listo para reportar una injusticia

Se exponen a que en cada esquina de Cuba, en cada pueblo, haya alguien con un teléfono conectado a la web y el dedo listo para reportar una injusticia, denunciar a un funcionario corrupto, mostrar esa realidad que difiere tanto de la que cuentan los medios oficiales. Gente que podrá tener acceso a otro tipo de información, más allá de las aburridas planas de Granma.

Puedo imaginar que, en poco tiempo, una parte de las comunicaciones entre cubanos estarán viajando encriptadas por internet, los foros de chats serán esas salas de debate que nos faltan en el mundo físico y la Seguridad del Estado se verá obligada a desarrollar nuevas técnicas de vigilancia, nuevos métodos para seguirle la pista a millones de cubanos en el ciberespacio.

La economía privada también se beneficiará. Negocios, compras online, entregas a domicilio se potenciarán con este nuevo servicio y aunque, no logren rescatar al país de la profunda crisis en que se encuentra, probablemente aliviarán la vida de miles de familias. El conocimiento, la formación a distancia y la participación en foros también llegará de forma cotidiana a nuestras vidas, poco a poco.

El proceso será largo, pero ha comenzado un camino y depende de nosotros si lo queremos ver como una trampa o si comenzamos a recorrerlo con el ánimo de sacarle provecho para que nos acerque a la libertad.

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