Localizan en el cerebro la clave para combatir la obesidad y otros trastornos

Las mujeres obesas tienen un mayor riesgo de cáncer de mama después de la menopausia y peor evolución de la enfermedad a cualquier edad. (Tony Alter/Flickr)
Las mujeres obesas tienen un mayor riesgo de cáncer de mama después de la menopausia y peor evolución de la enfermedad a cualquier edad. (Tony Alter/Flickr)

02 de junio 2016 - 09:58

Washington/(EFE).- Científicos de EE UU han localizado la clave para combatir los trastornos alimenticios, como la obesidad, en un receptor en el cerebro humano, según un estudio publicado este miércoles por la revista especializada Science Translational Medicine.

Al localizar el lugar exacto del cerebro que desencadena los desórdenes alimenticios, los investigadores de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai (Nueva York) abren una nueva puerta para el tratamiento de los transtornos. El aumento y la pérdida de peso en el cuerpo humano es consecuencia de un mecanismo en cadena.

El hipotálamo, la parte del cerebro que controla el apetito y la masa corporal, se ve afectado por una pequeña molécula que activa ciertos receptores que desencadenan la sensación de hambre.

Una vez comprendieron este mecanismo, los expertos se dedicaron a buscar el compuesto farmacéutico adecuado para estimular esa parte del hipotálamo.

El mayor avance de este estudio es que señala la parte del hipotálamo al que los compuestos químicos farmacéuticos deben dirigirse

Tras probar con más de 10.000 compuestos químicos, los científicos encontraron un fármaco que efectivamente generó apetito en unos ratones, que comieron en grandes cantidades y aumentaron su masa corporal.

Los investigadores de Nueva York confían en que se pueda activar esta misma molécula en el cerebro humano mediante el suministro de los fármacos adecuados y así combatir no solo la obesidad, sino también la anorexia y la bulimia.

El mayor avance de este estudio es que señala la parte del hipotálamo al que los compuestos químicos farmacéuticos deben dirigirse.

Este descubrimiento abre una nueva línea de investigación para el tratamiento de transtornos alimenticios tan comunes como la obesidad, que afecta a más de 600 millones de adultos y a más de 42 millones de niños menores de cinco años, según los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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