100 y Boyeros, la “obra invencible” del comercio informal que no se detiene nunca

La Habana

Objetos de cualquier tipo se arraciman en el interior de la 'candonga' para quien pueda pagarlos

El mercado tiene sus propias reglas no escritas, que conocen tanto clientes como negociantes.
El mercado tiene sus propias reglas no escritas, que conocen tanto clientes como negociantes. / 14ymedio
José Lassa/Juan Izquierdo

03 de mayo 2025 - 12:51

La Habana/El impresionante mercado bajo el puente de 100 y Boyeros sigue siendo uno de los puntos de La Habana donde puede encontrarse casi cualquier cosa. Este sábado, la feria bullía de gente en busca de productos cada vez más difíciles de conseguir en la capital, y al pasar bajo el cartel de “bienvenidos” todos saben que están a punto de penetrar en un territorio con reglas propias. 

Objetos de cualquier tipo se arraciman en el interior de la candonga. Hay ristras de ajo pero también de gorras, pulóveres del Barça junto a rellenadores de fosforera, pobres con ínfulas de negociantes y negociantes con ínfulas de macetas

El hastío y el vapor –31 grados azotan el pavimento, las casetas y las carreteras– marcan el ritmo del lugar. Todo es vibrante pero “con calma”, es decir, con extrema lentitud. Detrás de cada pago puede haber una trampa, un billete falso o una conversión monetaria mal calculada. En 100 y Boyeros no hay que confiar ni en la sombra, que además es poca.

A algunos transeúntes los derrota el calor y no temen acostarse junto a los carros.
A algunos transeúntes los derrota el calor y no temen acostarse junto a los carros. / 14ymedio

“Compro anillos, sortijas, cadenas… ¡se compra el oro y se paga bien”, promete una voz que se mueve rápidamente de un lado a otro de la feria. Se vende cualquier cantidad de zapatos de marca –casi siempre falsos– que llegan a costar 8.000 pesos. “¡Compro dólares y euros!”, “¡La plata! ¡La plata!”, “¡Vendo ajo, vendo ajo!”: las ofertas no cesan en un ambiente de “timba dura, de verdad”, como afirma un sonriente cantante en un afiche. 

Una "microciudad" comercial se ha formado en 100 y Boyeros, aprovechando cada rincón bajo las autopistas.
Una "microciudad" comercial se ha formado en 100 y Boyeros, aprovechando cada rincón bajo las autopistas. / 14ymedio

Billete en mano, un recio vendedor custodia un depósito que alguna vez fue de cerveza atestado de medicamentos. Dipirona, alprazolam, ibuprofeno, ketotifeno, salbutamol… la caja de los remedios milagrosos parece no tener fondo y exige un bolsillo igual de amplio al comprador. 

Productos de toda clase conviven bajo el techo de la candonga.
Productos de toda clase conviven bajo el techo de la candonga. / 14ymedio

El calor derrota a algunos. Se ve a varios paseantes caer sobre un contén, con la mochila de almohada y los carros pasando a su alrededor. Es una tregua breve, no para dormir sino para recuperar fuerzas o reponerse de un batacazo de alcohol o de químico, la anestesia de moda en La Habana. 

Desde la autopista se le toma el pulso al trasiego de la venduta bajo la carretera.
Desde la autopista se le toma el pulso al trasiego de la venduta bajo la carretera. / 14ymedio

Si se observa la candonga desde la autopista se le puede tomar el pulso al trasiego bajo las planchas de aluminio remendado que hacen de techo a las casetas. Todo ocurre bajo la sombra de la autopista y el primer mandamiento de la zona es una consigna comunista choteada por los vendedores: “Si cada cual hace lo que le toca, ¡la obra es invencible!”. 

También te puede interesar

Lo último

stats