Caminar por La Habana con la mirada hacia arriba para esquivar los derrumbes

El Edificio Reina, en el 109 de la calle del mismo nombre, otro peligro para residentes y transeúntes

Las grietas en dos de los balcones del Edificio Reina parecen ahondarse con el paso de los días y la humedad que han dejado los aguaceros de esta semana. (14ymedio)
Las grietas en dos de los balcones del Edificio Reina parecen ahondarse con el paso de los días y la humedad que han dejado los aguaceros de esta semana. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

07 de junio 2022 - 21:13

La Habana/Llamado originalmente Edificio Reina, por la calle en que se encuentra, y rebautizado con el nombre de Almacenes Ultra por el amplio comercio que se ubica en su planta baja, el inmueble que lleva el número 109 de la céntrica avenida se ha convertido en un peligro para moradores y transeúntes. Si dentro falta el suministro de agua y abundan las filtraciones en los techos, afuera la amenaza la aportan los balcones resquebrajados que dan a una de las zonas más transitadas de La Habana.

"Yo ni miraba para arriba, pero después de los derrumbes de los últimos días por las lluvias me he puesto para fijarme y esto es un peligro", detallaba este lunes en la mañana una mujer que esperaba en la fila del ómnibus en el parque El Curita, a pocos metros de la que una vez fue una de las tiendas más famosas y visitadas de la capital cubana. El motivo de sus palabras es el balcón que da sobre la entrada de los Almacenes Ultra rajado tras el paso de los años sin mantenimiento.

La construcción, que una vez fue la envidia de todos los que pasaban frente a su fachada art déco, lleva años sumida en el desastre. En mayo de 2022 un incendio se desató en un apartamento del tercer piso y afectó a varias viviendas colindantes, pero eso fue apenas un peldaño más en la bajada hacia los abismos del deterioro que ha experimentado por décadas el edificio. El problema del escaso y esporádico suministro de agua parece ser lo que más desespera en el día a día a sus moradores.

El hollín que ha ido cayendo por años sobre la fachada le da un aspecto mustio a toda la construcción, que todavía en algunas partes conserva rastros de la pintura que una vez recubrió sus muros

"La gente cree que si uno vive arriba de una tienda lo tiene todo resuelto, pero esto es un desastre", sentencia Humberto, residente en el lugar hasta hace unos meses cuando decidió mudarse con su hija a otro barrio más alejado del centro. "Sí, en Reina 109 estaba a unos minutos del Parque Central y a un saltico del Malecón, pero qué es todo eso si cuando me levantaba no tenía agua ni para lavarme la cara. Muy lindo por fuera pero una pesadilla por dentro", detalla a este diario.

El hollín que ha ido cayendo por años sobre la fachada le da un aspecto mustio a toda la construcción, que todavía en algunas partes conserva rastros de la pintura que una vez recubrió sus muros. Las grietas en dos de sus balcones parecen ahondarse con el paso de los días y la humedad que han dejado los aguaceros de esta semana. Debajo pasa una estudiante con su uniforme rumbo a una cercana escuela, una anciana con una bolsa colgada del brazo y un joven con audífonos que mueve la mano al ritmo de la música que escucha.

Todos son ajenos a que unos metros más arriba se incuba una tragedia. La misma que desde la cola del ómnibus algunos ya han divisado, porque el ángulo en el que están les permite ver la aterradora perspectiva. "Así es como pasan las desgracias", sentencia una mujer. Lo dice a unos metros del lugar donde hace un mes explotó el hotel Saratoga, también muy cerca de un derrumbe en una vivienda al fondo de la tienda Fin de Siglo, que dejó sin techo a varias familias, y a un suspiro de distancia del desplome de un balcón en la calle San Miguel.

Una secuencia de desprendimientos de fachadas y techos ha redoblado la atención de los habaneros cuando transitan por las calles. Unos optan por mirar más hacia arriba para esquivar los mayores peligros, otros caminan por las calles evitando las aceras y los portales, jugándose la vida con los vehículos. Una parte considerable reduce sus salidas fuera de casa, pero en la vivienda propia también puede estar el peligro. Como en el edificio de los Almacenes Ultra.

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