Cándido Camero, ‘manos de fuego’ se retira de los escenarios a los 95 años

El percusionista cubano Cándido Camero, en un homenaje. (Archivo EFE)
El percusionista cubano Cándido Camero, en un homenaje. (Archivo EFE)

22 de noviembre 2016 - 18:17

Nueva York/(EFE).- Con 95 años de edad y ocho décadas de carrera exitosa, el percusionista cubano Cándido Camero se ha despedido de forma “oficial” de los escenarios, pero aseguró que “seguiré tocando mis tres congas hasta que Dios diga hasta aquí, porque es mi gran pasión”.

Una pasión que le ha llevado alrededor del mundo con figuras de diversos géneros musicales que como él, han hecho historia en la música: Charlie Parker, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Tito Puente, La Lupe, Celia Cruz, Duke Ellington, su gran amigo Tony Bennett, Dinah Washington, Gloria Estefan o Billie Holiday, son sólo algunas de esas estrellas cuyos nombres y fechas recuerda con mucha precisión pese a su edad.

De Holiday recuerda que era “muy humilde, muy sociable, respetuosa, todo el mundo la quería” y lamenta que no haya podido terminar su carrera “como debía haber sido”.

Considerado el padre de la percusión moderna que introdujo el uso de las tres congas o tumbadoras, que llevó al jazz, atesora esas ocho décadas en las que compartió con diversas estrellas, momentos que ha recopilado en un álbum de fotos que mostró a Efe, en las que está con figuras como Billie Holiday, el director de orquesta Xavier Cugat, Elvis Presley o los actores John Wayne y Marlon Brando, entre otros.

Pero que lo que guarda con más cariño son los recuerdos de sus inicios en Cuba. “Nací un viernes 22 de abril de 1921 en La Habana, Cuba, en el Barrio El Cerro”, dijo para agregar que “tenía cuatro años y quería ser músico”.

“Mi padre me preguntó qué instrumento quería tocar y le dije que el bongó. Me dijo que no tenía dinero para comprármelos, que me los haría. Cogió dos latas de leche vacía y le puso cuero” y así tuvo su primer instrumento de percusión, cuyo tío le enseñó a tocar, indicó.

Camero, un hombre alto, sencillo, de sonrisa fácil, siempre elegante y manos suaves, pese a sus años dedicado a la percusión, también aprendió con su padre a tocar el tres y de su abuelo el bajo, instrumento con el que debutó profesionalmente a los catorce años

“Cuando venía de la escuela me ponía a tocar en la mesa y mi mamá me decía ‘te van a doler las manos, eso es madera, no cuero' pero mi abuelo le decía ‘déjalo, que algún día será famoso' y tenía razón”, recordó.

Camero, un hombre alto, sencillo, de sonrisa fácil, siempre elegante y manos suaves, pese a sus años dedicado a la percusión, también aprendió con su padre a tocar el tres y de su abuelo el bajo, instrumento con el que debutó profesionalmente a los catorce años.

“Mi padre sólo me dejaba poner pantalones largos los fines de semana (para las presentaciones). El resto de la semana tenía que ser cortos porque él decía que no tenía 21 años todavía”, dice entre risas al recordar ese momento. Las congas las comenzó a tocar en la década del 40 con orquestas de jazz en su país.

El 4 de julio de 1946 marcó su llegada a Nueva York, para acompañar la presentación de los bailarines Carmen y Rolando en el Club Habana Madrid, “donde las estrellas del show eran Dean Martin y Jerry Lewis”, destaca.

Poco después comenzó a tocar con el pianista Billy Taylor, con el primero que grabó un disco, y otros músicos del jazz.

“La idea de las tres congas me surgió de la orquesta sinfónica porque siempre me fijaba en el timpanista (timbal) que tocaba tres timpani. Desde entonces hasta ahora me ha dado resultado y me gusta porque nadie espera oír melodías en tres congas”, afirma.

“La conga está supuesto a ser un instrumento rítmico acompañante pero no solista”, dijo el recipiente en 2009 del Jazz Master Award que concede la National Endowment for the Arts y a quien la Academia Latina de la Grabación también rindió tributo ese año.

Asegura estar orgulloso de las nuevas generaciones de percusionistas “porque la tradición de las tres congas continúa”.

Como muchos otros cubanos que se establecieron en Nueva York vivió el encuentro de la música afrocubana y el jazz y de la amistad entre músicos de ambos países, que siempre estuvieron abiertos a aprender nuevas formas y estilos.

“Dizzy Gillespie, Duke Ellington, Charlie Parker, Lionel Hampton, Randy Weston, Billy Taylor, Machito y sus Afrocuban, la de Chico O'Farrill, o Marco Rizo…siempre hubo intercambio, respeto y admiración mutua y eso me ha gustado mucho”, afirmó y atribuye el éxito de la música cubana a que “es contagiosa, es para oír y bailar”.

El productor y amigo de Camero, Iván Acosta, destacó su gran legado. “Ha tenido influencia en el jazz americano, ha grabado más de 600 discos. Hoy en día es normal ver la percusión afrocubana en cualquier orquesta de jazz, grande o pequeña”.

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