Construir su casa en Cuba es una carrera plagada de obstáculos

Falta de materiales, de dinero para costearlos o de vigilancia frente al robo son el día a día de estos constructores privados

Después de décadas de estrictos controles sobre el sector, en la última década se han flexibilizado los permisos para quienes desean poner en marcha estas obras. (14ymedio)
Después de décadas de estrictos controles sobre el sector, en la última década se han flexibilizado los permisos para quienes desean poner en marcha estas obras. (14ymedio)
Pedro Acosta

21 de enero 2021 - 14:53

La Habana/Hace cinco años que Edelmira Rodríguez colocó el primer ladrillo de su casa. Fue el inicio de un sueño, el de construir su vivienda con esfuerzo propio, que a ratos se vuelve pesadilla. El desabastecimiento y la falta de liquidez han provocado que, a día de hoy, ni siquiera haya podido levantar el techo.

Rodríguez, empleada del Ministerio de Trabajo y residente en La Habana, se entusiasmó con el impulso que hace unos años dieron las autoridades a la construcción de viviendas por parte de los propios interesados. Después de décadas de estrictos controles sobre el sector, en la última década se han flexibilizado los permisos para quienes desean poner en marcha estas obras.

Ante la falta de recursos del Estado, más de la mitad de las viviendas construidas en Cuba, entre enero y octubre de 2020, fueron las hechas por particulares, según el ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña. En ese período en las Isla se terminaron 40.215 casas, de las que 23.429 fueron levantadas de forma privada, más del 58%.

En ese período en las Isla se terminaron 40.215 casas, de las que 23.429 fueron levantadas de forma privada, más del 58%

Pero detrás de esos números hay miles de historias de dificultades y momentos de desesperanza como los que vive actualmente Edelmira Rodríguez. "El terreno que me dieron es de solo siete metros de largo por seis de ancho y eso me obliga a construir una vivienda de dos plantas", explica a 14ymedio.

Una construcción de más de un piso obliga a las estructuras inferiores capacidad para poder soportar el peso de la segunda planta. Todo eso se traduce en contar con mayores cantidades de acero, cemento y otros materiales, pero estos recursos no siempre están disponibles ni tienen la calidad requerida.

"Comencé hace cinco años y aún no he podido ni tirar la placa del primer piso. Desde antes de empezar la pandemia ya los materiales estaban perdidos, y el precio del cemento por la izquierda, es prohibitivo. De las cabillas para qué vamos a hablar", lamenta Rodríguez.

Esa escasez también propicia el robo de materiales de construcción. Evitar perder los áridos y ladrillos se convierte en una pesadilla que, muchas veces, obliga a las familias a acampar permanentemente en el lugar de la construcción.

"No solo tienes que estar monitoreando si sacan cemento o no en el rastro, sino estar con los ojos abiertos para que no te roben en una noche lo que te ha costado meses conseguir", apunta un joven que repara su vivienda en la Calzada del Cerro. En el portal de la casa, cuyo techo se desplomó hace unos años, se amontonan los sacos de arena y polvo de piedra.

"Mi padre vigila por la noche y yo por el día, porque no podemos perder ni un poco de este material. Aquí en este barrio hay mucha gente que está tratando de reparar o de levantar su casita, pero el cemento solo se consigue en las tiendas en divisas", explica el joven. "Más que por esfuerzo propio, esto es por agobio propio, porque nada está garantizado".

Los improvisados constructores se quejan de que los bancos dan créditos muy bajos, que oscilan entre 20.000 y 80.000 pesos, pero actualmente en el mercado informal el saco de cemento supera los 500

Los improvisados constructores se quejan de que los bancos dan créditos muy bajos, que oscilan entre 20.000 y 80.000 pesos, pero actualmente en el mercado informal el saco de cemento supera los 500.

Este material se ha convertido en los últimos años en un escaso "oro gris" que buscan con ansiedad todos los que quieren reparar una cocina, modernizar un baño o retocar una fachada. Desde hace dos años, el producto apenas aparece en las tiendas en pesos y está racionado en los rastros estatales para los damnificados de desastres naturales.

La escasez del producto se agravó con el paso de un tornado por La Habana en enero de 2019. Con miles de casas afectadas, el Estado garantizó una bonificación del 50% en el costo de los materiales de construcción para las personas con viviendas dañadas por el desastre en los barrios de Luyanó, Regla, Guanabacoa y Santos Suárez.

La unificación monetaria y la subida de muchos precios de productos y servicios desde el pasado 1 de enero, la situación ha empeorado para los que sueñan con terminar su propia vivienda. Algunos, como Tomasa Correa y su esposo, han tenido que empezar a habitar la vivienda mientras siguen esperando poder comprar lo que les resta para concluir.

"Falta por poner los cristales de las ventanas y puertas del frente en ambos pisos", cuenta Correa. "Salud Pública nos dio el visto bueno y desde hace unos meses estamos viviendo en la casa pero el problema mayor lo tenemos con el dinero que debemos", reconoce. Las deudas se han ido acumulando hasta superar los 60.000 pesos y ahora la pareja no sabe cómo hacer para devolver esa suma.

"Tenemos un puesto de venta de viandas, vegetales y frutas que está en un lugar privilegiado y por allí pasaban al día más de doscientas personas. Además, anexo al puesto, vendíamos refrescos, jugos y condimentos, pero desde hace meses las ventas han caído en picada por falta de productos", detalla Correa.

No obstante, Correa se siente con suerte de haber podido terminar su vivienda, en un país que en un país que necesita en torno a un millón de viviendas. Otros apenas han avanzado más allá de los cimientos o de algunos muros de la que será su futura casa. Como es el caso de Gerardo Mena, quien lleva junto a su familia 15 años en un albergue para damnificados tras el derrumbe de su edificio.

"Económicamente no nos va mal, pero en Cuba no basta con tener dinero para resolver las cosas. Hace tres años compré al Estado un terreno en Mónaco y empecé a levantar la casa para la familia"

"En estas condiciones mi esposa y yo tuvimos dos hijas porque pasaba el tiempo y no podíamos seguir esperando por una vivienda para ser padres", comenta a 14ymedio Mena. "Económicamente no nos va mal, pero en Cuba no basta con tener dinero para resolver las cosas. Hace tres años compré al Estado un terreno en Mónaco y empecé a levantar la casa para la familia".

Un hermano emigrado lo ayuda con parte de los recursos que necesita para la compra de materiales pero ni siquiera su solvencia se ha materializado en un avance constructivo. "En estos tres años no he podido ir más allá de levantar las paredes y tirar los arquitrabes de la primera planta", lamenta Mena.

Pero incluso esos muros todavía sin repellar son una ilusión inalcanzable para Eduardo Portales, una habanero que lleva largo tiempo tratando de comprar al Estado un terreno que está ubicado en la calle Vento. Hace unos cuatro años en el lugar funcionaba una pequeña tienda que ofrecía sus productos en un contenedor. Ahora, la caja metálica se pudre a la intemperie mientras los funcionarios del Instituto de Planificación Física y los de Tiendas Caribe se lanzan la pelota con la responsabilidad de retirarla del lugar.

Hasta que el contenedor no sea retirado, no puede concretarse el trámite de compra del terreno. Pero cuando finalmente el solar quede liberado, a Portales le quedará todavía por delante el largo y tortuoso camino de empezar a construir con esfuerzo propio.

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