Sin pollo, con largas colas y vigilancia policial, empieza la venta de alimentos en divisas en Cuba

En las provincias el surtido de estas tiendas ha sido más pobre que en La Habana, un motivo de decepción para muchos clientes

En la ciudad de Sancti Spíritus, la cola para entrar a la tienda Zona+ comenzó a formarse antes del amanecer. (14ymedio)
En la ciudad de Sancti Spíritus, la cola para entrar a la tienda Zona+ comenzó a formarse antes del amanecer. (14ymedio)
14ymedio

20 de julio 2020 - 19:05

La Habana/Sancti Spíritus/Desde antes del amanecer, este lunes, se repitieron las mismas escenas a lo largo de la Isla delante de las nuevas tiendas en divisas: colas antes de la apertura prevista a las nueve, mucha vigilancia policial y, finalmente, ni una sola pieza de pollo, el producto más deseado. Así lo constataron los reporteros de 14ymedio en varios comercios de La Habana y de provincias.

Las primeras luces del día apenas empezaban a delinear los contornos en un área de parque cercana al mercado de Boyeros y Camagüey en La Habana, uno de los locales elegidos para ofertar este 20 de julio alimentos, electrodomésticos y productos de aseo en "monedas libremente convertibles" (MLC) a través de tarjetas magnéticas.

Antes de las siete de la mañana ya se acumulaban más de dos centenares de ansiosos clientes, aunque en una fila dispersa y caótica donde la mayoría intentaba resguardarse del incipiente sol y de los muchos mosquitos que aprovechaban tantos cuerpos reunidos.

Poco después de esa hora, un empleado acompañado de un oficial de Policía con dos estrellas en la solapa se acercó al inicio de la fila y comenzó a repartir los primeros 100 turnos para entrar en la tienda. Las preguntas de los clientes eran tantas que la entrega de los tickets numerados se vio interrumpida varias veces por llamados al silencio y la tranquilidad por parte del uniformado que amenazaba con dejar de repartir si no había un poco de calma.

Poco después, un empleado que se presentó como "jefe de la unidad comercial", se dirigió junto al policía a la cola para explicar los detalles de la venta. Ya el sol picaba sobre las espaldas y se había sumado otro medio centenar de clientes que, al llegar, eran advertidos de que que no podían hacer fotos y solo se permitiría el paso de un grupo cuando saliera el anterior.

"Este centro comercial tiene dos modalidades: venta electrónica, además de alimentos y aseo", gritó el empleado para que toda la cola escuchara. "Eso quiere decir que, en aras de controlar la electrónica, los primeros diez de la cola deben entregar su carné de identidad para que aseguren sus electrodomésticos". Ante el asombro de los que aguardaban puntualizó "Que la tienda sea en MLC no quiere decir que no están limitadas las cosas".

Siguió una extensa explicación sobre los equipos racionados. "Los split están limitados a cuatro por persona, ahora mismo en la tienda solo contamos con ocho freezer, aunque próximamente en la semana entrará el resto". Pero el gran cubo de agua fría llegó cuando dijo: "No podemos vender pollo. Hasta que no estén abastecidas todas las tienda del país de pollo, no podemos". Un murmullo de inconformidad llegó de la multitud.

"Es la misma cola para todo", aclaró. "Hay freidoras, pero no refrigeradores, tenemos una tienda virtual, Almacén Habana y los artículos que ven en ese sitio digital son los que tenemos en existencia aquí":

Muy diferente era el panorama a esa hora a las afueras de la tienda Doble Nueve, del Boulevard habanero y dedicada a la venta de productos de aseo en MLC. Sin clientes por sus alrededores, la tranquilidad de la mañana solo era interrumpida por una nutrida presencia policial y las preguntas de algunos curiosos que pasaban. La posible razón para el contraste es la ubicación del comercio en el municipio de Centro Habana, donde reside una población de pocos ingresos.

La situación se repetía en la cercana la tienda La Arcada, en ese mismo Boulevard, donde antes de las nueve de la mañana los vecinos preferían seguir su rutina antes que detenerse en las vidrieras desde las que se divisaban estantes repletos de conservas, pastas y granos.

En Línea y 12, la céntrica esquina del Vedado, se notaba el poder adquisitivo de la barriada. Un centenar de personas esperaba para entrar a la tienda, de la que ya se sabía por los rumores que tenía en sus refrigeradores carne de res, picadillo de pavo y queso, además de champú, un producto que ha desaparecido de las tiendas en CUC y en CUp en las últimas semanas.

"No hay leche en polvo, solo evaporada de caja", advertía una atribulada clienta que se acercó para conversar con el primer comprador que salió de la tienda, con dos bolsas a medio llenar. "Me dijo que lo que hay es más o menos lo mismo que había hace unos años en las shoppings, ni más ni menos", dice la mujer.

"Vine buscando el paquete de pechuga de 33 CUC", comenta otra clienta que había marcado desde antes del amanecer y que renunció a la cola porque el producto que buscaba era justo el que no iba a venderse. "Las ofertas no eran lo que se esperaba, por lo que anunciaron parecía que iba a haber de todo y no es así", lamentaba otra.

El pollo congelado, normalmente importado de Estados Unidos o Brasil, se ha convertido en los últimos meses en una obsesión nacional y las colas para comprarlo, en cantidades estrictamente limitadas, llegaron a durar días. De ahí la expectativa de que vendieran este tipo de carne en estas tiendas supuestamente de "alta gama".

En otras provincias, el surtido parece más pobre que en la capital cubana. En la tienda Zona+ de la ciudad de Sancti Spíritus no había pollo, pero tampoco detergente y aceite. La gente decidió organizarse con vistas a los próximos días en espera de un mejor abastecimiento. "Vamos a organizar una lista para los que estén esperando nuevos productos", recomendó un cliente.

"Oye, Mercedes, esta es la misma mierda. No hay nada, lo que cambia es la moneda", gritó de un lado a otro de la fila una molesta espirituana que aseguró había marcado a las cuatro de la madrugada para, al final, "no entrar porque en esta tienda no hay nada de lo que la gente decía que iba a haber".

En el Boulevard de Sancti Spíritus, la tienda La Colonia, una antigua discoteca reconvertida en comercio de la cadena Cimex -la corporación de los militares cubanos- logró atraer desde temprano a decenas de curiosos. La cola está a cierta distancia de la entrada del local y a las inmediaciones solo se deja pasar a los clientes que ya tienen un turno. Cada vez que sale alguien con una bolsa y camina unos pasos, un avispero de curiosos le cae encima para hacerle preguntas.

"¿Hay detergente en polvo? ¿Hay pasta de diente? ¿Viste si tienen yogurt? ¿Cómo están los precios? ¿Sabes si tienen bastante picadillo o si sacaron solo un poquito?", las interrogantes llueven por todos lados. Una cliente de rostro serio y sin nada en las manos cruza la puerta pocos minutos después de haber entrado. "Hice esta cola por gusto", dice ante la mirada torva de los policías que seguían apostados por todo el Boulevard.

En cuanto a los precios aplicados en esas 72 nuevas tiendas a lo largo y ancho del país, los clientes se quejan de que son "más altos que la conversión de CUC a dólares" si se toma como referencia los importes de las mercancías en las tiendas en pesos convertibles. Pero, eso sí, "todo estaba muy limpio, el aire acondicionado a todo meter y los empleados de lo más amables", cuenta una clienta de la tienda de Boyeros y Camagüey.

"Me recuerda a cuando se abrieron en los 90 las tiendas en dólares que todo se veía muy bien pero después se fueron deteriorando poco a poco", agrega la misma señora. "No sé cuánto va a durar esto en estas condiciones, pero por si acaso como este es el país de los quince días, que todo empieza bien y medio mes después no funciona, yo vine hoy aunque me tuviera que mandar la cola".

Un envase de cristal con 1,8 kilo de espárragos blancos en conserva, de la marca española Aldaketa, cuesta un poco más de 68 dólares la unidad, prácticamente el doble del precio de ese producto en otros mercados fuera de la Isla.

Entre las marcas predominantes están las españolas Vima y Celorrio, en las conservas, y Kiriko en los productos de aseo y limpieza. También las pastas españolas Gallo y Romero o los frijoles de Luengo, envasados en España pero producidos en Ucrania.

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