Demuelen la fachada de otro edificio al borde del colapso en Centro Habana

La brigada advierte a los vecinos de que deberán seguir residiendo en el inmueble

Hacía tiempo que era evidente que el inmueble se sostenía a duras penas. (14ymedio)
Hacía tiempo que era evidente que el inmueble se sostenía a duras penas. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

14 de junio 2022 - 21:43

La Habana/El estoicismo parece un rasgo impreso en el carácter de los vecinos de Centro Habana. Cansados de vivir entre ruinas, apenas se alteran cuando un edificio está a punto de venirse abajo, como el que este martes estaba siendo desalojado en la calle San Lázaro, entre Gervasio y Escobar, justo antes de su demolición parcial.

Hacía tiempo que se había hecho evidente que el inmueble estaba sostenido casi con alfileres, pero ha sido esta mañana cuando, tras cortar la calle y sin señalizar la zona los "valientes" que aún quedaban en el edificio han comenzado a salir, lentamente, de lo que fueron sus hogares con unas pocas bolsas, las escasas pertenencias a las que creían que debían buscar un nuevo lugar.

A los residentes les había cogido por sorpresa el anuncio de que iban a proceder a tirar el inmueble y, sin más detalles, se aprestaron a recoger sus cosas. El asombro fue mayor cuando descubrieron que lo que en realidad se iba a demoler era solo la fachada y que, una vez finalizados los trabajos, debían regresar para vivir en la parte de atrás del edificio. Los seis apartamentos que componen la estructura son amplios y alargados, pero sus moradores deberán aislar, aunque solo sea por evitar ver las tristes ruinas, lo que una vez fue la cara visible de sus casas.

"Es una lástima, los cristales estos, que cuestan mucho dinero. Alguien debería pagarle a los de la grúa para que los quite", comentaba uno de los muchos curiosos que se arremolinaba en torno al edificio mientras la última persona en salir cerró la puerta antes de que comenzaran los trabajos.

En el balcón del inmueble contiguo, una vecina se asomaba para mirar, sin sobresalto, lo que ocurría. Ninguno de los edificios de alrededor tiene mejor salud que el que hoy iba a ser derruido, pero pocos parecen alarmados por vivir con la constante amenaza de que el techo caiga sobre su cabeza o de que su casa sea la siguiente que haya que tirar abajo. La simple caída de los cascotes del inmueble que hoy fue parcialmente derrumbado hacía temblar el piso, amenazando las débiles estructuras más próximas.

A pocos metros, en la cola de las salchichas, se oía una discusión. La vida seguía igual.

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