Fajas y camisas anchas para tapar la obesidad de los dirigentes cubanos

En Cuba tener un alto cargo lleva el "privilegio" de poder darse atracones de comida, mientras la mayor parte de la población lidia con las dificultades de encontrar algo que poner en el plato

Las referencias, apodos y críticas por tantas libras de más se escuchan constantemente en las calles de la Isla. (Consejo de la Administración Municipal de La Habana Vieja)
Las referencias, apodos y críticas por tantas libras de más se escuchan constantemente en las calles de la Isla. (Consejo de la Administración Municipal de La Habana Vieja)
Natalia López Moya

25 de junio 2022 - 18:08

La Habana/Un hombre con una barriga de 144 centímetros de circunferencia fue el ganador, el pasado jueves, de un concurso de gordos en celebración del Día del Padre en Nicaragua. El peculiar galardón ha llamado la atención de los cubanos, que en los últimos años han visto adelgazar a sus familiares por la crisis mientras la panza de los altos dirigentes crece cada día como lo muestran las imágenes publicadas en la prensa oficial.

Ricardo Páiz, de 60 años, es el orgulloso nicaragüense que arrasó en la competencia de barrigas en el concurso "Papá Panzón", pero si el certamen se realizara en la Isla es muy probable que sus primeros lugares recaigan sobre algún que otro cuadro del Partido Comunista, el administrador de una entidad estatal o los Gobernadores provinciales, buena parte de ellos con problemas de sobrepeso.

Aunque el exceso de kilogramos está asociado generalmente a una mala nutrición, en Cuba tener un alto cargo lleva el "privilegio" de poder darse atracones de comida, mientras la mayor parte de la población lidia con las dificultades de encontrar algo que poner en el plato. La tendencia al político atlético y deportivo parece no haber llegado a la Isla, donde el propio gobernante Miguel Díaz-Canel ha experimentado una notable subida de peso desde que llegó a la silla presidencial.

Ese volumen, que intentan muchas veces tapar con fajas que aprietan las barrigas pero se notan ante las cámaras, anchas camisas, chaquetas holgadas y filtrando el ángulo de las fotos oficiales, genera malestar entre los cubanos que ven en la obesidad de los dirigentes un claro indicador de la abundancia de sus mesas. Las referencias, apodos y críticas por tantas libras de más se escuchan constantemente en las calles de la Isla.

"Los cuellos gordos", "la primera barriga de la República", "los panzones", "los barrigones" y otros tantos sobrenombres se han sumado al glosario de la burla popular contra los ministros y cuadros partidistas. Eso, a pesar de que en Cuba existe una alta prevalencia de sobrepeso, con un 59 %, en tanto la obesidad alcanza ya un 25%, según datos de la FAO. Pero, la actual crisis podría estar llevándose parte de esos "salvavidas" alrededor del abdomen.

Entre 1990 y 1995, los años más difíciles del Período Especial, la población cubana perdió una media de 5,5 kilogramos de peso, según un estudio publicado en 2014 por el British Medical Journal. Los datos de la actual crisis son todavía desconocidos pero la mayoría de los entrevistados por este diario aseguran que tanto ellos como sus familiares ahora "están más flacos y comen menos" que hace cinco años.

Pero mientras las clavículas sobresalen en unos, las panzas crecen en otros. Manuel Marrero, el primer ministro cubano, muestra uno de los cuadros más evidentes de obesidad y sus intentos por esconder la barriga en público ya no sirven de nada. "Tuvo suerte de que quitaran la mascarilla obligatoria porque ya él iba a necesitar una sábana para taparse la cara", comenta María, una habanera de 65 años que ha perdido siete kilogramos en tres años.

La gobernadora de Camagüey, Yoseily Góngora López, es otro de los casos más extremos de sobrepeso entre los funcionarios cubanos. En agosto de 2022 el activista de la Unión Patriótica de Cuba, José Luis Acosta Cortellón fue detenido y acusado de amenazar en las redes sociales a Góngora por publicar un meme en el que aludía a su obesidad.

"Nada más que le dan un cargo importante a alguien sube de peso de inmediato", se queja Antonio, un jubilado de La Lisa que que aclara que "no es una cuestión de gordofobia ni de creer que toda persona con unas libras de más es un corrupto, pero es inmoral toda esa cantidad de peso que se ve en los dirigentes cuando salen en público".

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