Frustración de los clientes ante los precios del nuevo local privado en Carlos III

La tienda Fress, en pesos cubanos, tiene dos particularidades: altísimos precios y un encargado extranjero

La colorida decoración, la pulcritud de las mesas y los nutridos anaqueles de Fress llamaban la atención de los que pasaban por delante. (14ymedio)
La colorida decoración, la pulcritud de las mesas y los nutridos anaqueles de Fress llamaban la atención de los que pasaban por delante. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

22 de abril 2022 - 23:03

La Habana/Una nueva tienda en pesos cubanos abrió sus puertas este viernes en la Plaza de Carlos III, en Centro Habana. El negocio privado, de nombre Fress –que hasta ahora brindaba sus servicios a través de varios sitios de compras online para entregar a domicilio y con pago desde el extranjero– no solo ofrece productos de alimentación variados, sino un servicio de cafetería, para comer en el lugar. Además, tiene dos particularidades: altísimos precios y un encargado extranjero.

Fuentes del centro comercial confirmaron a este diario que el local estatal fue alquilado a un español, algo inusitado en Cuba para un establecimiento de este tipo. Él mismo daba la bienvenida cordialmente a sus primeros clientes este viernes.

Ya en las primeras horas de la mañana, una veintena de personas se congregaba a las puertas de Fress. La colorida decoración, la pulcritud de las mesas y los nutridos anaqueles llamaban la atención de los que pasaban por delante.

"La pizza está fría y los refrescos calientes, tú dime", se quejaba una muchacha levantándose de la mesa. "Y las papas y las croquetas tiesas"

Sin embargo, dos mujeres que aguardaban para entrar, comentaban en voz alta que los precios no eran tan atractivos. "Por ejemplo, una lata de leche condensada, que está en las tiendas estatales a 35 pesos, la venden a 250", decía una de ellas.

Con el paso de las horas, la fila comenzó a crecer, y los empleados del lugar tuvieron que establecer un orden de entrada.

"¿Esto es por la libreta?", le preguntó un señor mayor acercándose a la fila, a lo que le respondieron: "No, señor, si fuera el precio normal, habría una concentración de gente aquí".

Dentro, la decepción era directamente proporcional a la expectación levantada por la apertura de Fress, máxime teniendo en cuenta que casi todos los locales de la Plaza de Carlos III son, desde que reabrió luego de meses cerrada por la pandemia de covid, de venta en moneda libremente convertible, con excepción del mercado de alimentos con larguísimas colas.

"La pizza está fría y los refrescos calientes, tú dime", se quejaba una muchacha levantándose de la mesa. "Y las papas y las croquetas tiesas", puntualizó otro joven sentado a una mesa en el área de cafetería.

Ante los reclamos de un par de ancianas, que lamentaban que no hubiera trato diferenciado con los vulnerables, el jefe de salón les dijo que consumir ahí era "un lujo y no una necesidad".

Muchos de los curiosos no pasaban de asomarse a las vidrieras, desde donde podían verse una caja de papas Pringles a 350 pesos, Toblerone a 380, una caja de 24 latas de refrescos a 2.640 o un queso gouda, de un poco más de tres kilogramos, a 4.000 pesos.

"Es el mismo precio que la reventa de la calle", protestaba una habanera antes de pasar de largo.

Los revendedores son, precisamente y junto a los coleros, el objetivo de las autoridades desde que el Gobierno autorizó la venta en divisas primero de alimentos y productos de aseo y después, de otros artículos de primera necesidad, como ropa o calzado.

Sin ir más lejos, en un discurso hecho público hace unos días pero pronunciado el pasado 9 de abril, el mandatario Miguel Díaz-Canel denunció "algunos fenómenos que provocan que haya una determinada manera de distribución por canales que se desvían de los conceptos de justicia social que defiende nuestra construcción socialista".

En una primera visita, no parece que la justicia social esté entre los objetivos de Fress, que tampoco luce una construcción muy socialista. Luego de pasar más de media hora en la cola, un joven que logró entrar salió con las manos vacías: "Olvídense, esto es una tienda de revendedores autorizada por la dictadura".

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