Galiano y San Lázaro, otra esquina mortal en La Habana

Pero su orfandad de cara al mantenimiento no lo aleja de ser uno de los más transitados lugares de la ciudad

Como un Titanic herido de muerte, el inmueble en la esquina de Galiano y San Lázaro, en La Habana, se ha convertido en un peligro mortal. (14ymedio)
Como un Titanic herido de muerte, el inmueble en la esquina de Galiano y San Lázaro, en La Habana, se ha convertido en un peligro mortal. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

17 de mayo 2022 - 22:54

La Habana/La esquina de Galiano y San Lázaro se ha quedado fuera del "anillo mágico". Demasiado lejos de la Catedral de La Habana y de la Plaza de la Revolución, este punto de la capital cubana no ha recibido los beneficios de la restauración del casco histórico ni de los cuidados que se le dan al círculo alrededor del Consejo de Estado. Pero su orfandad de cara al mantenimiento no lo aleja de ser uno de los más transitados lugares de la ciudad

Cada jornada pasan por las cercanías de esa esquina miles de transeúntes y vehículos. Al menos tres rutas de taxis colectivos cruzan la intersección donde se erige un edificio a punto de desplomarse. Como un Titanic herido de muerte, no por un iceberg sino por las décadas sin reparar su interior y sin siquiera pintar su fachada, el inmueble se ha convertido en un peligro mortal para quienes lo habitan o pasan por sus cercanías.

Se trata de uno de los tantos peligros de una ciudad mortal donde los balcones cuarteados, los baches profundos y las tuberías de gas con salideros se cobran cada vez más vidas. Enfrente, justo en una diagonal, reluce el hotel Deauville con su fachada azul de amplios balcones que lo hace resaltar en el litoral habanero. Pero aunque los separan solo unos metros, hay un abismo de distancia entre ambas estructuras: mientras uno está pensado para que los turistas disfruten las bondades de un viaje al trópico, el otro es la trampa en la que viven varias familias.

La ropa asoma en las tendederas, hay una camiseta roja y una sábana azul que ni se mueven porque en esta jornada de martes apenas hay brisa en La Habana. El piso situado sobre la misma esquina parece una boca a la que se le han caído los dientes delanteros. La parte superior está en ese mágico equilibrio que sostiene a buena parte de la ciudad. Nadie sabe cómo continúa en pie, aunque la mayor parte de los que caminan apenas notan el peligro que pende sobre sus cabezas.

"Aquí hemos vivido varios derrumbes" cuenta a este diario un residente del lugar. Las familias se reacomodan y ubican otros espacios dentro del propio inmueble o se van a casa de un familiar, pero el resto de los vecinos se niega a salir del edificio. Se resisten a abandonar sus alojamientos porque "esto está malo pero no hay otra opción que un albergue" colectivo donde se puede llegar a vivir décadas en una ciudad marcada por el déficit habitacional. La otra posibilidad es reconstruir el inmueble, en el mismo sitio, pero eso es poco probable que pase.

A la esquina de Galiano y San Lázaro no le tocó la suerte de la restauración o del privilegio pero todos los ojos están sobre ella. Un derrumbe en ese lugar, que obligue a sacar definitivamente a sus moradores hacia otro lado, dejaría libre un suculento pedazo del pastel inmobiliario. Ahora es un peligro para los que pasan pero mañana puede ser el costoso terreno para que se alce otra torre López-Calleja, como los habaneros llaman al enorme hotel en construcción en el barrio de El Vedado.

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