Guanabo, el balneario turístico que se quedó sin tienda en divisas

Los más de 175.000 residentes de Habana del Este, junto a los visitantes, deben conformarse con los anaqueles vacíos de los mercados en pesos o ir hasta Tarará

Las tiendas en pesos en Guanabo, Habana del Este, están actualmente sin ninguna oferta que no sean botellas de agua o ron nacional. (14ymedio)
Las tiendas en pesos en Guanabo, Habana del Este, están actualmente sin ninguna oferta que no sean botellas de agua o ron nacional. (14ymedio)
14ymedio

23 de enero 2021 - 15:44

La Habana/En Guanabo hay tres letras que al pronunciarlas provocan caras largas y quejas. Desde hace meses, las siglas MLC, de moneda libremente convertible, surgen una y otra vez en las conversaciones de este balneario turístico al este de La Habana, donde los vecinos lamentan la falta de una tienda en divisas que alivie el desabastecimiento de los comercios en pesos.

"Nos olvidaron, en las tiendas solo hay agua y ron. Para comprar en divisas tenemos que ir hasta Tarará", a más de siete kilómetros por la Vía Blanca, explica a 14ymedio Niurka Pírez, una joven ingeniera sin empleo fijo que se ganaba la vida hasta hace poco dando clases de baile a extranjeros. Con la crisis, agudizada por la pandemia, ahora ayuda a su mamá a rentar una habitación con entrada independiente que tienen en la azotea de la casa.

"Nuestros clientes eran fundamentalmente extranjeros hasta que llegó el coronavirus", recuerda Pírez. "Gente que venía buscando un lugar limpio y privado para estar con un novio o una novia, pero eso ha tenido que cambiar con todo esto", reconoce. "Ahora, al primero que nos rente el cuarto se lo damos, aunque sea el cocodrilo del zoológico", apunta en son de broma.

Pero no bastan las sábanas limpias ni la actitud discreta de los anfitriones para atraer a los pocos clientes nacionales o extranjeros que por estos días de enero llegan hasta Guanabo

Pero no bastan las sábanas limpias ni la actitud discreta de los anfitriones para atraer a los pocos clientes nacionales o extranjeros que por estos días de enero llegan hasta Guanabo. "Nos preguntan si damos desayuno junto con el alojamiento y también si ofrecemos cenas a precios módicos, pero no podemos", advierte la joven emprendedora. "No es que no queramos, es que no tenemos los productos".

Los mercados que ofertan alimentos y productos de aseo en moneda extranjera han sido una fuente permanente de malestar popular desde su apertura a mediados del pasado año. Pero no todas las insatisfacciones se centran en las diferencias sociales que estos profundizan o en los elevados precios de sus mercancías. Hay quienes protestan por no tener uno de estos locales cerca.

Pírez se queja, como muchos otros residentes en Guanabo, de que las tiendas están desabastecidas y la única que recibe surtido de unos pocos congelados "tiene una cola desde la madrugada y solo dan unos pocos paquetes de cada cosa". Una alternativa sería comprar en las tiendas en divisas, algo mejor surtidas y sin grandes controles en cuanto a cantidades por cliente.

Sin embargo, en el municipio de Habana del Este donde está enclavado Guanabo, solo hay una de esas tiendas para comprar con moneda extranjera a partir de una tarjeta magnética. Los más de 175.000 residentes en esa extensa zona, junto a los visitantes que llegan atraídos por las playas, deben conformarse con los anaqueles vacíos de los mercados en pesos o ir hasta Tarará.

"Mi hijo va dos veces al mes a la tienda de MLC, tiene que llevar manga larga, un banquito, sombrilla y bastante crema para protegerse del sol porque la cola es larga y a la intemperie", comenta Juan Alberto, propietario de una casa de dos plantas muy próxima a la calle principal del poblado. "La última vez salió de aquí a las 4:30 de la madrugada y entró a comprar a las 5 de la tarde, regresó que parecía que había atravesado el desierto del Sahara", lamenta.

"No es que esa tienda sea la gran cosa, porque el día que fue iba buscando leche y queso y no había, pero al menos consiguió pastas, una buena salsa de tomate y le pudo comprar un turrón navideño a su mamá que estaba loca por comerse uno", rememora. "Pero no hay negocio de renta que pueda prosperar aquí con esa tienda tan lejos".

A diferencia de otras partes de Cuba, la queja más repetida en Guanabo no va en la dirección de las dificultades para encontrar la divisa. A pesar de que el turismo ha entrado a cuentagotas durante la actual temporada alta, se trata de una zona donde las posibilidades de toparse con don dólar son más altas. Incluso, ante las dudas provocadas por la unificación monetaria, muchos arrendatarios de habitaciones promueven el pago directamente en divisas.

"Bien, ya tengo los dólares en la mano porque tuve a una pareja de canadienses por una semana", afirma con satisfacción Yamilé, otra trabajadora por cuenta propia que ofrece una hermosa cabaña "a menos de cien metros de las olas". "Deposito los dólares en el banco y los tengo en la tarjeta para comprar el jabón, el detergente, la leche o la mantequilla que me hace falta para dar un buen servicio a los huéspedes", enumera.

"Pero, tengo que pagar un taxi desde el Parque de Guanabo para que me lleve en la madrugada hasta Tarará a hacer la cola para entrar a la tienda en divisas. Eso no tiene sentido. Si en este pueblo hay dólares y eso todo el mundo lo sabe, por qué nos pusieron la tienda tan lejos", se cuestiona. "He perdido clientes porque no he podido comprar a tiempo una caja de jugo o unas cervezas para ponerles en el minibar".

Desde la apertura de la Isla al turismo internacional en los años 90, Guanabo se convirtió en destino para visitantes que buscan broncearse al sol o contratar servicios de prostitución. Durante el deshielo diplomático entre Cuba y Estados Unidos, el poblado de nombre indígena también experimentó una importante transformación. Extranjeros residentes en la Isla y emprendedores locales compraron viviendas a pocos metros del mar para vivir o abrir negocios.

En pocos años algunos comenzaron a llamar al hasta entonces deteriorado pueblo como la Costa del Sol de la capital cubana, incluso a pesar de que la playa de Guanabo siempre se ha considerado la parte menos agraciada del litoral conformado también por la hermosa Santa María y la tranquila Boca Ciega. Pero, su centro urbano, la calle principal y sus opciones de ocio superan con creces a las, geográficamente, más agraciadas hermanas.

Ahora, buena parte de eso es pasado. La mayoría de las cafeterías estatales alrededor de las cuales bullía la música, el ir y venir de jineteros y jineteras en medio de los vacacionistas en traje de baño, están cerradas o sin ninguna oferta que no sean botellas de agua o ron nacional. Los pocos negocios privados que han logrado mantenerse a flote tienen una carta reducida y pasan largas horas sin clientes.

Lucas y Emma son dos británicos que se aventuraron este enero a pasar cuatro noches en Guanabo. Tras 24 horas en el lugar ya se habían aprendido las siglas clave para comprar comida

Lucas y Emma son dos británicos que se aventuraron este enero a pasar cuatro noches en Guanabo. Tras 24 horas en el lugar ya se habían aprendido las siglas clave para comprar comida. "Un hombre nos comentó que teníamos que ir hasta la tienda en MLC si queríamos comprar refrescos, algo de embutido y yogurt", cuenta el inglés. "Al principio no entendimos lo que quería decir, hasta que nos dijo que podíamos pagar con nuestra tarjeta Visa".

"Queríamos tener algunas de esas cosas en la casa que alquilamos para ahorrar un poco y no tener que desayunar en un restaurante, pero todo era muy complicado así que desistimos", reconoce. "Cuando calculamos, nos iba a costar más el taxi de ida y vuelta al mercado para comprar esos alimentos que desayunar en una paladar".

Pero la esperanza es lo último que se pierde "y es verde como el dólar", advierte Pablito, un adolescente que con frecuencia se conecta al wifi en el parque. "Esa tienda que están reparando", advierte y señala hacia uno de los mercados que hasta hace un año ofrecía un amplio surtido de productos y ahora está vacío, "dicen que la van a convertir para venta en MLC": las tres letras que son una obsesión en Guanabo.

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