Hotel Manzana, el parque temático del lujo en La Habana

El pasado fin de semana se inauguró oficialmente la galería con marcas exclusivas al estilo de Versace, Armani, Montblanc y L'Occitane en Provence. (14ymedio)
El pasado fin de semana se inauguró oficialmente la galería con marcas exclusivas al estilo de Versace, Armani, Montblanc y L'Occitane en Provence. (14ymedio)
Luz Escobar

30 de abril 2017 - 01:07

La Habana/Miran con ojos asombrados pero no compran nada. Los rostros se pegan al cristal y admiran esa riqueza inalcanzable que está a pocos centímetros de sus manos y a un abismo de sus bolsillos. El nuevo parque temático del lujo en La Habana son las boutiques recién abiertas en los bajos del Hotel Manzana Kempinski, el primero con cinco estrellas plus que tiene la Isla.

El pasado fin de semana se inauguró oficialmente la galería con marcas exclusivas al estilo de Versace, Armani, Montblanc y L'Occitane en Provence. Desde entonces, el desfile de curiosos no ha parado de recorrer sus pasillos. Llegan para hacer fotos, reírse ante los precios o molestarse porque en medio de la carestía general se exhiba tanta riqueza.

La mayoría recuerda el estado de abandono en que cayó la popular Manzana de Gómez durante décadas y apenas la reconocen en este pulcro edificio de seis plantas.

"Estudié aquí", cuenta Roberto Carlos, un joven de 30 años que pasó parte de su enseñanza tecnológica en el segundo piso del emblemático inmueble.

"Cuando estudiaba aquí no quedaba ni una persiana y los techos tenían filtraciones", agrega el joven. Mientras habla, espera en la fila para entrar al lujoso local de Giorgio G. VIP junto a su novia, su madre y una hermana. Han venido en familia como quien va a una feria a sentir el vértigo de subirse en la montaña rusa de la opulencia.El empleado que cuida la puerta de la boutique advierte que "no se pueden hacer fotos" ni tener "la wifi encendida" en el teléfono. Una aclaración que genera un murmullo entre quienes aguardan afuera. Aún así se mantienen en la fila para llevarse en la retina parte de esa pompa que se termina al doblar la esquina, cuando se adentren en La Habana de la cotidianidad.

El empresario italiano Giorgio Gucci inauguró el pasado sábado esta filial cubana de su conocida marca. "Aquí viene la gente buscando calidad y exclusividad, ahora mismo hay unos zapatos de señora buenísimos por menos de 200 CUC", afirma el empleado de la puerta con orgullo. En la cola, varias personas arquean las cejas cuando se enteran de los precios.

"No todos vienen a mirar, son muchos los que entran y compran", aclara el hombre. Pero en el interior no se ve a nadie junto a la caja contadora ni haciendo el ademán de meter la mano en los bolsillos. Solo pasan la vista sobre la ropa y el calzado expuestos. Se comportan como si estuvieran en un museo rodeados de óleos valorados en miles de dólares.Otros, con más edad, recuerdan los días en que la otrora Manzana de Gómez era un símbolo del progreso económico que vivía la capital cubana. Diseñado por el arquitecto José Gómez-Mena Vila y construido entre 1894 y 1917, el inmueble fue el primer centro comercial habanero al estilo de las galerías europeas. "Era un lugar increíble y los clientes que venían todos eran cubanos", aclara la abuela de Roberto Carlos. La mujer, jubilada hace más de dos décadas, sentencia: "antes era un lugar para nosotros, pero ahora es para turistas".

El nuevo monumento al lujo se ubica en la frontera de dos municipios con serios problemas habitacionales. A pocos metros de allí, en Centro Habana, hace apenas unas semanas la escalera de un edificio se desplomó y dejó a decenas de familias atrapadas. La otra cara de una ciudad que tiene una buena parte de su fondo habitacional en regular o mal estado.

En la intersección de los pasillos de la galería removieron el busto del líder comunista Julio Antonio Mella que durante décadas se erigió desafiante en el centro del edificio. "Lo quitaron porque este lugar representa todo lo contrario de lo que él promovió", reflexiona un profesor de marxismo retirado que decidió pasear este sábado por "la manzana prohibida de la abundancia", según la catalogó.Para Idalmis, una joven que en sus años de adolescencia estudió en la escuela Secundaria Básica Benito Juárez que estuvo ubicada en uno de los pisos superiores, el lugar ha cambiado tanto que le cuesta trabajo identificarlo. "De aquella Manzana solo queda la cáscara", ironiza.

La marca Lacoste también cuenta con un espacio en el suntuoso edificio. Un empleado explica a este diario que el local tiene unas ventas que promedian "entre 2.000 y 3.000 CUC diarios" desde su apertura. "Cada día vendemos unos veinte artículos", afirma el empleado que viste con una camiseta con el logo de la marca francesa.

En los alrededores, y ataviados con trajes grises, los custodios controlan que nadie se conecte a la señal wifi del hotel que llega hasta ahí. Aunque el servicio cuesta 1,50 CUC la hora, la Manzana resulta mucho más acogedora que otros locales de acceso inalámbrico a la web.

"Aquí no se puede estar conectado, discúlpeme, pero tiene que irse para afuera", repiten una y otra vez los empleados.

El lugar todavía está en pleno ajetreo constructivo, pero el ir y venir de constructores no impide que tres jóvenes se tomen su tiempo para hacerse un selfie frente a un cenicero que cuesta la friolera de 53.90 CUC. No quieren dejar de llevarse un testimonio del día que estuvieron más cerca de la riqueza.

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