Obama cometió el error de "ceder sin exigir", lamenta el padre Conrado

El párroco de la iglesia de San Francisco de Paula en Trinidad visitó la semana pasada Miami para presentar su libro 'Sueños y pesadillas de un cura en Cuba'

El padre José Conrado Rodríguez, sacerdote de la Iglesia Católica en Trinidad. (14ymedio)
"La Iglesia no tiene muchas posibilidades para ayudar porque los espacios que da el Gobierno son muy pequeños y porque la Iglesia cubana es pobre", considera el sacerdote José Conrado. (14ymedio)
Mario J. Pentón

04 de noviembre 2017 - 13:22

Miami/El sacerdote católico José Conrado Rodríguez, párroco de la iglesia de San Francisco de Paula en Trinidad visitó la semana pasada Miami para presentar su libro Sueños y pesadillas de un cura en Cuba.

De camino a la Ermita de la Caridad, donde tenía previsto ofrecer su libro a la Virgen de la Caridad del Cobre, conversó con 14ymedio sobre la realidad cubana y el papel de la Iglesia Católica, el mayor grupo religioso de la Isla con presencia en cada uno de los municipios del país.

Pregunta. ¿Cuál es su valoración de la realidad cubana?

Respuesta. Cuba está en una enorme crisis material, económica, política y de liderazgo. Es la crisis de un modelo que se ha tornado insuficiente e incapaz de resolver los problemas de la nación pero en el fondo de esta realidad se esconde una profunda crisis espiritual y moral. Esa es la raíz de las demás crisis. Lo que vivimos hoy no ha llegado de repente, sino que es el resultado de políticas y actitudes profundas que han conducido a la nación a este callejón. La represión a la libertad en Cuba y la conciencia religiosa por muchos años ha provocado la crisis en que está sumido el país. Es el resultado del miedo que se ha sembrado, que se sitúa en el hueso de las personas, en lo más íntimo, en lo más personal.

La represión a la libertad en Cuba y la conciencia religiosa por muchos años ha provocado la crisis en que está sumido el país

P. ¿Si usted sigue levantando la voz dentro de Cuba por qué cree que el Gobierno de la Isla lo deja entrar y salir, oficiar misas y hasta moverse libremente por el país?

R. Cuando uno llega a un cierto nivel de reconocimiento público e internacional las medidas que toman los órganos represivos son diferentes. Por el hecho de ser cura, fiel a mis convicciones y al trabajo pastoral se cuidan de no convertirme en un problema con la Iglesia. Nada de lo que yo hago es malo. En ningún país del mundo es delito visitar a personas, establecer puentes y propiciar diálogos. También la realidad es que cualquiera puede salir de Cuba siempre que tenga el dinero para el pasaporte y el visado del país que lo reciba.

P. ¿Se siente vigilado o perseguido por la Seguridad del Estado?

R. Claro. En Trinidad el urinario más grande del pueblo es la puerta de mi casa, por ejemplo. Lo he denunciado muchas veces, incluso desde las homilías, y nadie hace nada. Los hombres se abren la portañuela y delante de todo el mundo se orinan en la puerta de la Iglesia. Incluso hay mujeres que también lo hacen. Eso es denigrante. No es casual que hayamos denunciado esto tantas veces y siga ocurriendo.

P. Trinidad es una villa turística pero usted también conoce su lado más pobre. ¿Cómo es esa ciudad que no sale en las guías para extranjeros y qué ha hecho la Iglesia para aliviar las penurias?

R. La Iglesia no tiene muchas posibilidades para ayudar porque los espacios que da el Gobierno son muy pequeños y porque la Iglesia cubana es pobre. La gente se confunde con la Iglesia porque da, pero la realidad es que da desde su pobreza. Cuando la Iglesia ayuda es porque alguien de fuera del país regaló algo o porque los mismos fieles en Cuba, desde su pobreza, son capaces de compartir. Es una verdadera epopeya la de la Iglesia cubana al ayudar a tanta gente con tan pocos recursos.

Los programas de la parroquia se mantienen gracias al salario mío y a las donaciones de los fieles. Hay mucha pobreza en las ciudades pero más pobreza aún en los pueblos del campo. En la parroquia estamos ayudando con la comida a un grupo de unos 20 niños que no tienen almuerzo en la escuela rural, pero el ciclón Irma nos llevó el techo de la Iglesia. Parte del dinero que se recaude con la venta del libro Sueños y pesadillas de un cura en Cuba se destinará a reconstruir ese sitio y otra parte a los damnificados del huracán en Ciego de Ávila.

Hacemos todo cuanto podemos para ayudar a las personas, pero el servicio de la fe en un pueblo que no tiene esperanzas es el mayor servicio que podemos brindar. Esa es la misión de la Iglesia.

P. Ha vivido el deshielo diplomático entre Cuba y EE UU desde el interior de la Iglesia. ¿Cree que la alta jerarquía se implicó demasiado en ese tema? ¿Cómo evalúa el actual estado de la relación entre Cuba-EE UU?

R. La Iglesia hizo lo que tenía que hacer -me refiero al papa Francisco-. Sin embargo, veo una importante fisura: fue un acuerdo entre grandes, la jerarquía del Gobierno cubano, la Iglesia y Estados Unidos, pero las soluciones que requiere Cuba son más profundas. Si tenemos que hacer una sanación como nación necesitamos hacerla todos los cubanos, no solamente los gobernantes. Por eso todo arreglo que solo toque las altas esferas es un arreglo insuficiente.

En Cuba todo el mundo quería y tenía esperanza con el camino que inició el presidente Obama, pero el Gobierno de Estados Unidos cedió y cedió sin exigir. Esa es una manera insuficiente de negociar. Los derechos humanos son competencia de todo ser humano y no es un tema prescindible en las negociaciones con Cuba. Este acuerdo que hubo entre Cuba y EE UU no llegó a donde tenía que llegar.

Los derechos humanos son competencia de todo ser humano y no es un tema prescindible en las negociaciones con Cuba

P. Muchas personas critican el silencio de la jerarquía eclesiástica cubana ante temas como la violación de los derechos humanos en la Isla.

R. Yo mismo he dicho en diversas ocasiones que este silencio puede ser considerado un silencio cómplice, pero sería muy injusto no recordar que la Iglesia ha levantado su voz en muchas ocasiones para advertir el peligro. Cuando uno piensa en la Carta Pastoral El amor todo lo espera, o las cartas de los obispos al inicio de la Revolución y los documentos del Encuentro Nacional Eclesial Cubano puede hacerse una valoración más objetiva del papel de la Iglesia en la historia del país.

Normalmente nadie recoge las homilías de los sacerdotes y los obispos, donde también se denuncia, pero eso no queda escrito. Tenemos más compromiso con el hacer que con el decir. Creo que hay mucha injusticia, pero sobre todo ignorancia entre quienes dicen que la Iglesia calla.

P. ¿Cuánto le queda por hacer a la Iglesia cubana para acompañar al pueblo?

R. Hemos hecho camino en el silencio, en la entrega de cada día, en la fidelidad del pueblo cristiano que ha vivido al lado del pueblo cubano y ha sufrido sus dolores, compartiendo sus necesidades y siendo testigos de la presencia de Dios en medio del pueblo. La Iglesia tiene que mirar hacia delante y ese tiene que ser el legado de la Iglesia cubana.

La Iglesia tiene el peligro de la autorreferencialidad de la que tanto habla el papa Francisco, de convertirse en un fin en sí misma. Como si todo lo que se necesitaría es que hubiera cada vez Iglesias más poderosas y numerosas, pero sabemos bien que eso no es lo que nos permitiría alcanzar el cumplimiento de la realización de la vocación de la Iglesia.

En ese sentido la Iglesia cubana tiene una ventaja: ya está en las periferias, pero tiene que tener más audacia. Dios nos llama en una determinada circunstancia y la Iglesia está llamada a servir, esa es su vocación: servir a los necesitados, a los que están siendo perseguidos y son aplastados.

La Iglesia cubana tiene una ventaja: ya está en las periferias, pero tiene que tener más audacia

P. ¿Qué liderazgo necesita Cuba para salir de la crisis?

R. Los liderazgos pueden ser de muchos tipos, por ejemplo a lo Fidel Castro, que reúne el poder en una sola mano y se lo quita a los individuos. Hay otros liderazgos, como el de Mandela, que no necesitaba dividir porque descubrió que en el perdón al otro, en el reconocimiento de la otra persona y en enfrentarse a las actitudes violentas y a la negación del otro está la verdadera libertad y la mejor manera de ser líder.

Yo creo que el liderazgo que Cuba necesita es ese en el que el líder hace negación de su poder para que la gente aprenda a ser libre y construya una Patria con todos y para el bien de todos que nazca de la participación y de la responsabilidad frente al bien común.

P. ¿Cómo valora el cambio de Jaime Ortega al frente del Arzobispado de La Habana?

R. Es muy pronto para responder esa pregunta, pero conociendo como conozco al nuevo arzobispo de La Habana -un hombre de profunda fe y un compromiso muy radical con el evangelio- estoy seguro de que su presencia en la Arquidiócesis va a ser de muchísimo beneficio para el pueblo de la capital.

P. ¿Cómo valora que las Iglesias evangélicas ganen cada vez más terreno en Cuba?

R. Si Cristo gana terreno en Cuba todos ganamos. Si una persona se convierte verdaderamente en cristiana nos alegra sea católico o protestante. Los que no están siendo cristianos son los que por consideraciones de doctrina dejan el camino de la caridad. Entre católicos y protestantes en Cuba veo sobre todo mucha comprensión y mucho amor. Son raros los casos de quienes reaccionan con violencia ante otra creencia religiosa.

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