Parquecito ferroviario

Su instalación fue una carrera contra reloj en la que se saltaron algunas cuestiones estéticas y se priorizó la efeméride. (14ymedio)
Su instalación fue una carrera contra reloj en la que se saltaron algunas cuestiones estéticas y se priorizó la efeméride. (14ymedio)
Marcelo Hernández

09 de julio 2017 - 19:59

La Habana/Ni siquiera tiene nombre, aunque algunos vecinos lo llaman “El parquecito de las ruedas” porque los bancos fueron hechos usando unos pesados ejes de trenes. Sobre ellos se han besado decenas de enamorados y hasta disuelto algún que otro matrimonio, porque cuando cae la noche en Florida, Camagüey, poco hay para hacer que no sea sentarse en estas frías estructuras.

Los más viejos del pueblo cuentan que después de décadas exigiendo una plaza fue el secretario del Partido Comunista en el municipio quien hace tres años pasó por el lugar y prometió a los vecinos que se iba a construir un parque. La instalación quedó lista en saludo al 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional. Su instalación fue una carrera contra reloj en la que se saltaron algunas cuestiones estéticas y se priorizó la efeméride.

La adaptación de las ruedas la realizaron los trabajadores de unos talleres conocidos como Pavo Roto y según los conocedores usaron piezas en desuso de los transportes de caña por ferrocarril. Los bancos se convirtieron también en un recordatorio de las locomotoras y los vagones que una vez recorrieron el lugar, pero que ahora apenas se ven en su llana geografía.

Son originales y sólidos, pero nadie se atreve a definirlos como “cómodos”. Cuando hay mal tiempo y empieza a tronar pocos se atreven a sentarse en esa mole de hierro por temor a los rayos. Cuando escampa, sin embargo, el parquecito ferroviario vuelve a tener sus parroquianos, atrapados en la abulia del pequeño pueblo de provincia.

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