Registro de propiedad, una transición mal hecha

Las medidas tomadas por el Gobierno para agilizar los trámites siguen sin dar los frutos esperados

La compra y venta de casas se autorizó en noviembre de 2011 después de décadas de prohibición. (14ymedio)
La compra y venta de casas se autorizó en noviembre de 2011 después de décadas de prohibición. (14ymedio)
14ymedio

21 de febrero 2018 - 17:32

Santa Clara/El cartel se ha desteñido con el paso de los meses y apenas puede leerse que la casa está en venta. Luisa María, de 68 años, vive desde que nació en el mismo domicilio de la calle San Miguel, en la ciudad de Santa Clara. Hace más de un año que tiene varios compradores para el inmueble, pero el Estado se mueve a un ritmo más lento.

Desde que en 2011 Raúl Castro autorizó la compraventa de viviendas, previa inscripción de estas en el Registro de la Propiedad, el sistema acumula una trabazón que el Gobierno ha sido incapaz de solucionar. Aunque el Registro no es una novedad, pocos cubanos optaban por inscribir en él una vivienda desde la aprobación de la ley de Reforma Urbana de 1962, por la que se prohibía el negocio inmobiliario. Una mezcla de desidia, temor a confiscaciones o a ser señalado como burgués generaron un inmenso banco de inmuebles no registrados que ahora se le atragantan a la administración.

Tres años después, el INV sigue sin disolverse, provocando una duplicidad de funciones y trámites que han provocado el efecto contrario al deseado

Con el fin de deshacer el nudo, el Gobierno aprobó un decreto ley en enero de 2015 para transferir funciones del Instituto Nacional de la Vivienda (INV) hacia otras entidades estatales, como el Instituto de Planificación Física (IPF). La medida buscaba "resolver la centralización de funciones y disminuir el exceso de trámites para la población, así como numerosas restricciones en el sistema de la vivienda", además de "enfrentar las violaciones y construcciones ilegales".

Sin embargo, tres años después, el INV sigue sin disolverse, provocando una duplicidad de funciones y trámites que han provocado el efecto contrario al deseado.

En la primera mitad de 2017 el IPF dio respuesta a más de 104.000 trámites, la mayoría de ellos relacionados con dictámenes técnicos de descripción y tasación, y regulaciones urbanas, pero el cúmulo sigue sin disolverse.

Luisa María es uno de los casos más alarmantes. "Llevo 15 meses corriendo de un lado a otro", se queja. Hace casi siete años la pensionada se llenó de alegría cuando se legalizó la compraventa de viviendas entre particulares, tras décadas de prohibición.

"Enseguida me empezó a dar vueltas vender esto para comprarme algo más chiquito", cuenta a este diario. Sus dos hijos habían emigrado, sus padres murieron hace tiempo y el caserón con patio, cuatro cuartos y una inmensa cocina le suponen cada vez más trabajo de limpieza y mantenimiento. "Decidí poner a la venta esta casa y buscar algo que no necesite reparaciones, ni poner un clavo en la pared", señala.

Para proceder al registro de una propiedad es necesaria la intervención de un arquitecto que visite el inmueble y certifique si se ha han producido cambios que modifiquen lo descrito en el documento de propiedad

La falta de concordancia entre los datos de unos documentos emitidos por el Instituto de la Vivienda la han obligado a repetir el proceso varias veces. Para proceder al registro de una propiedad es necesaria la intervención de un arquitecto que visite el inmueble y certifique si se ha han producido cambios que modifiquen lo descrito en el documento de propiedad, algo muy frecuente en Cuba, donde la estructura de las viviendas es alterada muchas veces por las necesidades habitacionales.

A las afueras de la oficina santaclareña del Registro de la Propiedad se ve una fila desde bien temprano los días que atienden al público: lunes, martes y miércoles en la mañana. Algunos llegan por primera vez, pero también hay rostros alargados que han regresado varias veces. Cada día se entregan solo 12 turnos y la gente marca en la cola desde la madrugada.

El lugar se ha convertido en objetivo de coleros que toman posición desde la noche anterior para revender más tarde los turnos. "Si no les pagas entre 1 y 3 CUC es muy poco probable que puedas entrar antes de las 11 de la mañana", describe Luisa María.

Una empleada del Registro atribuye a los errores y diferencias entre documentos el origen de las demoras. "Vemos muchas diferencias entre los registros expuestos en los dictámenes de los arquitectos de la comunidad y los del Instituto de Planificación Física (IPF)", señala.

"Vemos muchas diferencias entre los registros expuestos en los dictámenes de los arquitectos de la comunidad y los del Instituto de Planificación Física

Las diferencias entre el anterior método y el actual ha supuesto varios encontronazos entre instituciones y algunos usuarios acaban enmarañados en el peloteo, una situación a la que se llega cuando una entidad estatal le echa la culpa a la otra del problema.

"Si encontramos errores tenemos que devolver los papeles al propietario para que haga las correcciones en los organismos emisores", lamenta la especialista del registro consultada por este diario. "A veces tienen que esperar de seis meses a un año para que les subsanen los errores" en el Instituto de la Vivienda.

Algunos, para acortar los plazos burocráticos, apelan a entregar dinero a los empleados. "Me costó casi 100 CUC destrabar todo y arreglar los errores que tenían los papeles de mi casa pero no podía quedarme más tiempo en Cuba y tenía que acelerar el proceso", cuenta Maikel, un cubano residente en Estados Unidos que recientemente se repatrió a Santa Clara.

"Tuve que repatriarme para poder tener la propiedad de la casa de mi abuela que ya está muy mayor, ahora voy a venderla y comprar un apartamento pequeño para ella pero la casa seguirá estando a mi nombre", precisa el emigrado.

Algunos, para acortar los plazos burocráticos, apelan a entregar dinero a los empleados. "Me costó casi 100 CUC destrabar todo y arreglar los errores que tenían los papeles de mi casa"

Otros, hacen algo más peligroso: vender y comprar sin papeles a la espera de que en el futuro se destraben los obstáculos y puedan legalizar la situación. Es lo que se llama popularmente "un pacto entre caballeros", pero está plagado de riesgos, desde una denuncia que termine en la policía hasta que una de las partes se arrepienta.

"No podía esperar más porque mi esposo perdió una pierna el año pasado y necesitábamos vender nuestro apartamento en un segundo piso y comprar algo en planta baja", explica una señora que esperaba este lunes a las afueras del registro de propiedad. "Así que vendí y compré y ahora es que voy a hacer los trámites".

Tras ser atendida, las ilusiones de la mujer cayeron por el suelo. "En mi propiedad dice que tengo una terraza abierta pero en realidad hace muchos años me dieron un permiso para cerrarla con aluminio y cristal". Ahora debe volver a solicitar "la visita del arquitecto de la comunidad" a su vivienda, aunque asegura que en su momento registró el cambio en el Instituto de Vivienda.

"En el Registro me han advertido de que eso puede tardar meses así que viviré con un salto en el pecho este tiempo, sin papeles de mi nueva casa", puntualiza.

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