Resignados ante el nuevo cierre de la ciudad, los habaneros compran lo poco que encuentran

Los nervios vuelven a estar de punta en la capital ante el retroceso a la fase 1 a consecuencia del repunte de covid

Los ánimos de los habaneros vuelven a estar de punta, luego de que el Gobierno cubano decretó para la provincia el retroceso a la llamada fase 1 de la etapa recuperativa. (14ymedio)
Los ánimos de los habaneros vuelven a estar de punta, luego de que el Gobierno cubano decretó para la provincia el retroceso a la llamada fase 1 de la etapa recuperativa. (14ymedio)
Luz Escobar

11 de enero 2021 - 21:53

La Habana/"Vamos, vamos, sin molotera, que el transporte está restringido", grita a la multitud una inspectora de transporte mientras organiza la cola de decenas de personas en una parada de ómnibus de la calle Línea, en El Vedado. "Vean la Mesa Redonda, se acabó el relajo, solo 10 personas van a subir".

Los nervios vuelven a estar de punta luego de que el Gobierno decretó para la provincia de La Habana el retroceso a la llamada fase 1 de la etapa recuperativa a consecuencia de un repunte del covid la semana pasada. Las nuevas medidas incluyen la suspensión del transporte desde las 9 pm y hasta las 5 am del día siguiente y también de las actividades recreativas y culturales. Además, queda restringido el acceso a parques y lugares públicos como el Malecón después de las 7 pm.

Ante el temor de un nuevo cierre como el que se vivió el pasado verano, este lunes es notable la ola de personas en las calles en búsqueda de alimentos y productos de primera necesidad.

"Lo único que hay en las tiendas por las que he pasado son culeros y aceite, más nada. Me voy para la casa con las manos vacías con la esperanza de que algo llegue a la bodega o de que un vendedor me toque la puerta", se lamenta Jordan, un joven de 23 años que vive con su abuela y tiene a su cargo hacer todas las compras de la casa. "Mientras tenga dinero compro lo que sea", cuenta el joven, "pero los pesos sí que no me los puedo comer".

"El desabastecimiento es brutal y ahora con las nuevas medidas se pondrá peor", continúa. "Cada vez que te acercas a un banco ves una manifestación, en las tiendas igual, en la bodega lo mismo, donde sea es una cola. Comprar cigarros se ha vuelto una misión imposible, las colas son kilométricas. Estoy pensando hasta dejar de fumar".

Al calor de las nuevas medidas, en el barrio de Nuevo Vedado un vendedor ambulante teme por su "entrada diaria", la venta de dulces a domicilio. "Yo no puedo parar de trabajar, salgo con mis productos y lo que hago es ir al seguro y tocar las puertas de las personas que conozco, ya no ando pregonando por ahí", comenta.

"Lo mejor que haces es cuidarte y andar discreto porque hay mucha gente mala por ahí que no le importa nada lo que estamos viviendo y solo están para hacer daño", le responde una de sus clientas.

"Seguiré viniendo con cuidado, aunque a mí ya me da pena con la gente, porque a las rosquitas ahora le subieron un peso y creo que seguirá subiendo. Todo está muy difícil de conseguir y caro", dice el hombre antes de retirarse.

Una situación similar viven los vendedores de Sublime y Florida, dos locales de las calles Neptuno que el Estado renta a cuentapropistas y que hoy amanecieron cerrados por órdenes del gobierno provincial.

"A nosotros aquí nos mandaron a cerrar de nuevo, el problema es que yo soy cuentapropista pero el local es de Comercio. Lo que no entiendo es por qué las tiendas de [la calle] Monte sí están abiertas, si están en el mismo caso que nosotros", comenta a 14ymedio un vendedor mientras recoge su mercancía para marcharse a su casa.

"Yo voy a esperar a mañana a ver si los de Monte siguen abiertos", agrega. "Es que creo que la ley debe ser pareja para todo el mundo. Al final nos están dejando desamparados totalmente. El mes que viene nada más pagar la luz y los mandados son una pila de pesos, y a mí nadie me regala nada, al contrario, yo pago mi seguridad social y mis impuestos".

En medio de la crisis, algunas tiendas están mejor abastecidas que otras. Es el caso del mercado de Carlos III, en Centro Habana.

"Nos espera otro encierro, lo veo venir. Por eso desde por la mañana temprano estoy en la cola para ver si compro pollo, salchichas o lo que sea, ya me da igual, tengo el congelador pelado", dice una señora de unos 60 años, colocando un cartón sobre el suelo para sentarse en la acera.

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