Con abrigos precarios y a la intemperie de las colas, el día más frío en Cuba desde 1981

La caída de los termómetros no recortó el largo de las filas para conseguir alimentos en La Habana

Este frío lunes, basta un pequeño rayo que se filtre entre las nubes para que la gente se apretuje para alcanzarlo. (14ymedio)
Este frío lunes, basta un pequeño rayo que se filtre entre las nubes para que la gente corra a alcanzarlo. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

31 de enero 2022 - 18:52

La Habana/"Hay problemas de agua en el edificio", reza un cartel a la entrada de un bloque de más de diez pisos de La Habana. La advertencia fue motivo de burlas este lunes, cuando se juntan la falta de suministro con las bajas temperaturas que afectan el occidente y centro del país. "Al menos ya tenemos justificación para no bañarnos con este frío", ironizaba una vecina.

"Esto parece un festival de los harapos", dice otra residente en el municipio de Centro Habana cuando esta mañana salió temprano a comprar algo de pan en un local de la calle Carlos III. "La gente se pone lo que tiene encima, hasta una señora con una toalla envuelta en los hombros estaba en la cola", comenta a 14ymedio.

Viejos abrigos de la época de la Unión Soviética se alternan con ropa de invierno más moderna. En la cola para el cajero automático de una sucursal del Banco Metropolitano es fácil esta mañana detectar quiénes son los jubilados que aguardan para extraer parte de su precaria pensión y quiénes los clientes con más recursos.

"Este impermeable me lo dieron cuando trabajaba en el petróleo y me gané un viaje a la RDA [República Democrática Alemana]", cuenta un anciano enfundado en un enorme abrigo que una vez fue de color lila pero ahora solo le queda vestigio de aquel tono

"Este impermeable me lo dieron cuando trabajaba en el petróleo y me gané un viaje a la RDA [República Democrática Alemana]", cuenta un anciano enfundado en un enorme abrigo que una vez fue de color lila pero ahora solo le queda vestigio de aquel tono en la zona alrededor de las costuras. El resto es ocre y gris.

A pocos pasos de él, una joven exhibe una boina calada con una imagen de la torre Eiffel, leggins con motivos navideños y una chaqueta de cuero. Quienes han viajado o tienen familia en el extranjero aprovechan las temperaturas invernales para lucir una indumentaria que el resto del año no sale de los escaparates. Esta es su única oportunidad de hacer notar su estatus a través de la manga larga y las bufandas.

Mientras en otras circunstancias todo el mundo huye del sol para cobijarse en una sombra, por estos días basta un pequeño rayo que se filtre entre las nubes para que la gente se apretuje para alcanzarlo, como en una parada de ómnibus a las afueras de la escuela Mario Muñoz, donde todos esperan, sin molestarse, bajo la luz del indio.

En otra parada próxima a la esquina de Tejas, la gente se guarece dentro del portal de la brisa helada que este lunes recorre la popular avenida. La madrugada dejó temperaturas récord, según advierten los expertos: en concreto, 3ºC en Bainoa a las 4 am, un valor visto solo en enero de 1981, según publicó en su cuenta de Twitter el meteorólogo Elier Pila Fariñas.

Pero no fue solo esta localidad de la provincia Mayabeque la que vivió una madrugada extremadamente fría para la Isla, precisó el especialista: "Hasta las 4 am, 30 estaciones de 68 tienen temperaturas inferiores a los 10°C" en el país.

La caída de los termómetros no recortó el largo de las colas para alimentos, sin embargo. Durante todo el fin de semana y la mañana de este lunes las filas para alcanzar algo de comida se repetían por todos lados en la capital cubana, incluso en las zonas más cercanas al Malecón, donde el frío, combinado con la brisa marina y la humedad eran bastante difíciles de sobrellevar.

A la espera de alcanzar un paquete de pollo congelado, estaban una madre y su hija este domingo ante el mercado en pesos cubanos ubicado dentro de las Galerías Paseo. Todos en la fila iban cubiertos de ropa y algunos hasta improvisaban unos ejercicios o una pequeña carrera para entrar en calor. Los que aguantaron el frío pasaron hasta más de tres horas para poder acceder a la tienda.

"Con este frío no se puede trabajar, y el abrigo que yo tengo no es para esto, es para una tarde fresca pero no para esta temperatura"

En los ómnibus urbanos, un sector que atraviesa una profunda crisis por las roturas y la falta de combustible, los pasajeros tenían el dilema de si apretarse más para abrigarse entre ellos o mantener el distanciamiento ante el posible contagio por covid-19, que este lunes alcanza cifras que rozan los 3.000 nuevos casos.

"Sopa caliente, chocolate hirviendo y una buena frazada para taparse", enumeraba un trabajador de la empresa eléctrica que debió ir hasta El Vedado para reparar una rotura en un transformador. "Con este frío no se puede trabajar, y el abrigo que yo tengo no es para esto, es para una tarde fresca pero no para esta temperatura".

Los bancos de algunos parques, frecuente dormitorio para personas sin hogar, amanecieron extrañamente vacíos, al igual que portales y huecos de escalera donde se refugian muchas personas que carecen de un techo en La Habana. ¿A dónde fueron? ¿En qué lugar se cobijaron? Nadie sabe.

Alrededor de la parroquia de El Salvador del Mundo, en la barriada del Cerro, varios vecinos repartieron un caldo caliente y algo de pan a los ancianos que viven solos. Los protectores de animales también hicieron un llamado a cobijar perros y gatos abandonados, mientras que en los asilos de ancianos gestionados por la iglesia se entregaron mantas dobles a los albergados, según reportes recogidos por este diario.

"En mi casa todo el mundo durmió forrado hasta los dientes", explica a 14ymedio Lourdes García, una residente de la zona de Los Palacios, en Pinar del Río, una región conocida por sus bajas temperaturas en invierno. "Tuvimos que hacerlo así porque las maderas de las paredes están muy malas y lo que se cuela por las rendijas es mucho".

La familia de García extremó las medidas con sus animales. "Metimos a todas las gallinas dentro de la casa porque no nos podemos permitir que se nos mueran fuera", refiere. "Lo malo es que no hemos podido hacer un ajiaco, como hacíamos antes, porque nos faltan las viandas. Así que estamos con agua con azúcar recalentada y café".

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