Sin agua no habrá calabazas en los huertos urbanos

Los que se han animado a cultivar para autoabastecerse sostienen que la frecuente falta de suministro es un grave problema

En la lista oficial de variedades comerciales de calabaza que maneja el Ministerio de la Agricultura hay casi una veintena de nombres. (14ymedio)
En la lista oficial de variedades comerciales de calabaza que maneja el Ministerio de la Agricultura hay casi una veintena de nombres. (14ymedio)
Marcelo Hernández

14 de julio 2020 - 09:53

La Habana/Boris cosecha pepinos, algunas variedades de ají y hierbas aromáticas en el patio de su casa en La Lisa, La Habana. Asegura prepararse "para lo que viene, que será duro", por eso ha llenado una veintena de recipientes de plástico, que un día contuvieron pintura, con un poco de tierra y gravilla, y el aliciente de la necesidad.

"No voy a volver a vivir otro Período Especial", explica a 14ymedio. "Cuando tenía 12 años vendieron unos pollitos pequeños que teníamos que criar en casa, pero todos se murieron poco después porque en mi familia hay mecánicos, ingenieros y hasta una dentista, pero nadie sabía cosechar alimentos ni criar animales de granja".

En cuanto notó que la actual crisis iba en serio, este graduado en Geografía y camarero en una paladar decidió aprender el abecé para hacer un huerto en su patio, un espacio de unos cinco por cuatro metros, con suelo de concreto y al final de un pasillo con varios apartamentos a cada lado. Allí pasa ahora la mayor parte del tiempo.

"Con esto no podemos sobrevivir pero al menos le da algo de sabor y variedad a la comida"

En los últimos meses, a medida que aumentaba el desabastecimiento de productos y a la familia de Boris le costaba cada vez más trabajo conseguir algunos condimentos, comenzó a sembrar una mata de orégano de la tierra [orégano cimarrón]. "Crece en cualquier lugar, así que era una buena manera de probar que podía hacerlo".

"Después se sumaron las albahacas, el ajo porro, varias matas de romero y el perejil, que se ha dado muy bien. En cuanto me sentí más seguro empecé con el pepino y el ají pero lo más exitoso han sido las hierbas para sazonar o para hacer infusiones", reconoce. "Con esto no podemos sobrevivir pero al menos le da algo de sabor y variedad a la comida".

Varios vecinos de Boris también se benefician del huerto, algo que ha traído alivio en medio de la pandemia, con los mercados agrícolas de la zona muy desabastecidos y los carretilleros casi desaparecidos de las calles debido a los controles policiales. "De esta salgo hecho un guajiro de verdad", bromea el improvisado agricultor.

Pero vencida la inexperiencia inicial, Boris se enfrenta a otros problemas. "El suministro de agua es lo que más daño hace, porque en esta zona nos hemos pasado hasta una semana sin que entre", lamenta. "Me ha tocado cargar agua desde otros barrios no solo para el baño o el fregado, sino también para el riego".

En marzo pasado, la capital tenía 111 fuentes de suministro dañadas, 89 de forma parcial y otras 22 de forma total, y solo una de las cinco cuencas que la abastecen se encontraba en buen estado, una situación que apenas ha variado con el paso de las semanas. Algunos barrios de la capital han pasado hasta dos semanas sin recibir el servicio.

"Lo del huerto en cada casa y en cada barrio suena muy bonito pero cuando la gente empiece a sembrar por todos lados, ¿qué va a pasar con la poca agua que llega?", se pregunta un vecino de Boris, que ve con buenos ojos la práctica de producir alimentos pero está preocupado con que "el dichoso sembrado acabe secando la cisterna del edificio". No obstante, reconoce que el ajo porro y el cebollino de la huerta le han "salvado varias comidas".

"Tiras unas semillas, esperas unos días y ahí está", así describe Felipe Agüero, un jubilado que dejó su trabajo como camionero y se dedica a sembrar una pequeña parcela detrás del edificio donde vive en el Reparto Bahía de La Habana. Pepinos, hierbas aromáticas y varias plantas de frutabomba son sus mayores orgullos, pero por estos días es la calabaza con la que más bromean sus vecinos.

"Yo tenía calabaza antes de que empezara todo este jelengue, y no es de las cosas que siembro de las que más me interesan", aclara.

Gerardo González, vicepresidente de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y exespía encarcelado durante años en EE UU, llamó a sembrar masivamente el producto, provocando todo tipo de bromas en las redes. "Si cada CDR produce una calabaza, y son 138.000 en el país, entonces serían 138.000 calabazas de más", afirmó González durante una visita a Camagüey.

En la lista oficial de variedades comerciales de calabaza que maneja el Ministerio de la Agricultura hay casi una veintena de nombres pero, en la práctica, son seis de ellas las más comunes en las mesas. Las diferencias van desde la forma, pasando por el tamaño, la textura de la cáscara e incluso la disposición de las semillas en su interior.

"La calabaza puede sembrarse todo el año, pero hay que tener más cuidado en los meses de julio y agosto porque las plagas las maltratan bastante en la temporada de mucho calor", advierte Agüero. "La producción que yo tengo aquí es muy pequeña, pero para ir en serio con este cultivo la base está en tener una buena semilla y mantener el riego estable, algo muy difícil dentro de la ciudad".

El pequeño huerto del jubilado se riega con una manguera conectada a la entrada de agua del edificio

El pequeño huerto del jubilado se riega con una manguera conectada a la entrada de agua del edificio. "Cuando falta el agua es trabajo perdido porque todo el esfuerzo de semanas se puede echar a perder en unos días que no llegue el agua a la zona, como me ha pasado muchas veces".

"Aquí lo que puedo lograr son sazones y hierbas para cocimiento pero, claro está, que mi familia no puede comer solo de esto", opina Agüero. "A veces para mí es solo distracción, para pasar un rato fuera de la casa y pensar en otra cosa que no sean los problemas, pero el miedo que tengo ahora es que digan que si tienes un huerto ya no te hace falta comprar en la bodega [mercado racionado]".

De la piña mejor ni hablarle a Agüero. "Se nota que el que mandó a sembrar piña por todos lados no sabe nada de agricultura", apunta. "Es un sembrado muy agresivo con el productor porque sus hojas pinchan y cortan, no es recomendable para nada cultivar piñas en un patio, una terraza ni un jardín porque es un peligro para la gente, los animales y especialmente los niños".

"Cuando yo era niño y vivía en Quivicán, mi padre usaba el sembrado de piña para separar otros cultivos, como una especie de barrera natural para evitar que las vacas entraran a donde teníamos cultivos más sensibles, incluso para disuadir a los ladrones", recuerda.

"Mejor sigo con mis hierbas que me resuelven un poco y hasta he podido vender algunas. La albahaca es la más demandada porque la gente la usa mucho para limpiezas religiosas", explica Agüero. "Con el dinero que saco de la albahaca, voy y me compro la piña o la calabaza que me haga falta en el mercado".

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