Al anochecer, los delincuentes se apoderan del Jardín Botánico de La Habana

Los ladrones llegan con machetes para asustar a los custodios y robar la comida de los restaurantes

El Jardín Botánico, ubicado en la periferia del municipio de Arroyo Naranjo, en La Habana, exhibe este tipo de advertencias pero, dónde están las plantas. (14ymedio)
El Jardín Botánico, ubicado en la periferia del municipio de Arroyo Naranjo, en La Habana, exhibe este tipo de advertencias pero, dónde están las plantas. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

17 de febrero 2024 - 20:55

La Habana/Al Jardín Botánico de La Habana lo ha ido matando la distancia. En una ciudad donde moverse de un barrio a otro ya es un dolor de cabeza debido a la falta de combustible y el mal estado del transporte, llegar desde el centro hasta la periferia del municipio de Arroyo Naranjo es una misión imposible si no se tiene auto propio, una buena cantidad de dinero que ofrecer por el traslado o se contrata una excursión con la guagua incluida.

Una vez que se traspasa el umbral –pagando 30 pesos en la garita de acceso– el problema ya es otro: la inseguridad y la delincuencia, de las que los trabajadores del Botánico son las primeras víctimas, sobre todo quienes se dedican al servicio gastronómico. "El restaurante vegetariano El Bambú existe pero ya no está haciendo ese tipo de comida, tiene un menú criollo", explica a 14ymedio un empleado que este sábado se aburría bajo un árbol. "Ahora mismo, ese local no está brindando servicio porque robaron".

Los saqueos se han adueñado de las noches del Jardín, "nada más que los custodios empezamos a salir cada tarde van llegando los ladrones". El hombre lamenta que los trabajadores de Seguridad del lugar no cuentan con todos los medios para impedir los robos.

"Tenemos armas pero pocas balas y ellos llegan con machetes, en grupos", describe. "El otro día en El Bambú, que fue el último lugar que asaltaron, una de esas bandas cogió a un jefe, que está bien fuerte, por cierto, lo golpearon, lo amarraron y lo metieron debajo de una mesa y le pusieron varias sillas encima".

"Eran siete con cuchillos y machetes", resume el custodio. El motivo de los robos es "llevarse la comida de los restaurantes". En otro de los locales gastronómicos del Jardín, La Majagua, "entraron hace días y no encontraron nada de alimentos, no había cárnicos, no había arroz ni confituras, así que se robaron la puerta del baño". El Yarey y El Ranchón también han sido asaltados en la madrugada.

"La parte que teníamos haciendo de cremería la vaciaron, ahí se llevaron todo", cuenta. Todo intento de los trabajadores de proteger los bienes ha terminado en agresiones físicas o amenazas. "Si bajas te matamos", fue la clara advertencia que recibió el guardia de seguridad de El Yarey cuando, desde el techo del local donde vigilaba la zona, divisó a los delincuentes que se acercaban. "Rompieron la puerta y no hubo quien los parara".

"Le dijeron que no se atreviera a usar el teléfono porque ahí sí no iba a salir con vida". No obstante, el trabajador reconoce que no son solo forajidos que llegan desde fuera. "Aquí hay jefes que no quieren que los custodios estemos en los lugares que tienen más mercancía, para ellos poder robar y echarle la culpa a las bandas nocturnas. Todo el mundo roba, los de aquí y los que no son de aquí".

En 1989, Fidel Castro inauguró la guinda del pastel del Botánico que fue, en su momento: el Jardín Japonés. Todo el conjunto formaba parte de un ambicioso cinturón verde con opciones recreativas, áreas para realizar ferias y zonas de recreación infantil. "Serán seis instituciones, incluyendo a Expocuba; pero cuatro de ellas, que son el Botánico, el [Parque] Lenin, el Zoológico y el Metropolitano, con muchos árboles", sentenció pletórico el gobernante ante una audiencia que aplaudía con frenesí.

"Quiero terminar expresando la seguridad de que este Jardín será cada vez más bello, este Botánico será también cada vez más hermoso", vaticinó, erróneamente, Castro en aquella alocución.

Ahora, para ir al Jardín Japonés hay que abordar un vehículo remolcado por un tractor y con capacidad para 15 personas. "Si no hay 15 no salgo", advierte el chofer a cuatro clientes, a los que ha indicado volver a las dos de la tarde "a ver si hay gente", a menos, aclara, que "quieran pagar el transporte completo".

En El Ranchón, uno de los varios restaurantes criollos que alberga el Botánico, solo había este sábado cerveza y entrantes de salchicha y jamonada. "La cocina está cerrada", advierte un empleado que se acerca a las mesas con jarras de cerveza dispensada por las que cobra 610 pesos. Si alguien quiere comer, tiene que esperar a que elaboren la comida en un establecimiento vecino.

Este viernes, Cubadebate calificaba al habanero como "el Jardín Botánico más extenso del mundo" y no escatimaba alabanzas para sus instalaciones. "Así lo soñó Fidel", remata el reportaje, que presenta las 478 hectáreas de vegetación –con 3.000 especies de plantas– como una suerte de paraíso terrenal.

Pero la sequía, el poco riego y la falta de atención también han hecho mella en la importante colección de plantas de varios continentes. Arbustos resecos, zonas donde solo crecen las malas hierbas y las exposiciones de los invernaderos con numerosas bajas notables dan fe de la urgente necesidad de reponer especies y ocuparse más atentamente de las que quedan.

Adscrito a la Universidad de La Habana, Cubadebate lo define como la quintaesencia para los estudios botánicos en la región y alega que más de 300.000 personas lo visitan cada año. Su plantilla: 350 trabajadores. El presupuesto que le asigna el Estado: 118 millones de pesos en 2023. "¿Cómo se financia todo eso?", pregunta el medio oficialista: gracias a la "generosidad" del Ministerio de Educación Superior, que maneja el dinero destinado al Botánico.

El digital admite que "la baja disponibilidad técnica del transporte público y el combustible", además de la lejanía del parque, ha motivado una caída significativa de los visitantes, de un 80% de lo que se recibió el año pasado. Para el Gobierno, asegura Cubadebate, mejorar esta cifra y lograr que el botánico atraiga el turismo es una cuestión de importancia política y sentimental para Raúl Castro. El botánico es, para el nonagenario general, una "joya de la nación".

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