Árboles y ramas caídos en Centro Habana casi dos meses después del huracán Ian

Los vecinos lamentan que las autoridades no hayan retirado los restos de los parques

Árboles destruidos en el parque Trillo de La Habana, este jueves, siete semanas después del paso del huracán Ian. (14ymedio)
Árboles destruidos en el parque Trillo de La Habana, este jueves, siete semanas después del paso del huracán Ian. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

17 de noviembre 2022 - 21:33

La Habana/Aunque el huracán Ian cruzó Cuba hace siete semanas, los vecinos de Cayo Hueso, en La Habana, ya se acostumbraron a los derrumbes y las paredes manchadas por la humedad. Los edificios ásperos y mugrientos, además de los baches en las calles, formaban parte del paisaje mucho antes del ciclón. Pero ahora, además, hay que convivir con las enormes ramas que el viento le arrancó a los árboles del parque Trillo.

Para ir de una calle a otra hay que bordear el paseo mal asfaltado, donde también se descuidan los bancos y algún que otro monumento. Ningún obrero de los Servicios Comunales, ni los bomberos o las Fuerzas Armadas –cuyo apoyo tras el ciclón pregonó la prensa oficial– han retirado los formidables gajos del camino.

"En este barrio todo el mundo se ha ido a ver los volcanes", lamentan los vecinos, que se aglomeran rápidamente en una de las calles que rodean al parque cuando aparece un viejo camión de carga. El vehículo viaja todas las semanas desde Villa Clara y expone su mercancía –no se sabe si con permiso o a escondidas– de viandas, frutas y verduras.

El vehículo viaja todas las semanas desde Villa Clara y expone su mercancía –no se sabe si con permiso o a escondidas– de viandas, frutas y verduras

"Las piñas, por ejemplo, a mí me cuestan 100 pesos en el mercado de San Rafael, que se ha vuelto imposible", se queja una de las mujeres que espera su turno en la cola. "Pero en el camión las compro a 25. Son más chiquitas pero no están malas".

Sentados en el contén del parque Trillo, intentando esquivar la suciedad y la desolación, los habitantes de Cayo Hueso ponen en el vehículo su esperanza de poder comprar la comida que necesitan para la semana.

Una libra de malanga –"de la que se ablanda", aclara el vendedor– o de guayabas cuesta apenas 30 pesos, el pote de ají, 40, y los frijoles –negros o colorados– se adquieren por 140. Comparada con los precios de la capital, la libra de arroz a 55 pesos es barata, aunque el mazo de cebollas cuesta 80 y la "pata" de ajo no baja de los 400 pesos.

La ruina de las áreas públicas tras el paso de Ian no es privativa de Cayo Hueso. En toda La Habana puede constatarse la presencia de árboles arrancados de cuajo, ramas quebradas, hojarasca y raíces que nadie limpiará.

En las inmediaciones de los llamados "veinte plantas" de Centro Habana, en Zanja y Hospital, los vecinos no solo tienen que enrejar las casas para protegerse de los robos y la violencia creciente en la Isla, ahora también contemplan, desde los balcones, un viejo tronco partido que, por si fuera poco, destrozó también el pavimento.

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