La trama cubana detrás del asesinato del galerista estadounidense Brent Sikkema

Sus viajes a La Habana, sus relaciones con la escena artística y nocturna de la ciudad y la detención de un cubano en Brasil abren la puerta a muchas dudas

El galerista estadounidense Brent Sikkema. (Flickr/Cámara de Comercio de Bogotá)
El galerista estadounidense Brent Sikkema. (Flickr/Cámara de Comercio de Bogotá)
14ymedio

24 de enero 2024 - 14:59

La Habana/El periplo vital de Brent Sikkema, de 75 años, asesinado el domingo 14 de enero en Río de Janeiro, Brasil, conecta una y otra vez con Cuba. Los viajes del galerista de arte a La Habana y sus relaciones con la escena artística y nocturna de esta ciudad abren muchas preguntas sobre su muerte, presuntamente a manos del cubano Alejandro Triana Prévez, de 30 años.

La última vez que Sikkema visitó Cuba apenas estuvo pocos días, entre el 16 y el 23 de septiembre del pasado año. A diferencia de otras ocasiones, no se quedó en la casa que compartía con su ex pareja, el cubano Daniel G. con quien se había casado y estaba ahora inmerso en un tenso divorcio. En lugar de eso, prefirió hospedarse en la calle Compostela de La Habana Vieja, en el hotel de lujo Elvira, mi amor.

Hasta el lugar lo llevó el deseo de alejarse de su casa de Kohly, en el municipio de Playa, que años atrás había comprado y puesto a nombre de su pareja, debido a la imposibilidad legal para un extranjero de tener una propiedad en Cuba. El posterior litigio con Daniel G. y las altas sumas de dinero que este le exigía por la separación, en los tribunales de EE UU, lo hicieron optar por hospedarse lejos de la vivienda que tantos recuerdos le traía.

La última vez que Sikkema visitó Cuba apenas estuvo pocos días, entre el 16 y el 23 de septiembre del pasado año

A Elvira, mi amor llegó de la mano del artista plástico José Gabriel Capaz, que lo recibió en el lugar poco después de que Sikkema aterrizara en la Isla. El entorno con todos los lujos, bañera señorial y lámpara de lágrimas colgando del techo, conformaron el escenario de la última vez que Sikkema estuvo en Cuba. Sus amigos no imaginaron que tras despedirlo en el aeropuerto aquel sábado de septiembre, no lo volverían a ver.

El estadounidense, nacido en Illinois, gestionaba la galería Sikkema Jenkins & Co., fundada en 1991 y radicada en el barrio de Chelsea, en Nueva York. La firma representa a artistas como Vik Muniz, Kara Walker y al venezolano Arturo Herrera, entre otras figuras de alto perfil. En Cuba, también tenía una amplia red de amigos y conocidos vinculados a las artes plásticas, el sector hotelero privado y las inversiones extranjeras.

"Lo atacaron mientras dormía, le dieron 18 puñaladas", cuenta a 14ymedio una amiga residente en La Habana que se enteró del asesinato de Sikkema en Río de Janeiro a través de un antiguo compañero sentimental del galerista. "Era un buen hombre, le gustaba mucho dar y ayudar a los demás, había hecho de Cuba su segunda patria", reflexiona la mujer que prefiere llamarse, para este reportaje, Isolda, para proteger su intimidad.

"Era un hombre muy confiado, siempre se lo dije, que debía estar con los ojos muy abiertos porque había gente que se le acercaba para hacer bien y otras para hacer mal", sentencia. Entre los que se aprovecharon de la bondad de Sikkema y de su falta de derechos como extranjero no residente en la Isla estuvo una prima de Daniel G. "Lo que esa mujer hizo fue un robo, pónganlo como lo pongan, fue un robo".

Isolda se refiere a Belkis Z. profesora universitaria y con un cargo importante en la Asamblea Municipal del Poder Popular en el municipio de Plaza de la Revolución

Isolda se refiere a Belkis Z. profesora universitaria y con un cargo importante en la Asamblea Municipal del Poder Popular en el municipio de Plaza de la Revolución. La mujer fue el testaferro para que Sikkema y Daniel G. pudieran hacerse con el penthouse de un imponente edificio en la Avenida de los Presidentes entre 19 y 21 en El Vedado habanero, a pocos metros de la Embajada de Polonia y de la céntrica calle 23.

Belkis Z. solo debía ser la mujer de paja para preservar legalmente el apartamento –Daniel G. ya tenía una casa y en Cuba no se permite que una sola persona tenga dos propiedades– hasta que L. Sikkema, el hijo de la pareja, actualmente de 13 años, fuera mayor de edad y asumiera la posesión del inmueble. Su misión, según varias fuentes cercanas, era custodiar el apartamento y evaporarse una vez que la casa pudiera pasar a manos del dueño real.

Detrás de todas estos planes, amigos y conocidos señalan que estaba el sueño de Sikkema de que Cuba viviera una apertura política y económica que le permitiera residir entre Nueva York y La Habana, de manera legal y sin restricciones. El deshielo diplomático impulsado por Barack Obama lo había ilusionado especialmente y las inversiones inmobiliarias en la Isla las realizó en aquellos momentos de acercamiento entre ambas orillas.

La idea con la casa de la calle G parecía "redonda, redonda", reconoce Isolda, "se trataba de una apuesta de futuro y de un regalo para su hijo, que era lo más importante para él". "Sikkema gastó en Cuba más de un millón y medio de dólares, entre la casa de Kohly, el apartamento en el penthouse de la calle G [Avenida de los Presidentes], un Audi blanco, con el techo negro y otros tantos gastos de remodelación y decoración de las casas".

En una foto en sus redes sociales, se ve a Belkis Z. posando sonriente en la azotea del edificio. Detrás de ella, el skyline de La Habana se muestra como un escenario de ensueño. Poco después, la mujer asestaría un golpe sucio al galerista estadounidense. "Nada más que se enteró del inicio del divorcio entre Brent y Daniel G. se quedó con la casa, cambió la combinación de entrada y, como estaba a su nombre, no había nada que hacer", lamenta Isolda.

Más adelante, Belkis Z. difundió entre los amigos un mensaje amenazante que recibió de un número telefónico brasileño y al que tuvo acceso este diario. La advertencia hablaba de matarla si "en un mes" no devolvía el apartamento. El texto se acompañaba de una foto, hecha desde la calle, y en la que se veía a la mujer asomada en el penthouse. A pesar de la advertencia, la académica no dio vuelta atrás en el expolio.

"Ese robo deprimió mucho a Brent, que ya estaba pasando por un mal momento y se sintió estafado y sin posibilidad de recurrir a la justicia en Cuba, donde no era nadie", reconoce Isolda, la amiga del galerista. "Daniel G. le estaba pidiendo una cifra millonaria en los tribunales en Nueva York, tenía, además, el control de las propiedades que Brent había comprado de su bolsillo en Cuba y, el golpe más duro, estaba poniendo al hijo de ambos en su contra".

L., hijo biológico de Daniel G. y legalmente inscrito por ambos, era la gran preocupación de Sikkema en medio del agrio conflicto que se había suscitado con la separación matrimonial. El estadounidense temía perder al niño y peleaba por una custodia compartida en los tribunales. Su ex pareja, residente en la Gran Manzana, cortó los canales de comunicación entre el galerista y el menor, cuenta Isolda. "Aquello lo hundió, parecía otra persona".

Daniel G. y Sikkema se habían conocido fuera de la Isla, cuando el cubano, que ya había vivido un tiempo en España, se radicó en EE UU. "Tenían una relación abierta, pero Daniel era muy posesivo, no le gustaba que Brent interactuara con otros hombres y ambos no compartían casi ningún interés que no fuera el amor por su hijo", comenta Fabio, un amigo del galerista.

Sobre la relación de Sikkema con Alejandro Triana Prévez, Fabio se vuelve más impreciso. "Ellos se conocieron aquí en La Habana en el año 2020 o 2021, pero no había una amistad ni cosa que se le parezca. Él administraba las cámaras de vigilancia de la casa de Kohly, creo que cuando se vieron por primera vez era porque ya lo había contratado Daniel G.". El galerista "ni siquiera hablaba de él, nunca lo escuché mencionarlo".

Una vez abiertas las fronteras cubanas tras la pandemia, Alejandro Triana salió de Cuba. En 2022 llegó a Brasil, pidió refugio y promocionaba en su cuenta de Facebook servicios de paquetería a la Isla

Confiado y muy sociable, Brent "tenía siempre alrededor a jóvenes cubanos con los que salía y pasaba un buen rato, pero Triana nunca fue uno de ellos", resume. "Era sexualmente muy activo, tenía una relación abierta con Daniel G., y le gustaba ir a buscar hombres jóvenes a la zona del Parque Central y en los alrededores de 25 y 0, en El Vedado".

Una vez abiertas las fronteras cubanas tras la pandemia, Alejandro Triana salió de Cuba. En 2022 llegó a Brasil, pidió refugio y promocionaba en su cuenta de Facebook servicios de paquetería a la Isla y ayuda con las gestiones para obtener un visado desde La Habana para viajar a territorio brasileño. Alternaba esas publicaciones con otras en las que buscaba una chica para pasar una noche intensa.

Ya fuera de la Isla, Triana autopublicó un libro de 92 páginas. Con el título Reflexiones Grises en el amor, el cubano hilvanó un texto autobiográfico en el que proporcionaba herramientas emocionales para que los lectores pudieran usarlas "con el medio que los rodea". Sus recomendaciones no podrían haber sido más proféticas: "Sin más, espero que sientan cada palabra en el corazón aunque le digan al mundo que no lo tienen".

En sus redes sociales, Triana no mencionó nunca el vínculo con Sikkema. Según la información proporcionada por la Policía brasileña, el presunto asesino se habría desplazado de São Paulo a Río de Janeiro, al acomodado barrio de Jardín Botánico, en la zona sur de esta ciudad, para cometer el crimen. Todo indica que vigiló el domicilio de Sikkema, a quien conocía muy bien de La Habana, durante 14 horas, antes de actuar.

Sikkema fue asesinado justo en esa casa de la ciudad costera. Varios amigos cuentan a este diario que, además, había comprado una segunda vivienda en Brasil, un país al que viajaba hasta tres veces al año. El dinero que le robaron tras matarlo, era en parte para amueblar ese otro inmueble. "De Alejandro Triana nunca hablaba. No era alguien de importancia en la familia, él era solo un peón", sentencia Isolda.

La policía brasileña detuvo a Triana en el estado vecino de Minas Gerais, llevaba encima joyas y el equivalente a más de 36.000 dólares en efectivo

Los investigadores quieren hablar ahora con Daniel G. según informó el diario O Globo y se hizo eco el New York Post.

"Sabiendo que el sospechoso detenido es cubano, se iniciará una nueva fase de la investigación para verificar si el ex marido tenía alguna relación con el acusado", dijo el portavoz de la Policía de Río, Alexandre Herdy, en una conferencia de prensa el pasado viernes.

"No tenemos ninguna duda de que se trató de un crimen premeditado", dijo Herdy. "Lo que no sabemos es cuál fue el móvil, si fue un robo u otra cosa. Lo que entendemos es que el sospechoso tuvo mucho cuidado y dejó encendido el aire acondicionado del dormitorio para no levantar sospechas. También dejó un teléfono móvil caro cerca del cuerpo, algo que no entendemos". El cadáver del estadounidense fue encontrado el lunes por su abogado, que tenía las llaves de su casa.

Las preguntas de la Policía brasileña coinciden con las que se hacen los amigos de Sikkema. Conocedores de los conflictos que vivía la pareja y de las presiones de Daniel G. que no quería dar el divorcio al galerista antes de lograr sus demandas millonarias, a las que éste se resistía. Los mensajes vuelan veloces entre los móviles de los más cercanos al estadounidense y crecen las especulaciones.

Una de esas amigas es Cucú Diamante, la cantante cubanoamericana que se ha convertido en una figura muy activa por el acercamiento diplomático y cultural entre Estados Unidos y la Isla. "Está profundamente afectada y no quiere hablar con nadie del tema, pero por los mensajes que ha intercambiado hasta ahora tiene las mismas sospechas que todos y esas dudas señalan a Nueva York", sentencia Fabio.

Una de esas amigas es Cucú Diamante, la cantante cubanoamericana que se ha convertido en una figura muy activa por el acercamiento diplomático y cultural entre Estados Unidos y la Isla

En las imágenes de las cámaras de seguridad de la casa de Sikkema en Río de Janeiro se percibe a Alejandro Triana entrar por 14 minutos al inmueble entre las tres y las cuatro de la madrugada del domingo 14 de enero. Poco después, se le ve salir apresurado. La próxima imagen que se difundió de él ya era la de un hombre esposado y con cara de sorpresa.

¿Qué pasó para que el "peón" apuñalara al galerista? ¿Cuánto saben los amigos de Sikkema que se callan para no involucrarse ni destapar una red que se benefició de la generosidad del estadounidense? ¿Cuánto se silencia para que el escándalo no salpique al entramado artístico y de negocio cubano que vive de millonarios enamorados de la Isla?

Es probable que algunas de las respuestas salgan a la luz en los interrogatorios a Alejandro Triana en Brasil, pero muchas otras solo se pueden encontrar en La Habana y en Nueva York.

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