Los bajos del Focsa de La Habana se convierten en territorio dólar
Comercio
- El nuevo supermercado de Cimex-Gaesa está asociado con la empresa de capital español Ipsa, creada en Panamá
- Este martes, las cajeras solo cobraban en billetes verdes por falta de conexión para el pago con tarjeta
La Habana/Dólares en mano, Marcial entró este martes al recién inaugurado mercado en dólares en los bajos del edificio Focsa, La Habana. La tienda se ha sumado a la dolarización parcial que el régimen cubano comenzó en enero pasado. Pero, ni siquiera con los billetes estadounidenses los clientes se libran de ciertos obstáculos: sin monedas para dar el vuelto y con la conexión con el banco interrumpida, el comercio funciona a media máquina.
"Estamos dando el cambio en bombones", aclara la cajera con un uniforme en el que se lee Supermix Market, un nombre conocido por los habaneros tras la apertura de un local en la calle 20 entre 3ra y 5ta en Miramar. Ahora, en esta nueva locación en el Focsa, el nombre de la marca en varias paredes, los carros de compra recién estrenados y los anaqueles repletos de mercancía sirven para aclarar a cualquier despistado que ha entrado en territorio fula.
"Hace rato no pasaba por aquí y me ha sorprendido todo pintado y el portal limpio, aunque si te alejas unos metros de la puerta ya se acaba el encanto", opina una vecina del barrio que se acercó para comprar picadillo de pollo. Antes de llegar al mercado, la mujer tuvo que sortear a un hombre durmiendo en el suelo justo frente a la entrada del edificio Focsa, un inmueble considerado una de las maravillas arquitectónicas de la capital cubana desde los años 50.
"Hace rato no pasaba por aquí y me ha sorprendido todo pintado y el portal limpio, aunque si te alejas unos metros de la puerta ya se acaba el encanto"
El recién inaugurado mercado está gestionado a cuatro manos entre Cimex, parte del conglomerado militar Gaesa, y la empresa Inversiones Pucara S.A. (Ipsa) creada en Panamá por accionistas españoles. Con presencia en Cuba desde 1997, la compañía se ufana en sus perfiles en redes de "posicionarse como una de las importadoras de alimentos y bebidas de calidad más respetadas y notables de la Isla". Basta recorrer los estantes para comprobar que importa a la Isla desde vinos, pasando por alimentos básicos hasta comida para mascotas.
"Está bien surtida y los precios están entre medio y alto", comenta una anciana que ha ido junto a su pareja para comprar yogur y leche en polvo. El monto total de la compra fue de 9,65 dólares y la mujer pagó con un billete de diez. De vuelto, la empleada le entregó una golosina de chocolate aclarando que "menudo no hay", algo que no dejó del todo conforme a la cliente, aunque ya estaba advertida.
"Me habían contado que en el mercado de 3ra y 70 también es así, pero una cosa es oírlo y otra vivirlo", sentenció la anciana antes de salir. Detrás de ella, en el próximo turno en la fila un cubañol pagó su factura con un billete de 100 dólares lo que hizo demorar la cola. En un formulario con varias columnas, la cajera anotó el nombre completo, el número del pasaporte y la dirección donde el cliente se está "quedando por estos días".
"Muchos productos en exhibición pero no tiene una máquina para detectar rápidamente si se trata de un billete falso", se quejaba el hombre que, con anterioridad había preguntado si podría pagar con una tarjeta magnética Visa de un banco español. "No, los POS (punto de venta electrónico) no tienen conexión con el banco desde ayer", explicaba la trabajadora. "No sabemos qué pasa, pero solo estamos cobrando en efectivo".
Entre las ofertas del supermercado se ven productos de las marcas españolas El Pozo, Pascual y La Menorquina, las italianas Parmalat y Ferrero Rocher y la estadounidense Pringles, entre otras. Ipsa es también unos de los principales suministradores de la cerveza española Belgastar, una dura rival para las marcas nacionales, como Bucanero y Cristal, duramente golpeadas por la inestabilidad en la producción.
El director general de Ipsa en Cuba, el español Fernando Rovira Murillo, se ha ganado el favor de los medios oficiales que no solo han alabado el trabajo de Pucara sino también su participación en la Fiesta Internacional del Vino de 2023. Calificada por la prensa estatal como "socio seguro" y "altamente profesional", la firma, que tiene más de un centenar de trabajadores, también tiene acuerdos con los negocios privados locales, a los que ofrece sus servicios de suministrador mayorista.
"Entré nada más que para coger un poco de fresco del aire acondicionado y me he quedado maravillado con tantas luces"
En su mercado de El Vedado, todas las lámparas encendidas dan cierto toque irreal a un comercio enclavado en una zona que también sufre la arremetida de los apagones: ese mismo día, como los anteriores, con un déficit de 1.820 megavatios, el país entero se quedó sin luz durante horas. "Entré nada más que para coger un poco de fresco del aire acondicionado y me he quedado maravillado con tantas luces", comentaba con ironía un cliente a una de las empleadas. "Se ve que es en dólares, porque ya esto no se ve en moneda nacional", concluía antes de salir.
Otros hacían un registro minucioso de cada anaquel de cara a las posibilidades económicas del futuro. "Hay muchas opciones pero también veo productos que son demasiado exclusivos, mientras que algunos alimentos básicos faltan", decía una cliente cerca de la zona de cárnicos. "Creo que hay pocas opciones de carnes y pensé que iban a tener mayor variedad de embutidos". Un joven empleado aclara a la mujer que "esto está empezando y todavía va a llegar más mercancía".
La ubicación de la nueva tienda dolarizada no podría ser más elocuente. El Focsa fue uno de los símbolos de la pujante burguesía cubana y con la llegada al poder de Fidel Castro muchos de sus lujosos apartamentos fueron nacionalizados y distribuidos entre funcionarios confiables, ministros y gente muy cercana al Máximo Líder. Ahí vivieron técnicos soviéticos, guerrilleros latinoamericanos y artistas extranjeros comprometidos con la Revolución.
Ahora, sin embargo, el supermercado en la planta baja del coloso de El Vedado vende en dólares, la moneda que decían aborrecer muchos de aquellos antiguos habitantes.