En la bodega La Real, en Matanzas, solo quedan 200 pesos en la caja y ningún producto en venta

Matanzas

“Nuestro trabajo diario se ha reducido a vender en días alternos la leche para niños menores de siete años”

En La Real, el sistema de caja chica no funciona y el código QR pegado a la pared es solo una estampa deslucida.
En La Real, el sistema de caja chica no funciona y el código QR pegado a la pared es solo una estampa deslucida. / 14ymedio
Julio César Contreras

17 de septiembre 2025 - 14:52

Matanzas/Mientras una mosca se posa con insistencia sobre el mostrador de granito, las dos empleadas de la bodega La Real, en el barrio matancero de Pueblo Nuevo, intentan recordar cuándo fue la última vez que despacharon aceite. A mitad de mes, los estantes de madera siguen desnudos y en la vieja caja registradora apenas quedan 200 pesos de fondo, repartidos en billetes de 10. 

“Desde hace tiempo nuestro trabajo diario se ha reducido a vender en días alternos la leche para niños menores de siete años. La venta de productos normados aquí ya es algo raro”, admite a 14ymedio una de las dependientas.

Las noticias oficiales llegan desde la distancia. Este lunes –informó al periódico Girón la funcionaria provincial Rebeca Fundora Águila– comenzarían en Cárdenas y Colón las entregas de chícharos pendientes desde mayo, junto con los de junio. También se distribuiría una libra de azúcar de la cuota de agosto en municipios como Limonar, Los Arabos, Martí y Colón. Y en Unión de Reyes, Cárdenas y Pedro Betancourt, al fin se repartiría la compota infantil atrasada desde junio.

Tenemos que limpiar con la escoba y la frazada de piso que traemos de la casa, porque si esperamos a que nos den implementos de limpieza, la suciedad llegaría al techo”

Pero en La Real los vecinos ya ni preguntan. El sistema de caja chica, para solicitar efectivo, no funciona y el código QR pegado a la pared es solo una estampa deslucida. “La gente se quejaba por alteraciones en el pesaje de los mandados. Pues bien, por lo menos ese problema está resuelto. No tenemos nada que poner en la balanza”, ironiza la administradora, que ha reducido su papel a informar a los clientes de que nadie sabe cuándo llegará algún producto.

Con la amenaza de lluvia, una de las trabajadoras cierra el candado de la reja para evitar que entren con los zapatos llenos de fango. “Tenemos que limpiar con la escoba y la frazada de piso que traemos de la casa, porque si esperamos a que nos den implementos de limpieza, la suciedad llegaría al techo uniéndose al comején”, se queja. Aunque el horario oficial extiende la apertura hasta las siete de la tarde, a más tardar a las seis las dos empleadas se marchan.

Sentadas en bancos de madera, durante toda la jornada solo les queda comentar noticias, la trama de alguna telenovela y el último video que vieron en TikTok: la leche en polvo, dicen, está en los almacenes de la Empresa Mayorista de Productos Alimenticios (Empa) pero nadie sabe cuándo llegará al local. “En vez de ser el centro del barrio como pidió el Gobierno, las bodegas están peladas”, lamenta una de ellas.

La administradora, a poco más de un año de jubilarse, admite que ya no le quedan fuerzas para protestar. Reconoce que el abandono es estructural. “Los trabajadores del comercio tenemos que poner de nuestros bolsillos hasta las luces para alumbrarnos las pocas veces que ponen la corriente durante el día”, asegura. Ella ha visto cómo la canasta familiar normada se ha reducido a prácticamente nada.

Este será otro mes sin café, sin arroz, sin esperanza. “Se está pasando hambre, no es mentira”, sentencia la mujer, mientras el candado chirría al cerrarse sobre la puerta vacía de La Real.

También te puede interesar

Lo último

stats