Cojímar, campo de ruinas ilustres

La Habana

Poco queda en el hotel Campoamor del lujo y el confort que atrajo a figuras tan prominentes como la viuda y el hijo de José Martí

El antiguo hotel Campoamor tiene carteles por todos lados advirtiendo del "peligro de derrumbe".
El antiguo hotel Campoamor tiene carteles por todos lados advirtiendo del "peligro de derrumbe". / 14ymedio
Darío Hernández

19 de julio 2025 - 13:21

Cojímar (La Habana)/"No pase. PNR". La prohibición de la Policía, escrita en grandes letras negras sobre la caja de un camión abandonado, es casi innecesaria si se alza la mirada hasta el edificio. Con aspecto de mansión embrujada, las ruinas del antiguo hotel Campoamor, que albergó un reformatorio y tuvo muchos otros usos en Cojímar, dejan claro al caminante lo que le espera si cruza el umbral.

Advertencias similares cuelgan, en trozos de zinc, de la reja que resguarda el edificio en “peligro de derrumbe”, y que ha sido completada con palos y alambre de púas para evitar que entren los curiosos. Dentro, en el antiguo jardín, descansan el camión sin ruedas y un ómnibus oxidado cuya estructura muestra las huellas de los chatarreros, que han dejado apenas el cascarón del vehículo.

“Eso primero fue un reformatorio, después fue una escuela diferenciada [para estudiantes con discapacidad en el aprendizaje] y ahora está abandonado”, explica a este diario Pedro, de 77 años, “nacido y criado en Cojímar”. No obstante, el pescador relata solo la cronología que conoce, y que se limita al tiempo en el que el edificio ha estado en manos de la Revolución. 

Cuando lo construyeron, en 1907, sus dueños y los arquitectos querían que fuera la joya del balneario capitalino, al que viajaban los criollos ricos y donde veraneaban las grandes fortunas de la Isla. La historia la registra incluso Ecured, la wikipedia oficialista, que adjudica el inmueble a Pilar Samoano, una empresaria hotelera dueña, entre otros edificios, del hotel El Telégrafo, en La Habana, que en 2022 se convirtió en el primer alojamiento cubano LGBTI+ friendly de manos de la cadena española Axel. 

Cuando lo construyeron, en 1907, sus dueños y los arquitectos querían que fuera la joya del balneario capitalino.
Cuando lo construyeron, en 1907, sus dueños y los arquitectos querían que fuera la joya del balneario capitalino. / 14ymedio

Comprado por el Gobierno de la República, pocos años después de su apertura pasó a ser un sanatorio para tuberculosos hasta la llegada al poder de Fidel Castro. Hoy, ni siquiera Ecured esconde su ruina: “Posterior a 1959 esta edificación tuvo diversos usos, hasta que, lamentablemente, la falta de atención y mantenimiento lo ha llevado a un estado calamitoso total, del que probablemente no se recupere nunca más”.

“Es una lástima”, coincide Pedro. “El Gobierno está dejando que se eche a perder. Eso se repara y cuántas familias no caben ahí. Gente que está viviendo con los suegros o no tienen donde vivir”, recalca el pescador mientras señala la gigantesca construcción que conserva un tenue color rosado.

Con el abandono, el edificio se ha convertido en una especie de invernadero a la cañona. Las enredaderas carcomen las paredes atraídas por la humedad, de las grietas de los balcones guindan helechos y, de los ventanales del último piso, robustos por los años que han tenido de paz, salen las ramas reverdecidas de varios árboles. Sus raíces han acabado con el piso y borrado la frontera entre una planta y otra del antiguo hotel.

Un ómnibus oxidado cuya estructura muestra las huellas de los chatarreros, que han dejado apenas el cascarón del vehículo.
Un ómnibus oxidado cuya estructura muestra las huellas de los chatarreros, que han dejado apenas el cascarón del vehículo. / 14ymedio

Poco queda en el Campoamor del lujo y el confort que atrajo, en su época, a figuras tan prominentes como la viuda y el hijo de José Martí, el capitán del Ejército Libertador José Francisco Martí Zayas-Bazán, heredero de varias líneas de apellidos ilustres en la Isla. “Hace unos años se comentaba que la Oficina del Historiador quería reparar el edificio, pero dijeron que los cimientos y la estructura no aguantaban una reparación completa y la idea era derrumbarlo. Parece que aún no deciden qué hacer”, lamenta Pedro.

Mientras, la basura se acumula en el muro del inmueble que da a la calle Real, la principal de Cojímar. La vía se ha convertido en un paseo de pequeños vertederos que aparecen en cualquier esquina y baches que los carros intentan a toda costa esquivar.

La misma suerte del Campoamor tuvieron otros elegantes edificios y mansiones de Cojímar que en la República pertenecieron a empresarios y familias de la clase alta habanera. Es el caso de la Quinta Pedralbes, que pertenecía al empresario catalán Joaquín Boada y fue construida por Mario Rotllan, un destacado representante del art nouveau que llegó a tener varios talleres en la Isla. 

Con las paredes descascaradas y los jardines tomados por plantas silvestres, la casona sobrevive apenas como refugio para varias familias. En los antiguos jardines, donde llegaron a convivir exóticas especies de plantas traídas de cualquier rincón del mundo, ahora brotan palmas y plataneros. 

La misma suerte tuvieron otras elegantes mansiones que en la República pertenecieron a empresarios y familias de la clase alta habanera.
La misma suerte tuvieron otras elegantes mansiones que en la República pertenecieron a empresarios y familias de la clase alta habanera. / 14ymedio

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