Correos de Cuba mueve miles de dólares en paquetería pero no tiene sellos postales
Matanzas
De no ser por los cubanos en el extranjero y sus constantes envíos de mercancías, los trabajadores de la empresa no tendrían trabajo
Matanzas/En una ciudad donde las colas crecen en muchos puntos de venta, sorprenden los pocos clientes que acuden a las oficinas de Correos de Cuba. La falta de sellos y otros insumos para el envío de correspondencia ha convertido estos locales en meros receptores de paquetería que llega desde el extranjero. El lugar que antes ocupaban las cartas y los telegramas ahora está lleno de bultos con leche en polvo o con medicamentos.
En el Correo de la calle Medio, donde hace unos años se aglomeraba una fila desde bien temprano, ahora es común ver a los trabajadores con cara de aburrimiento. "No, no tenemos sellos todavía", repite una de las empleadas que cada día responde la misma pregunta decenas de veces. "Sufrimos un abandono a nivel nacional", cuenta la mujer a 14ymedio y señala la inestabilidad en el suministro de estampillas como una de las señales más notables de ese deterioro.
"Parece anticuado, pero todavía hay gente que envía cartas, aunque aquí la mayoría de los que vienen preguntando por sellos es para hacer algún trámite", añade. La publicidad pegada en las paredes del lugar refiera a "un universo mágico en cada colección" para atraer a los filatélicos, sin embargo las vitrinas y anaqueles están vacíos, no hay estampillas, ni sobres, tampocos cajas para hacer un envío a otra provincia y mucho menos pegamento, bolígrafos o papel para armar la carta ahí mismo.
Las personas que se quedan un rato en el local solo tienen un objetivo: recoger la paquetería que un pariente emigrado les ha enviado. "Nos hemos convertido en un punto de despacho y eso es lo que nos mantiene abiertos", añade la empleada. De no ser por la comunidad cubana en el extranjero y sus constantes envíos de mercancías, los trabajadores de Correos de Cuba no tendrían contenido laboral alguno. Solo en 2024 la entidad recibió y tramitó 503.232 envíos desde el extranjero.
Desde 2021, el Ministerio de Finanzas y Precios ha apostado por que los cubanos compren fuera lo que no puede importar el Estado. Así que cada tres meses prorroga el beneficio arancelario sobre los medicamentos, productos de aseo, alimentos y plantas eléctricas que arriban al país. Todos estos productos pueden entrar a la Isla libres de impuestos de Aduana siempre que se importen sin carácter comercial. La paquetería internacional ha sido una de las más beneficiadas con la medida, pero ese caudal de envíos no ha salpicado con sus beneficios a otros servicios de Correos.
"Algunos clientes protestan porque no tenemos sellos y están en todo su derecho. Lo único que puedo hacer es decirle que vuelvan la semana próxima, pero yo sé perfectamente que no hay solución a corto plazo", explica la trabajadora. Uno de esos airados compradores reclamó este lunes, con gritos y tirando la puerta a la salida, tras escuchar que los sellos de timbre, por valor de 20 pesos cubanos, que necesitaba para unos trámites notariales, no llegaban a la oficina "desde hace semanas".
"Cuando nos suministran sellos de esas denominaciones son en pocas cantidades y se agotan de inmediato", detalla a este diario un empleado de otra oficina de Correos, menos céntrica y aún más vacía de recursos y clientes. "Los días más animados son cuando nos toca pagar las pensiones a los jubilados". Los propios trabajadores le sugieren a los clientes que busquen las estampillas en el mercado negro. "Ahí tienen de todo", subraya el hombre.
"Compro tres sellos de diez pesos, me urgen", escribe una desesperada internauta en uno de los tantos grupos de compraventa en Facebook en los que se ofertan desde electrodomésticos hasta paquetes turísticos. El pedido acumula en pocas horas cientos de respuestas. "Tengo de 10, de 20 y de 1.000, acepto transferencia, pero hay que apurarse que se acaban", asegura uno de los vendedores informales de estampillas.
Hace tres años, para frenar la reventa, Correos de Cuba estableció un estricto racionamiento. "El límite de venta permitido por persona será de hasta tres unidades de sellos de las denominaciones de 10, 20, 40, 50, 125, 500 y 1.000 pesos. Para los sellos de 5 pesos el límite permitido por persona será de 5 unidades", aclaró la entidad estatal en una nota oficial. Pero, como pasa con tantos otros productos controlados, los negociantes particulares encontraron su manera de hacerse con ellos.
"Tienen contactos directo con los administradores y los trabajadores de las oficinas, cuando les suministran sellos los revendedores son los primeros en enterarse, ni siquiera llegan a la venta en el mostrador", lamenta una matancera que cansada de esperar se decantó por adquirir en el entramado informal las estampillas que necesitaba para confeccionar su pasaporte. "Tuve que pagar el doble, de los 2.500 pesos que necesitaba en sellos de timbre al final terminé soltando 5.000".
Algunos clientes, como Simón de 79 años y que este lunes recogió un paquete en el local de la calle Medio, unen los cabos y ventilan las contradicciones del monopolio de Correos de Cuba. "Reciben miles de paquetes cada semana, nuestros parientes allá afuera pagan bien caro el servicio y a veces no tienen ni una pluma para firmar el formulario de entrega", explica. "¿Por qué no invierten todo ese dinero que ganan con los envíos en mejorar otros servicios?".
"No contamos con suministro de papel, aquí las hojas que tenemos las han traído los propios trabajadores de sus casas", denuncia una empleada. "Los clientes que quieren enviar una carta o un bulto tienen que traerlo ya confeccionado porque ni con goma de pegar contamos", explica. Da la impresión de que el servicio está totalmente volcado en recepcionar y tramitar lo recibido desde fuera de la Isla pero ha dejado olvidados a quienes quieren enviar algún bulto postal dentro del país o hacia el extranjero.
"Hace poco publiqué un libro y quería mandar un ejemplar a mi sobrina en España pero no he podido ni conseguir un sobre mediano", lamenta un escritor local que una vez tuvo hasta un apartado postal ubicado a la entrada de la oficina. Ahora, con las cerraduras rotas, algunas puertas arrancadas y en total desuso, los buzones dan la bienvenida a los clientes, quizás advirtiéndoles que el local donde las cartas y los telegramas protagonizaban la escena, ahora es solo un receptor de comida, jabones y fármacos.