En Cuba, las entregas a domicilio se han convertido en una actividad de riesgo para los mensajeros

A Ismael, un joven de 21 años, lo atacaron para robarle una mochila con comida por un valor de 80 dólares

Algunos mensajeros reparten la mercancía que los emigrados compran a su familia o la comida de bares y restaurantes. (14ymedio)
Algunos mensajeros reparten la mercancía que los emigrados compran a su familia o la comida de bares y restaurantes. (14ymedio)
Natalia López Moya

14 de febrero 2024 - 13:55

La Habana/El logotipo de una empresa, el envase refrigerado de un restaurante o los colores típicos de un servicio de entrega a domicilio bastan para desatar la codicia. En un país asolado por la crisis, los mensajeros que transportan mercancías hacia las casas de los clientes se han convertido en el blanco de los asaltos. Fáciles de detectar, en bicicletas unos o en motocicletas otros, son víctimas cada vez más frecuentes de robos y agresiones.

Con un brazo en cabestrillo, Ismael, de 21 años, cuenta a 14ymedio su historia. "Recogí un menú de varios platos fuertes y unas cervezas en un restaurante para llevar a un cliente en el municipio de Playa, no era tarde pero ya había oscurecido", detalla. "Cuando iba cerca del puente de hierro sobre el río Almendares, un tipo me salió de la nada con un tubo en la mano".

Durante el asalto, Ismael interpuso su antebrazo para evitar que lo golpearan en la cara y terminó con una fractura en el cúbito. "Se llevaron la mochila con todo lo que tenía adentro", lamenta. El contenido del envase térmico, identificado con el logotipo de un famoso servicio de entrega a domicilio, "costaba más de 80 dólares pagados de antemano a través de la pasarela electrónica de la plataforma".

Impacientes alrededor de la mesa, los compradores que aguardaban a Ismael contactaron con los gestores del portal, pero la respuesta tardó horas en llegar

Impacientes alrededor de la mesa, los compradores que aguardaban a Ismael contactaron con los gestores del portal, pero la respuesta tardó horas en llegar. "Lo lamentamos mucho, nuestro mensajero ha sido asaltado y ahora está en el hospital. Trataremos de reponer la afectación causada con una nueva entrega pero ya tendrá que ser para mañana, porque a esta hora no tenemos ningún otro empleado que pueda ir hasta allá".

Los servicios de entrega a domicilio cada vez son más frecuentes en Cuba. Algunos reparten la mercancía que los emigrados compran a su familia y que incluyen desde productos alimenticios, pasando por insumos de ferretería hasta llegar a electrodomésticos. Los más conocidos son portales como Supermarket y Katapulk.

"Se pueden permitir moverse en panelitos [camionetas], que son siempre más seguros, pero incluso ellos están en el ojo de los delincuentes", reconoce Vladimir, quien durante tres años trabajó para Supermarket pero, tras arreglar su propio vehículo, se está dedicando a entregar remesas para una compañía con sede en Miami que envía, de manera informal, el efectivo a la Isla.

"En mi tiempo en Supermarket la cosa no estaba tan mala en las calles y solo había que tener cuidado en cerrar bien las puertas del vehículo para evitar robos ocasionales, pero ya no estamos hablando de eso, estamos hablando de que te salen de una esquina y te van a arriba con un objeto contundente, porque saben que estás transportando cosas de valor".

Como "de valor", Vladimir define "una caja de pollo congelado", "una olla arrocera" o "un paquete de yuca". Ahora mismo, "lo mejor es moverse en carros que no tengan la marca del servicio ni quede claro que se están dedicando a las entregas a domicilio. Si se ve que llevas productos valiosos, el riesgo es mayor".

Esta semana, el matrimonio de Annia y Pascual se quedó esperando más de diez horas a que llegara un mensajero que trasladaba unas brocas

Esta semana, el matrimonio de Annia y Pascual se quedó esperando más de diez horas a que llegara un mensajero que trasladaba unas brocas para abrir unos huecos en una de las paredes de su cocina. "Lo único que nos falta para completar la renovación es abrir esos huecos en las losas y necesitamos unas herramientas muy específicas. Vimos que las estaban vendiendo en Revolico y acordamos que nos las trajeran", cuenta la mujer.

En la madrugada y tras una jornada de frustrante espera, la pareja recibió un audio del mensajero. Les comentaba que estaba en el cuerpo de guardia de un hospital porque lo habían agredido y le habían robado toda la mercancía que llevaba. Entre las brocas, un taladro percutor y unas piezas hidráulicas, los ladrones se llevaron bienes por más de 300 dólares.

"Por suerte no habíamos pagado nada porque solo debíamos entregar el dinero cuando el mensajero llegara con el pedido, pero este robo nos paralizó las obras y también nos dejó preocupados con el muchacho, muy joven, al que le dieron un golpe fuerte en la cabeza. Al menos no lo mataron, porque como está la situación te quitan la vida por cualquier cosa", explica Annia.

En cuanto al papel de la Policía, un artículo publicado este domingo en Granma explicaba que las autoridades han incrementado la seguridad "mediante acciones operativas y policiales en diferentes procesos de la vida económica y social del país, entre ellos, la transportación, almacenamiento y distribución de alimentos". Por supuesto, hablan de los bienes estatales. Fuera de poner una denuncia o contratar agentes de seguridad privados, los particulares tienen pocas opciones para enfrentarse a los delitos.

"Estamos siempre contratando a mensajeros, pero ahora preferimos, para las entregas en horario nocturno, a los que tienen carro", reconoce una de las gestoras de una popular aplicación de envíos a domicilio en La Habana. "Hemos tenido varios casos de asaltos en las últimas semanas y todos salen perdiendo: el cliente que no recibe la mercancía, nosotros, que debemos reponer el costo de lo perdido, y el mensajero, que se lleva la peor parte".

"Ya no uso la mochila que me dieron en el trabajo, prefiero ir con una jaba discreta porque donde unos leen 'Mandao', otros leen 'róbenme'"

Lo que hasta hace poco parecía la ocupación ideal para gente que contara con un vehículo propio, ya fuera una bicicleta, una moto o un carro, se ha ido convirtiendo en una profesión de riesgo. "Ya no uso la mochila que me dieron en el trabajo, prefiero ir con una jaba discreta porque donde unos leen 'Mandao', otros leen 'róbenme'", concluye Richard, quien también ha definido con la empresa privada sus nuevos horarios de trabajo.

"No entrego en la noche, no entrego en barrios de la periferia de La Habana, no entrego en el interior de edificios, sino en la calle, no acepto que el cliente me cambie la dirección una vez hecho el pedido", detalla a 14ymedio. Su larga lista de "noes" continúa: "no trabajo los sábados, porque son los días más peligrosos y hay mucha gente queriendo hacer dinero fácil y no paro en semáforos ni en cruces de trenes, si veo que me va a coger la roja, doy vueltas hasta que pueda pasar o me voy por otra calle".

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