Un 21% de los cubanos se queda al margen del proceso electoral

La suma de las abstenciones, boletas en blanco y anuladas supone un motivo de alarma para la Plaza de la Revolución

En diez años, desde los comicios parciales de 2007, la participación electoral descendió más del 10%. (14ymedio)
En diez años, desde los comicios parciales de 2007, la participación electoral descendió más del 10%. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

28 de noviembre 2017 - 16:00

La Habana/El Gobierno cubano ha sufrido un revés en la primera vuelta de las elecciones municipales. Con un 85,94% de participación, los comicios revelan un fenómeno que la Plaza de la Revolución ve con preocupación: la abstención crece y también el número de ciudadanos dispuestos a mostrar públicamente su hastío hacia el proceso.

En diez años, desde los comicios parciales de 2007, la participación electoral descendió más del 10%. En ese entonces, pocos meses después de que Fidel Castro saliera del poder, la asistencia a urnas fue del 96,49%. Mientras que este domingo ha caído al 85,94%, según datos preliminares ofrecidos por Alina Balseiro, presidenta de la Comisión Electoral Nacional (CEN).

Los analistas internacionales suelen considerar una participación superior al 80% como una prueba de compromiso cívico con la democracia o de apoyo al sistema, pero en Cuba debe interpretarse de forma diferente. El bajo nivel de abstencionismo que ha caracterizado el proceso cubano por décadas es más una señal de temor que de apoyo al Gobierno.

El bajo nivel de abstencionismo que ha caracterizado el proceso cubano por décadas es más una señal de temor que de apoyo al Gobierno

Quedar en evidencia ante los vecinos y los miembros del Comité de Defensa de la Revolución como alguien que no participa en las elecciones del Poder Popular es casi sinónimo de declararse un enemigo del régimen. El miedo a sufrir represalias laborales, docentes o, simplemente, a ser observado con suspicacia por las autoridades, disuade de faltar a la cita con las urnas.

En un país donde todavía el 70% de los empleos proceden del sector estatal, señalarse ante el Gobierno como un apático político puede llegar a tener un elevado costo. A esa situación se le agregan las frecuentes ilegalidades que cometen los ciudadanos para paliar sus bajos salarios o el desabastecimiento de productos, unas actitudes que los fuerzan a pasar "bajo el radar" de la Seguridad del Estado.

No ir a votar en las elecciones pone en riesgo desde la posibilidad de ascender en la escala laboral hasta el suministro de productos provenientes de las redes informales del mercado negro. De ahí lo significativo y revelador de la subida en 2,4% del número de ciudadanos que no acudió a los colegios electorales.

Hace dos años, en los anteriores comicios parciales, la suma de las abstenciones, boletas en blanco y anuladas llegó al 18,6%, es decir 1.566.095 de electores que, de una forma u otra, mostraron su desacuerdo. En la actual edición, ese número se disparó a 1.869.937, el 21,12% del padrón. Una cifra que deja mal parada a la propaganda oficialista que dedicó las votaciones a Fidel Castro y las presentó como un espaldarazo a su legado.

Hace dos años, la suma de las abstenciones, boletas en blanco y anuladas llegó al 18,6%. En la actual edición, ese número se disparó al 21,12% del padrón

En esos casi dos millones de electores que no participaron, dejaron en blanco o anularon su boleta, hay que dejar margen a quienes se encontraban de viaje fuera del territorio nacional, los que olvidaron por error hacer una marca al lado de su candidato preferido o cometieron una pifia involuntaria. No obstante, el crecimiento es sintomático y evidentemente ha desagradado al Gobierno, que en menos de 24 horas desmontó la campaña mediática que había acompañado las elecciones hasta la tarde de este domingo.

La jornada del lunes contrastó con los días previos y los comicios municipales pasaron a ocupar el tercer lugar en las noticias de los telediarios, además de ser desplazados hacia la zona baja de las portadas de sitios digitales como Cubadebate, Granma y Juventud Rebelde. Las cifras han sido ninguneadas como si el Gobierno sintiera vergüenza de no haber logrado una participación superior al 90%, después de tantos recursos invertidos y tan intensas convocatorias.

Resulta también notoria la falta de formalidad de la CEN en el momento de rendir cuenta al electorado sobre el resultado final del proceso. La conferencia de prensa que se realizó en el memorial José Martí de la Plaza de la Revolución en la tarde de este lunes no fue transmitida en vivo por la televisión nacional, a pesar de haberse anunciado previamente en los medios nacionales.

La Comisión debió dar un reporte dirigido al electorado, como corresponde a un acto de tanta seriedad y trascendencia para cualquier país. La lectura de un informe detallado y las posteriores precisiones a la prensa, tras una jornada electoral, son prácticamente la función más importante que debe desempeñar la presidencia de la CEN.

En lugar de eso, en el noticiero estelar de la noche, la periodista Talía González hizo varias preguntas complacientes a Balseiro que le permitieron hacer malabarismos con los números. En sus respuestas reflejó solo los aspectos positivos, como la "calidad del voto" que se expresó en un 91,79% de boletas válidas, pero ocultando el dato más revelador que fue la cifra récord de abstencionistas, que alcanzaron el 14,11% del padrón (1.246.809 electores).

La conferencia de prensa que se realizó en el memorial José Martí de la Plaza de la Revolución en la tarde de este lunes no fue transmitida en vivo por la televisión nacional

Los televidentes, acostumbrados a ver a través de los medios oficiales la transmisión en vivo de los resultados electorales en otros países, como recientemente ha sucedido en los comicios de Venezuela, Ecuador y Argentina, no daban crédito a la poca importancia que se le dio al anuncio público de estos resultados. Mostrados sin recuadros, diagramas comparativos y sin presentar todos los datos.

Esa opacidad en las estadísticas apenas puede ser cuestionada con datos independientes, aunque la oposición hubiera recorrido los colegios electorales que abrieron sus puertas a lo largo de la Isla. La razón es sencilla y está en la base de las reglas que rigen unos comicios marcados por una deficiencia en materia de democracia y representatividad.

Una particularidad poco destacada de la ley electoral cubana, vigente desde 1992, es que obliga a los colegios electorales a brindar la información de los resultados en cada circunscripción utilizando una boleta en blanco, en lugar de contar con un modelo específico para poner a la vista esa información pública.

En las boletas solo puede reflejarse el número de votos que obtuvo cada candidato, pero no hay un lugar para mostrar la cifra de boletas que quedaron en blanco ni las anuladas, como tampoco se refleja el porcentaje de participantes.

Los cubanos no podrán cambiar la decisión sucesoria para el más alto cargo del país, pero más del 20% del padrón electoral ha tomado distancia

Las partes independientes, al estilo de los Ciudadanos Observadores de Procesos Electorales (COPE), se hubieran visto obligadas a la misión imposible de tener presencia física en cada uno de los 24.365 colegios justo a la hora del conteo, en lugar de recorrerlos posteriormente para copiar los datos reflejados en la boleta que se coloca a la vista pública.

De manera que cuestionar las cifras dadas por Balseiro en cuanto a boletas anuladas o en blanco es un esfuerzo estéril. Sin embargo, leer en clave social que casi dos millones de personas no colaboran, activa o pasivamente, con el proceso electoral de este domingo es un indicador que debe estar haciendo saltar las alarmas en las altas instancias cubanas.

Las elecciones que iban a allanar y cimentar el camino para que el próximo 24 de febrero de 2018 Raúl Castro se levante de la silla presidencial han comenzado mal para el oficialismo. Los cubanos no podrán cambiar la decisión sucesoria para el más alto cargo del país, pero más del 20% del padrón electoral ha tomado distancia.

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