Las deudas millonarias con los productores de caña auguran otra zafra desastrosa

Azúcar

Los agricultores denuncian impagos reiterados, un factor más para el naufragio de la industria que una vez fue símbolo de Cuba

Siembra de caña en Artemisa, donde intentan llegar a tiempo a pesar de los impagos.
Siembra de caña en Artemisa, donde intentan llegar a tiempo a pesar de los impagos. / Trabajadores
14ymedio

15 de septiembre 2025 - 09:46

Madrid/Todo hace prever que la próxima zafra azucarera volverá a arrebatar a su predecesora el título de “la peor en un siglo”. Lo advirtió el pasado julio el ministro de Economía, Joaquín Alonso Vázquez, que avisó de que los atrasos en la siembra de la caña eran persistentes y, de seguir así, no sería posible “conseguir incrementos signi­ficativos en las zafras del 2026 y 2027”. El funcionario culpó a la escasez de materia prima pero es gracias a un reportaje publicado este lunes en Trabajadores que se entiende mejor la falta de caña.

Es sabido que la falta de combustible y de insumos para la siembra repercuten, pero no tanto que el Estado adeuda millonarias sumas de dinero a los productores. “A la zafra 2024-2025 entregué 2.080 toneladas de la gramínea entre abril y mayo y no he recibido ni un centavo de los más de 4 millones de pesos de esa venta”, cuenta Joel Collazo Apaceiro, un cooperativista artemiseño que subraya que la situación no tiene nada de excepcional. “Za­fra por zafra el impago es igual. Se violan los contratos, pero se­guimos en el surco pese a las in­satisfacciones”, agrega.

“Aun­que la industria no haya pagado la caña cortada, las campañas de siembra de las temporadas de pri­mavera y de frío no esperan por burocracias”, añade otro productor. El secretario del Sindicato Nacional de Tra­bajadores Azucareros, Yrrael Rouseaux Mansfarroll, dice que esta morosidad en 33 Unidades Básicas de Producción Cooperativa afectan, ni más ni menos, que a 4.700 cooperativistas. “Es responsabilidad de las juntas ad­ministrativas buscar una alter­nativa para proteger el salario de sus trabajadores”, reclama, aunque afirma que el viceministro Jor­ge Luis Tapia Fonseca está en vías de solucionarlo con Azcuba.

Esta morosidad en 33 Unidades Básicas de Producción Cooperativa afectan, ni más ni menos, que a 4.700 cooperativistas

Lo mismo reprocha Elba Peña Rojas, presidenta de una cooperativa ubicada Banes, Holguín. “Resulta perjudicial tener cepas de hace tres años, las cuales las han dejado de cortar por una u otra razón, se infringe el contrato para tributar al central Fernando de Dios y hoy la Em­presa Agroindustrial Azucarera (EAA) de igual nombre nos debe 22 millones de pesos, y se afecta el pago por concepto de vinculación a los cañeros y la distribución de las utilidades a los cooperativistas”, reprocha.

Peña denuncia que no es lo único que falta. A la falta de fertilizantes, herbicidas, petróleo y otros recursos, –que han dejado por los suelos el rendimiento cañero, de 100 a 45 toneladas por hectárea– hay que sumar los incendios malintenciona­dos, que han dejado grandes daños en su territorio. 

Al cúmulo de desgracias, los productores suman otra más. Los robos del alambre con que cercan sus fincas permiten que el ganado de los terrenos circundantes entre en el terreno y arrase con la caña. “Mantenemos la atención a cinco caballerías. Otra vez auto­rizaron la crianza de vacas en la zona y hemos puesto vallas en los cañaverales; aunque no basta por­que nos roban el alambre y los ani­males acaban con las plantaciones. Lo denunciamos y nadie actúa para detener el delito”, se queja.

Trabajadores ha entrevistado para el reportaje a Antonio Viamontes Perdomo, di­rector del único central que cumplió con el plan azucarero de la pasada contienda, el Melanio Hernán­dez, de Sancti Spíritus. “En los últimos cuatro años las limi­taciones principalmente de com­bustible han influido en que los volúmenes de caña a sembrar no alcancen ni para semilla. La idea es detener el decrecimiento en junio de 2026”, indica. Pese a lucir con honor su condición de buen cumplidos, el territorio del que se abastecen no tiene buenas noticias. “Allí, el 75% de las tierras de­dicadas al cultivo de la gramínea están vacías”. 

Más ejemplos. El central Carlos Ma­nuel de Céspedes, en Camagüey, molió el 21% de caña quemada y el 70% de la que se transportó, tardó más de 12 horas en llegar, perjudicando a la eficiencia, que se quedó en apenas un 20% del plan. En Artemisa, la empresa 30 de Noviembre tuvo una falta de combustible tal que se demoró 34 días en trasladar la caña, por lo que apenas se procesaron 1.762 toneladas.

El Antonio Guiteras, de Las Tunas, se quedó en un 16% de lo proyectado, 7.200 de las 45.000 toneladas planificadas. La cifra es muy preocupante porque este es el central que más azúcar tiene acordado entregar al Estado, pero todo lo malo que le podía pasar, pasó, incluyendo la escasez de personal, que cada vez es más acuciante. 

El Ciro Redondo, en Ciego de Ávi­la, lleva siete años consecutivos sin cumplir con lo encargado, agravado porque este año –cuando molió algo más de la mitad– el 70% era de caña de anteriores cosechas, lo que da peores resultados. Lo mismo pasa con la bioeléctrica vecina, que suma “millones de kilovatios dejados de aportar desde la puesta en marcha en el 2020, aunque este equipo de prensa no tuvo acceso a la información oficial sobre ese tema”, espeta el texto.

Trabajadores reitera la queja al referirse al central Uruguay, cerrado desde hace años, cuando se previó que los rusos lo reformaran. “Algunas trabas, además, im­pidieron captar de primera mano lo que ocurre en la industria Uru­guay, de Sancti Spíritus. No obs­tante, por otras vías legales se conoció que le apagaron sus má­quinas en el 2022, debido al de­crecimiento cañero y la falta de recursos para revitalizar el equi­pamiento fabril”, dice la nota, que pone de relieve el incumplimiento del Gobierno de su propia Ley de Comunicación Social, al negarse a dar datos requeridos por la prensa oficialista.

El Urbano Noris, en Holguín, hizo su última zafra en 2023, cuenta la directiva del grupo empresarial azucarero en la provincia, ya que “necesitaba una reparación capital que no fue posible, pues depende de una inversión”

El Urbano Noris, en Holguín, hizo su última zafra en 2023, cuenta la directiva del grupo empresarial azucarero en la provincia, ya que “necesitaba una reparación capital que no fue posible, pues depende de una inversión”. La siembra, además, tiene otro problema. Debe crecer, pero se encuentra con el inconveniente de que, si lo hiciera, no habría industria donde procesarla. “En los campos está la evidencia, con las grandes cantidades de cañas quedadas y requedadas”, dice José Luis Jomarrón Cera, presidente de otra cooperativa tunera.

“A nosotros nos restaron por cosechar 14.000 toneladas de caña con aproximadamente 28 millones de pesos por cobrar. Por otro lado, los impagos de la ma­teria prima, ya suministrada y procesada, perjudica la entrega de anticipos y la compra de insu­mos imprescindibles para la pro­ducción, además, se alteran los costos, pues al no pagar a tiem­po los créditos otorgados por los Bancos, aumentan los intereses y se sufragan cantidades de dinero nada despreciables”, resume. Las pocas medidas tomadas, añade, han llegado tarde, cuando la industria azucarera agoniza.

Los datos de la última zafra no han sido revelados oficialmente, pero se sabe que no alcanzaron las 150.000 toneladas y que, incluso, la cantidad puede ser muy inferior. En esta contienda participaron 15 centrales azucareros, de los que 10 han aportado a los medios oficiales sus resultados, que suman un total de 95.584 toneladas. Los cinco restantes no han revelado su producción, pero se sabe con precisión que entre todos ellos tenían como objetivo 52.068 toneladas de azúcar. Es decir, en el caso de que lo hubieran cumplido, la zafra ascendería a 147.652 toneladas. No obstante, solo uno, el espirituano, lo hizo. Hace 40 años, se logró un récord histórico, con 8,5 millones de toneladas de azúcar. Desde entonces, la caída es como un pozo sin fondo.

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