Díaz-Canel acusa a EE UU de buscar "otra vez un estallido durante el verano"
Cuba
El mandatario afirma que Cuba es un país en guerra: “Todos los días caen a nuestro alrededor las bombas de la guerra económica que bloquea"
Madrid/El diario Granma publicó este domingo el discurso íntegro de Miguel Díaz-Canel en el cierre del plenario del comité central del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuando el dirigente estaba ya en Brasil, ofreciendo otro en la XVII Cumbre de los Brics, donde la Isla tiene rango de país asociado. La base de ambos era la misma, que Cuba es un país asediado por EE UU, pero las soluciones varían dentro y fuera. Al partido le pidió filas apretadas frente a la mayor crisis de la historia reciente y a los socios que continúen siendo tabla de salvación.
En su mensaje del sábado, Díaz-Canel habló de que Cuba “vive y resiste hace más de 60 años bajo condiciones de guerra” e hizo la mínima autocrítica. Solo la pequeña dosis indispensable para guardar las apariencias, precisamente reivindicando su capacidad para afrontar responsabilidades. “Hemos reconocido deficiencias, tendencias negativas, comportamientos no acordes con los principios de la construcción socialista, conductas egoístas, individualistas, consumistas, que se oponen al ideal solidario, colectivo, inclusivo, emancipador, de justicia social que está en la base del proyecto político de la Revolución”, afirmó.
“Hemos reconocido deficiencias, tendencias negativas, comportamientos no acordes con los principios de la construcción socialista, conductas egoístas, individualistas, consumistas"
Pero toda la primera parte se centró en el “contexto altamente desafiante y amenazador” que vive Cuba. “Todos los días caen a nuestro alrededor las bombas de la guerra económica que bloquea, que obstaculiza, que frena o ralentiza todos los esfuerzos, y las bombas de desinformación, de distorsión y de odio que envuelven a las primeras”, señaló, sin dejar de aludir al nuevo memorando de medidas hacia la Isla firmado por Donald Trump la pasada semana y que apenas constituye una novedad, pues replica casi con total precisión al que signó en 2017.
“Otra vez el imperio apuesta a una crisis política y social que desemboque en un estallido durante el verano”, dijo Díaz-Canel, en clara referencia a las históricas protestas gubernamentales que vivió la Isla el 11 de julio de 2021. “Por eso anuncian constantemente medidas y amenazas sobre las dificultades actuales, aumentando el peso indiscutible que estas tienen sobre las condiciones de vida de la mayoría del pueblo, sobre el cual se lanzan con todos los medios a subvertir, confundir y desorientar”.
En medio de este escenario de hostilidad que planteó, toca al Partido “defender la unidad con acciones, propiciando la participación del pueblo y especialmente de los jóvenes en todos los procesos decisivos”. No se refería a elecciones libres, sino a defender el statu quo, “fundamentalmente la ideología y la economía”.
Aunque el discurso, por estar dirigido al Partido, tenía una comprensible naturaleza doctrinal, Díaz-Canel no hizo ni una sola propuesta de cambio, a pesar de que hubo un apartado dedicado a la situación económica donde parecía tener cabida. “Se debe liberar a las empresas estatales y no estatales de las trabas burocráticas que aún existen, que no les permiten desplegar todo su potencial en el desarrollo de las fuerzas productivas del país”, dijo tras reconocer la necesidad de que se incrementen la producción de bienes y la prestación de servicios con eficiencia. No concretó si su Gobierno prevé introducir alguna medida dirigida a esto, aunque no parece previsible ningún cambio de rumbo real.
El mandatario llamó a incrementar los ingresos en divisas, mejorar la producción agroalimentaria y estabilizar el sistema energético nacional, pero no ofreció –de nuevo– una sola herramienta para que se logre.
Díaz-Canel también hizo referencia a las ilegalidades y la alarmante situación de tráfico y consumo de drogas, que prevé atacar con “información pública y ejemplarizante”, previsiblemente en referencia a los juicios, que es cuando trascienden estas situaciones para escenificar que todo está bajo control y se actúa con dureza, una actitud meramente sancionadora que no ha parecido lograr nada en estos años en los que, incluso, aumenta la percepción ciudadana de inseguridad y delincuencia.
Citó a Fidel Castro y a su hermano Raúl, presente en el evento, y, claro, hizo énfasis en la situación internacional: Irán, Gaza, los países de la Otan y cómo las grandes corporaciones de comunicación intentan –dijo– hacer que prevalezca un determinado mensaje, ante el cual hay que actuar. “Estamos obligados, igualmente, a informar, educar y orientar mejor al pueblo sobre estas realidades de forma convincente, ecuánime y creativa. Es tiempo de robustecer la conciencia, la cultura y el espíritu antiimperialista que está en la esencia de nuestra lucha y de la defensa de la soberanía nacional y el socialismo”, dijo.
“Estamos obligados, igualmente, a informar, educar y orientar mejor al pueblo sobre estas realidades de forma convincente, ecuánime y creativa"
Ese fue el mismo mensaje que colocó en Río de Janeiro, donde se reunió el grupo de los Brics. Ya desde La Habana advirtió al Partido de que acudía al encuentro “empeñado en ampliar las relaciones y aprovechar su potencial. Es sin duda una alternativa novedosa que debemos respaldar”. Reconoció que “a pesar de las dificultades y de la campaña feroz de Estados Unidos, Cuba retiene una importante cuota de influencia política en la región y a nivel global”, y terminó, largos minutos después, con una arenga motivacional a un auditorio escaso del ímpetu juvenil.
En estas condiciones voló, horas después, a Brasil, donde fue mucho más breve que en el Estado que controla. Allí se esforzó por dejar claro que para el régimen Brics es “sinónimo de esperanza”, tras lamentar que la ONU cumpla ochenta años en medio de una “progresiva erosión del multilateralismo”. Desde esa tribuna volvió a lanzar una de sus diatribas antiimperialistas, en las que el único “imperio” a criticar es el estadounidense. Repasó los conflictos de Israel con Gaza e Irán y reivindicó el papel de la organización (formada originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como promotora de “ideales comunes de paz, diálogo, respeto mutuo, cooperación y solidaridad”.
Díaz-Canel se presentó ante sus socios como una mera víctima de los ataques de EE UU, aunque al menos tres de ellos conocen bien las complicaciones directas de trabajar con los cubanos, hasta el punto de que Rusia llegó a cancelar multitud de acuerdos con el Gobierno de la Isla por su “mentalidad” y forma de trabajar. En circunstancias similares se ha visto China, que ha tenido que llevar a sus propios trabajadores a Cuba para liderar proyectos mixtos ante la indolencia de los trabajadores locales, un caso muy similar al de Vietnam.
Pese a ello, continuó con su labor de integrar a Cuba en la organización, llegando a afirmar que “siempre se podrá contar con Cuba”, pese a que poco tiene la Isla que ofrecer a cambio.
En la cita también mantuvo encuentros con los primeros ministros de la India, Narendra Modi, y de Vietnam, Pham Minh Chinh. Al primero le sacó, al menos, una declaración amistosa y promesas de proyectos difusos. “Estoy muy feliz de la oportunidad de encontrarnos en el marco de la Cumbre de los Brics y de que Cuba sea ya país socio”, expresó Modi. Ambos hablaron, afirmaron “sobre proyectos que podrían concretarse en el ámbito de los países BRICS, en sectores de ciencia e innovación en los que Cuba tiene mucho prestigio”, remató sin concretar más detalles.