El economista Pedro Monreal critica el nuevo Programa del Gobierno para "corregir distorsiones"
Economía
“No parecen creíbles esas metas”, advierte el experto sobre el documento de más de 80 páginas
La Habana/Pocas semanas antes de cerrar 2025, el Gobierno cubano ha lanzado una actualización de su "Programa para corregir distorsiones y reimpulsar la economía", pero las críticas de los cubanos de a pie no se han hecho esperar, ante lo que consideran un paquetazo, justo cuando se aproxima a la Isla un huracán categoría 4, que amenaza con agravar la crisis.
Tampoco los economistas se han quedado callados. Para el investigador Pedro Monreal, el documento "es innecesariamente disperso, con deficiente definición de metas e indicadores, e imprecisa descripción de acciones". Según detalló en la red social X, el plan no tiene la solidez técnica ni los recursos que harían posible su cumplimiento.
La nueva versión del programa, divulgada el 24 de octubre en el portal de la Presidencia, promete atacar los problemas estructurales de la economía: baja productividad, inflación, devaluación del peso y crisis energética. El texto, de más de 80 páginas, propone diez objetivos generales, 106 específicos, 327 acciones y 257 metas. El primer ministro, Manuel Marrero, aseguró que se trata de "un hilo conductor para toda la gestión del Estado". Sin embargo, Monreal considera que el Gobierno "sobreestima su competencia", recordando que "cosas menos complejas no han podido ser gestionadas en plazos mayores".
Mucho más difícil de digerir es la subida de las tarifas de electricidad y agua, dos productos que los cubanos ven a cuentagotas
En las calles cubanas, pocos se han tomado el tiempo suficiente para leer el documento. Entre el brote incontrolable de arbovirosis y la amenaza del huracán Melissa, no muchos tienen la paciencia ni el interés para asomarse a estos planes. Aunque, los que sí lo han hecho, denuncian que prácticamente nada los beneficia. La eliminación de las pocas gratuidades y subsidios que quedan, así como la "actualización" del precio de la canasta normada, no parecen anuncios halagüeños. Mucho más difícil de digerir es la subida de las tarifas de electricidad y agua, dos productos que los cubanos ven a cuentagotas.
El texto combina medidas de control y apertura que, en la práctica, podrían anularse entre sí. Mientras propone una "dolarización parcial" y concede más espacio a las mipymes y cooperativas, también refuerza el control sobre precios, divisas y procesos empresariales.
En materia agrícola, el documento fija aumentos en la producción de arroz, viandas, carne de cerdo y huevos, pero los datos oficiales de 2023 muestran caídas de hasta 40% en varios renglones. "No parecen creíbles esas metas", dice el economista cubano, radicado en Madrid.
Monreal también critica que las metas de estabilización macroeconómica "son incompletas": no incluyen crecimiento del PIB, inversión, balanza de pagos ni reservas internacionales. Además, el plan ignora dos problemas claves, como la pobreza y la desigualdad. "Se pudieron adoptar metodologías de la Cepal para medirlos, pero se omitieron", advierte.
A esto se suma otro vacío: el financiamiento. Excepto la Unión Eléctrica, ninguna de las 327 acciones tiene respaldo financiero identificado. "Un programa económico no es creíble si no dice de dónde saldrá el dinero", subraya.
El documento parece "un árbol de Navidad en el que cada ministerio enganchó su adorno"
El documento oficial destaca metas como aumentar las exportaciones, reducir subsidios ineficientes y fortalecer la empresa estatal socialista. También propone nuevas regulaciones para el mercado cambiario y el uso del dólar, así como "controlar la inflación y mejorar la disciplina fiscal". Sin embargo, no fija cifras ni plazos concretos.
Para Monreal, la raíz del problema no está en la falta de planificación, sino en la falta de incentivos reales. "Sin entender cómo responden los actores económicos y sin cambiar el marco institucional, las distorsiones no se corrigen: se reciclan", afirma. En su opinión, un programa viable necesitaría reducir el control estatal, liberalizar mercados, descentralizar decisiones y atraer capital externo de forma transparente.
A pesar del tono optimista del Gobierno, los observadores coinciden en que este nuevo plan corre el riesgo de convertirse en papel mojado. Para el economista, el documento parece "un árbol de Navidad en el que cada ministerio enganchó su adorno". Esa estructura, dice, lo convierte en una lista de deseos antes que en una estrategia coherente. Entre los errores más graves, apunta la confusión entre metas e indicadores. "Los objetivos expresan lo que debería ser; las metas cuantifican; y los indicadores sirven para medir avances. Si eso se mezcla, el seguimiento técnico pierde sentido".
En palabras de un comentarista al pie del documento publicado en los medios oficiales: se trata de un intento de poner la casa en orden sin cambiar el tipo de casa en que se vive.