El ocaso de la embajada de EE UU en La Habana, de nuevo escenario de tensión

El diseño y construcción de este edificio rectangular corrió de los mismos arquitactos que construyeron la sede de la ONU en Nueva York

La embajada de EE UU en La Habana. (14ymedio)
La embajada de EE UU en La Habana. (14ymedio)
Sara Gómez Armas

04 de octubre 2017 - 04:38

La Habana/(EFE).- Después de poco más de dos años de dulce idilio entre Cuba y EE UU, el imponente edificio de la embajada estadounidense en La Habana va a quedar reducido a su esqueleto con la inminente salida de dos tercios de su personal diplomático y recupera su rol como escenario de tensión entre los dos países.

La misteriosa trama de los "ataques acústicos" -de la que se desconocen detalles sobre cómo y cuándo se produjeron y quién es el responsable- ha puesto en jaque la frágil relación entre Cuba y EE UU, que entró en retroceso con la elección como presidente de Donald Trump, contrario al deshielo que inició Barack Obama.

También vive horas bajas la legación cubana en Washington, después de que EE UU ordenara hoy la expulsión de 15 diplomáticos cubanos en respuesta a esos ataques y cuyo personal queda reducido a ocho personas con cobertura diplomática.

Impregnada de los aires de reconciliación que soplaban desde diciembre de 2014, cuando los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron el deshielo, la legación de EE UU en La Habana, que no tuvo rango de embajada por 54 años, recuperó el título el 20 de julio de 2015, cuando se restablecieron relaciones formalmente.

Aunque fue semanas después, el 14 de agosto, cuando en una ceremonia solemne y emotiva, Larry Morris, Mike East y Jim Tracey -los tres marines que arriaron la bandera estadounidense en 1961 cuando se rompieron lazos diplomáticos- entregaron esa insignia a tres marines jóvenes para que la izaran de nuevo.

El entonces secretario de Estado, John Kerry, viajó por primera vez a Cuba para ver ondear las barras y estrellas en pleno Malecón de La Habana, una estampa que también apreció Obama en su visita a la Isla en marzo de 2016, la primera de un presidente estadounidense en activo en 88 años.

Levantado sobre la emblemática avenida del Malecón habanero, mirando al vecino del norte, el edificio fue construido en 1953 para albergar la embajada de EE UU, en aquel momento el mayor aliado de la Isla, gobernada por el dictador Fulgencio Batista.

Levantado sobre la emblemática avenida del Malecón habanero, mirando al vecino del norte, el edificio fue construido en 1953 para albergar la embajada de EE UU

Como respuesta a las expropiaciones del Gobierno revolucionario liderado por Fidel Castro, el entonces presidente Dwight D. Eisenhower ordenó retirar la bandera de la legación y rompió lazos diplomáticos con Cuba en enero de 1961.

No fue hasta septiembre de 1977, tras la llegada a la Casa Blanca de Jimmy Carter, que se abrió la Sección de Intereses de EE UU en la Isla, al amparo de la misión diplomática suiza, que desarrollaba fundamentalmente servicios consulares con diez funcionarios del Departamento de Estado, más un destacamento de marines para velar por su seguridad.

Más de una vez la instalación ha sido escenario de desencuentros, como el éxodo marítimo por el puerto cubano de Mariel que en 1980, con Carter aún en la Presidencia, llevó en oleada a unos 25.000 cubanos a las costas de la Florida.

Pasados casi veinte años, en 1999, el caso del balserito cubano Elián González provocó un agrio contencioso entre La Habana y Washington, y en medio del enfrentamiento por su repatriación a la isla, el presidente cubano ordenó levantar una tribuna permanente en la explanada que queda justo enfrente a la Sección norteamericana.

El diseño y construcción de este edificio rectangular acristalado de seis plantas corrió a cargo de los arquitectos de EE UU autores también del Lincoln Center y la sede de la ONU en Nueva York

A partir de ese momento, la denominada "Tribuna Antimperialista José Martí" fue el escenario de la batalla verbal y de una serie de manifestaciones para reclamar la devolución del niño cubano a su padre y tras su regreso en junio de 2000.

Seis años después, la Sección de Intereses comenzó a emitir noticias, artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos y mensajes políticos desde unos gigantescos paneles electrónicos instalados en lo alto de la fachada de su sede y el episodio reavivó las acusaciones cubanas de que se promovían actividades subversivas contra la Isla.

La respuesta del Gobierno cubano fue la instalación de 138 gigantescos mástiles en los que se izaron banderas negras con una estrella blanca en el centro en homenaje a las víctimas cubanas del terrorismo, una por cada año de lucha contra el "imperio" desde 1868.

Y aunque la Sección de Intereses estadounidense apagó la pantalla electrónica en 2009, el llamado "Monte de las banderas" sigue en pie -aunque hace tiempo que no se izan banderas negras- junto a un gran cartel con la célebre consigna revolucionaria "Patria o Muerte. Venceremos".

El diseño y construcción de este edificio rectangular acristalado de seis plantas y de estilo modernista corrió a cargo de los arquitectos de EE UU Max Abramovitz (1908-2004) y Wallace Harrison (1895-1981), autores también del Lincoln Center y la sede de la ONU en Nueva York.

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