La famosa heladería cubana Coppelia cierra por falta de helado

Luces apagadas, sillas recogidas en las terrazas y silencio en la tradicionalmente llamada "catedral del helado"

El panorama de la heladería, en un tiempo caracterizada por las larguísimas colas que había que sufrir antes de entrar bajo la sombra de sus techos de hormigón, era desolador. (14ymedio)
El panorama de la heladería, en un tiempo caracterizada por las larguísimas colas que había que sufrir antes de entrar bajo la sombra de sus techos de hormigón, era desolador. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

17 de enero 2023 - 21:15

La Habana/Coppelia, uno de los tantos símbolos de los sueños utópicos que emprendió la Revolución cubana –en este caso producir más y mejores sabores que Estados Unidos–, se encuentra cerrada al público este martes.

No es por remodelación, como sucedió en 2019, ni por medidas sanitarias, como lo estuvo durante meses en la pandemia de covid –cuando, de hecho, sí vendían para llevar en su mostrador externo–, sino simple y llanamente porque no hay helado.

Los empleados respondían con claridad a los clientes que se extrañaban de que el establecimiento no hubiera comenzado a atender al público a sus habituales diez de la mañana. "No hay, no hay helado".

El panorama de la heladería, en un tiempo caracterizada por las larguísimas colas que había que sufrir antes de entrar bajo la sombra de sus techos de hormigón, era desolador. Luces apagadas, sillas recogidas en las terrazas, silencio.

Este martes, solo un rato estuvo abierta la ventanilla exterior, para vender un extraño helado de melocotón, que parecía sin leche

Tradicionalmente llamada en Cuba la "catedral del helado", Coppelia se inauguró en 1966 y, como tantas cosas durante ese tiempo, vivió un breve esplendor. Pronto comenzó a languidecer, hasta llegar a la crisis del Período Especial, cuando bajó de manera drástica la cantidad y la calidad de su oferta. Sin embargo, ni siquiera esos terribles años 90 acabaron con la heladería. Al contrario, al ser de lo poco que aún funcionaba, la afluencia era enorme, y, una vez se permitió la circulación del dólar, era frecuente ver a los extranjeros entrar con sus divisas sin tener que esperar.

Su remodelación hace casi cuatro años, despertó mucha expectación, pero no pudo detener el declive del lugar que, con la Tarea Ordenamiento, a principios de 2021, sufrió otro golpe: subieron exponencialmente los precios, del peso y medio que costaba cada bola a siete.

El pasado marzo, volvieron a subir el costo del producto –9 pesos el helado Coppelia y 7 el Varadero, de menor calidad– entre numerosas críticas por usar en la producción leche de soya. Poco después, bajaron ligeramente los precios, pero cada semana mermaba la oferta.

Este martes, solo un rato estuvo abierta la ventanilla exterior, para vender un extraño helado de melocotón, que parecía no tener leche, muy distinto al que sirven en las terrazas habitualmente.

"Vámonos, mijo", decía resignada una mujer a su acompañante la mañana de este martes, "que la catedral del helado ya no es ni capillita".

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