Los frijoles no crecen con magia sino con trampa

El producto supera los 50 pesos la libra en los pocos mercados agrícolas privados en los que sigue apareciendo esporádicamente

Dos libras de frijoles, una de negro y otra de colorado, estaban este miércoles a 130 pesos en La Habana. (14ymedio)
Dos libras de frijoles, una de negro y otra de colorado, estaban este miércoles a 130 pesos en La Habana. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

18 de febrero 2021 - 15:49

La Habana/Pánfilo, el popular personaje humorístico de la televisión, dijo en una reciente transmisión de su programa Vivir del cuento: "Hoy en día, el que tenga una cascarita de frijol pegada en la dentadura es como si tuviera un diente de oro".

El chiste, tan simpático como amargo, alude a la situación de escasez que padece uno de los productos tradicionales en la mesa de los cubanos: los frijoles. Según datos oficiales, en el país se consumen anualmente unas 70.000 toneladas de este producto. En el lapso comprendido entre 2016 y 2019, más del 72% de esa demanda (50.000 toneladas) se satisfacía con producción nacional, pero en 2020 solo se recolectaron unas 8.000 toneladas.

Bernardo, un campesino del municipio de Nuevitas, en Camagüey, cuenta a 14ymedio que la ausencia de los frijoles en los mercados no se debe a una sola causa sino a una "mezcla diabólica". "Para entender el problema hay que aprender el lenguaje de los burócratas", aclara.

El Ministerio de la Agricultura ha designado como "paquete tecnológico" a ese conjunto de insumos imprescindibles para la cosecha de cualquier producto agrícola, sea tabaco, frutales, hortalizas o legumbres. Las semillas, el combustible para el bombeo de agua, los fertilizantes y plaguicidas son los integrantes básicos de dicho paquete.

"Aquí en Nuevitas los campesinos no han recibido el dichoso paquete tecnológico en lo que va de año. En consecuencia, o no se siembra o hay que asumir los costos que implica pagar los precios del mercado negro, pero entonces hay que pasar a la clandestinidad

"Aquí en Nuevitas los campesinos no han recibido el dichoso paquete tecnológico en lo que va de año. En consecuencia, o no se siembra o hay que asumir los costos que implica pagar los precios del mercado negro, pero entonces hay que pasar a la clandestinidad, porque si vendes tus frijoles a los precios topados que impone el Gobierno, no te da negocio la cosecha".

Según Bernardo, el litro de petróleo, que en diciembre costaba dos pesos, tras la tarea Ordenamiento cuesta 14. Ante la falta de combustible, algunos han decidido rematar los equipos y enseres que tenían destinados al cultivo de frijoles y dedicarse a otras siembras de ciclo corto. Es el caso de Pedro Pablo Urquiza, residente en Guanabacoa. "Estoy vendiendo mi tractor Yum con varios aditamentos que se usan para el cuidado y la recogida de frijoles", comenta.

"Ahora estoy sembrando lechuga, acelga y tengo mis árboles frutales que todavía me dan ingresos pero el frijol no vale la pena. Es un trabajo duro y no compensa tanta labor con el sobresalto de que se echa todo a perder en unos pocos días con las plagas. Sin la fumigación que lleva el frijol es perder dinero y esfuerzo intentar sembrarlo así", reconoce el agricultor.

Cuando se le pregunta a los consumidores ajenos a las tareas del campo de dónde vienen los frijoles que consumen, suelen responder "son los que llegan por la bodega", para referirse a aquellos que se distribuyen, once onzas por persona una vez al mes, por el sistema de racionamiento al precio de 14 pesos la libra, si son nacionales, y 16 si son importados.

En los mercados liberados, sea en pesos o en moneda libremente convertible, cuando aparecen los frijoles casi siempre son importados y a precios mucho más elevados. Ahora mismo, el producto se ha vuelto prácticamente exclusivo de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), donde una libra de negros procedentes de Argentina, México o España ronda 1,90 dólares, mientras que la misma cantidad de bayos, blancos o lentejas puede acercarse a los 2,50.

"El problema no es con los frijoles, sino con todo. El ordenamiento se aplicó en el peor momento de la pandemia

El producto que hasta hace poco, junto al arroz, era el matrimonio casi inseparable de las mesas cubanas hoy supera los 50 pesos la libra en los pocos mercados agrícolas privados en los que sigue apareciendo esporádicamente. Junto a la cebolla y la carne de cerdo están en la lista de "los más buscados" por los consumidores, que se han tenido que resignar a no tenerlo con frecuencia en su mesa.

Esteban Ajete, líder de la Liga de Campesinos Independientes, cree que la Tarea Ordenamiento ha venido a complicarlo todo. "El problema no es con los frijoles, sino con todo. El ordenamiento se aplicó en el peor momento de la pandemia; esto ha sido una cura de caballo y los precios en MLC para los insumos de los campesinos le pusieron la tapa al pomo."

Ajete, promotor de la campaña Sin campo no hay país, cuenta que en San Juan y Martínez, en Pinar del Río, a los campesinos se les obliga a sembrar tabaco y no se les permite sembrar frijoles. "A finales del año pasado en la cooperativa Hermanos Saíz de este municipio a un campesino le descubrieron un sembrado donde alternaba el maíz y frijoles y entonces el Ministerio de la Agricultura mandó una trilladora para destruir el cultivo y encima le pusieron una multa".

Según explica, todavía hay pequeños conucos que han quedado en manos de campesinos donde pueden sembrar su pedacito de frijol, pero es complicado porque es muy difícil adquirir la semilla y la plaga ha hecho muchos estragos. "La mayor parte de los campesinos que han logrado pequeñas cosechas de frijol ha sido porque han adquirido esos productos por la izquierda de manos de otros que lo han recibido para la cosecha del tabaco", detalla.

Si les permitieran vender libremente, incluso exportar sin tanto papeleo, tendrían dinero para pagar el combustible, los fertilizantes y los químicos necesarios y entonces habría frijoles"

"No es magia, sino trampa lo que tienen que hacer para lograr una cosecha. Si les permitieran vender libremente, incluso exportar sin tanto papeleo, tendrían dinero para pagar el combustible, los fertilizantes y los químicos necesarios y entonces habría frijoles", explica.

La plaga a que se refiere Ajete es la que los campesinos llaman "la mariposa". Se trata de un insecto nombrado megalurothrips usitatus y conocido como trips de las flores de frijol. Apareció en 2019 en la provincia de Artemisa y actualmente está presente en Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila. Este insecto causa daños en las flores y provoca su caída prematura. Las pocas vainas que se logran salen deformes y con menor cantidad y calidad de los granos.

Pero la plaga no fue un castigo divino, sino la consecuencia, entre otros factores, del corrimiento de la época de siembra por baja disponibilidad de combustible sumado a la falta de productos para contener la plaga. Según informes del departamento de cultivos varios del Ministerio de la Agricultura, en el pasado año el país solo dispuso de fertilizantes para el 8% de las hectáreas sembradas y el 16% de los pesticidas requeridos.

Esteban Ajete, que tiene su terreno en San Diego de los Baños, confirma lo que comentan en Nuevitas. "El hecho de no entregar a tiempo el paquete tecnológico ha incidido en las plagas, aquí no se ven frijoles sembrados en ninguna parte, si acaso unos surquitos para el autoconsumo. Si no hay asignación de combustible no hay bombeo para el regadío y sin agua no hay cosecha. El guajiro se pone a dar carreras de aquí para allá a ver si consigue algo de petróleo en la cooperativa y al final le dicen que el barco no ha salido de Venezuela".

Para Ajete el problema no es solo la escasez de insumos. "Cuando Acopio ve que hay una parcela un poco grande de frijoles obliga al campesino a vendérsela a un precio de cochino enfermo. No es negocio sembrar para vender a ese precio".

La actual campaña de frío, que se inició en septiembre de 2020, debe concluir el 28 de febrero. Será el momento de cotejar las metas con los resultados. Como dice un viejo refrán campesino: "el buey come hasta que le alcance la soga".

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