Si un visitante sin referencias de la historia cubana llegara al deteriorado edificio que se levanta frente al mar, cerca de la Quinta Avenida de Miramar, difícilmente imaginaría que está ante el antiguo y glamuroso Havana Yacht Club.
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En el Havana Yacht Club, el lujo se volvió escombro
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1/8Las paredes muestran la rapiña de quienes arrancaron ladrillos para construir sus casas, el interior sirve hoy de urinario público, las puertas y ventanas solo conservan huecos y los vitrales de colores son apenas un recuerdo. Parte del techo también se ha desplomado y completa el paisaje de ruina.
2/8Fundado el 27 de octubre de 1886 y trasladado a su ubicación actual siete años más tarde, llegó a ser uno de los clubes más prestigiosos de La Habana. Sus salones y terrazas, con vista privilegiada a la playa de La Concha, fueron durante décadas símbolo de lujo y exclusividad para la élite cubana y extranjera.
3/8Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, el inmueble fue nacionalizado y convertido en el círculo social obrero “Julio Antonio Mella”, destinado al sindicato de la construcción. Paradójicamente, durante esas décadas apenas recibió cuidados ni mantenimiento.
4/8Hoy, el edificio está abandonado y en ruinas. Solo lo frecuentan curiosos que buscan comprobar su deterioro, personas sin techo que lo usan como refugio o transeúntes urgidos de un baño improvisado.
5/8En el suelo aún pueden apreciarse rastros de su antigua grandeza: un gran mosaico con forma de rosa náutica y varios motivos de flor de lis incrustados en los pisos, ornamentos que los saqueadores no han logrado arrancar.
6/8Los muros, erigidos bajo la supervisión del arquitecto mexicano Rafael Goyeneche, hoy están cubiertos de arbustos y plantas trepadoras que avanzan sobre la estructura.
7/8Caminar por dentro del edificio implica exponerse a un riesgo constante: algunas paredes superiores parecen sostenerse solo por puro milagro, después de que las mandarrias y los martillos de los saqueadores arrancaran partes enteras de la construcción.
8/8Más allá del antiguo Havana Yacht Club se abre un mar azul, sereno bajo el sol de agosto. Allí sobreviven los restos de unas escaleras y un muelle en ruinas, convertido ahora en trampolín por los niños que se lanzan al agua, sin saber siquiera el nombre del edificio que se derrumba a sus espaldas.