Los hipertensos cubanos, forzados a recurrir al mercado negro ante la falta de medicamentos
Salud
Los familiares en el exterior, que pagan por medicinas e insumos que han desaparecido en la Isla, son otra fuente de alivio
La Habana/Lidia es una más de los 2,5 millones de cubanos que están diagnosticados con hipertensión dentro de la Isla, pero la pasada semana, mientras escuchaba a la dependienta de una tienda de La Habana decir que los yogures por los que había hecho cola varios días ya se habían acabado, pensó que iba a ser un número menos en la estadística. Tras llegar al policlínico de su zona con la presión por los cielos, la respuesta del médico de turno la dejó perpleja: “aquí no tenemos nada para ayudarla”.
Días después del susto, y tras prometer a su familia que evitaría los “berrinches”, Lidia cuenta a 14ymedio que la propia doctora se espantó cuando confirmó, gracias una foto que había hecho la paciente a su tensiómetro, que la presión le había subido hasta casi 200 mmHg (milímetros de mercurio). “Me preguntó cómo había llegado hasta el policlínico. Yo me había tomado un vaso de limonada sin azúcar y me dijo: ‘pues sigue haciéndolo, porque aquí no hay medicamentos’”, cuenta la mujer.
A falta de las medicinas, la doctora le anotó a Lidia el nombre de un fármaco recomendado para controlar la presión. “Lo encontré por la izquierda, y la vendedora me dijo que era colombiano y que no sabía si era de calidad. Al final me lo tomé y me bajó tanto la presión que casi me desmayo”, recuerda.
Si la habanera tuvo que recurrir al mercado negro no es porque necesitara la pastilla colombiana a toda costa
Si la habanera tuvo que recurrir al mercado negro no es porque necesitara la pastilla colombiana a toda costa. Un simple enalapril o un captopril –los más conocidos– de fabricación cubana hubiesen bastado, pero ambas pastillas se han extinguido en las farmacias estatales y su botiquín particular se ha visto mermado a la misma velocidad.
A riesgo de encontrar medicamentos falsificados o adulterados, a ella, como a muchos otros pacientes, no les queda otra que recurrir al mercado negro, los grupos de WhatsApp de venta o las páginas de Revolico en Facebook para dar con lo que buscan.
Un tensiómetro en 30 dólares estadounidenses, una tira de enalapril en 250 pesos o una de captopril en 280; los precios que encuentran los hipertensos en los canales informales no son fáciles de pagar, menos cuando las dosis deben ser tomadas regularmente. De hecho, quienes cuentan con familia en el extranjero, muchas veces piden a sus parientes que les hagan llegar el equipo y, periódicamente, las pastillas, para evitar dar con tensiómetros defectuosos y medicinas de origen dudoso.
Esta solicitud no es exclusiva de los pacientes. “A mi hermana, que es doctora con casi 60 años en la profesión, tanto el tensiómetro como el oxímetro –para medir el oxígeno en sangre– se lo mandamos nosotros desde Miami porque ni eso hay en los hospitales”, confiesa a este diario Orlando, residente desde hace varios años en Estados Unidos.
Cada vez que puede viajar a la Isla o se entera de que algún conocido prepara un viaje, el cubano arma un pequeño bulto de medicinas
Cada vez que puede viajar a la Isla o se entera de que algún conocido prepara un viaje, el cubano arma un pequeño bulto de medicinas que, además de los siempre necesarios ibuprofeno, paracetamol o antiácidos, incluye antihipertensivos. Según explica, las medicinas salen más caras, pero garantizan que sus parientes “no estén tomando cosas raras”.
Los índices de hipertensión en Cuba se han disparado en los últimos años, influidos por el poco saludable estilo de vida que se lleva en la Isla, la limitada posibilidad de tener una dieta sana y los constantes sinsabores emocionales que depara la cotidianidad, entre colas, apagones y una ineficiente burocracia.
En 2010, explicaba una sanitaria el pasado marzo a Cubadebate, el número de hipertensos diagnosticados era del 22,4% de la población. El año pasado, con 2.494.098 pacientes, la cifra había ascendido al 29,5%. De ellos, un 21% no estaban “dispensarizados”, es decir, no contaban con una medicación regular.
A menor escala los números pueden ser más alarmantes. Solo en el municipio de Yaguajay, en Sancti Spíritus, los casos aumentaron en 1.455 en el último año. En total, son 13.474 los residentes de ese territorio que padecen hipertensión, un 35,8% de los pobladores.
Las autoridades de Salud explicaron a Escambray que entre los factores que influyen en la enfermedad algunos no son modificables, pero otros sí: “Dentro de los que no se pueden modificar se ubican la edad, el sexo y la herencia, mientras que en los modificables sobresalen la dieta inadecuada, el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo y el alcoholismo”.