El huevo rompe otro récord en Sancti Spíritus
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En un comercio de Kilo 12, el cartón está ya a 3.400 pesos, alejándose aún más del alcance de muchos hogares
Sancti Spíritus/Durante meses, en Sancti Spíritus se dijo –con una mezcla de resignación y esperanza– que el huevo "no podía subir más". Cuando el cartón de 30 unidades trepó hasta los 3.000 pesos, muchos espirituanos aseguraron que el producto había alcanzado su techo. "De ahí no pasa", repetían en agromercados, colas improvisadas y grupos de WhatsApp. Pero esta semana, en un pequeño comercio privado del reparto Kilo 12, un cartel escrito a mano desmontó esa ilusión de límite alcanzado: 3.400 pesos.
La escena frente al local parece rutinaria, pero algo en el ambiente delata que no lo es. Tres personas esperan en fila –una joven en chancletas, una mujer con un brevísimo short y un hombre corpulento que lleva una cartera cruzada a la espalda– ninguno habla. La quietud tiene un peso visible. Hasta el gato blanco y negro que merodea cerca del muro desconchado se mueve con cierta cautela, como si comprendiera que en ese rincón se ha sobrepasado una barrera invisible.
El mostrador, de granito tosco, sostiene varios cartones de huevos. Cada uno es una promesa costosa, un pequeño privilegio para quienes aún pueden pagarlo. En un país con un salario promedio mensual que no supera los 6.500 pesos, llevarse uno de estos cartones implica desprenderse de más de la mitad del ingreso. Un lujo para unos, una urgencia imposible de posponer para otros.
Los trabajadores que salen de sus casas se quejan en voz alta, los jubilados se detienen a mirar incrédulos el cartel y los motociclistas pasan despacio
El vendedor, a buen recaudo en el interior del local, pasa el día repitiendo la misma frase a quienes se acercan: "Sí, ya están a 3.400". En el barrio, la noticia del nuevo precio corre rápido: los trabajadores que salen de sus casas se quejan en voz alta, los jubilados se detienen a mirar incrédulos el cartel y los motociclistas pasan despacio, como midiendo si vale la pena detenerse. Hay hasta quien limpia los espejuelos por temor a que el polvo haya trastocado el precio.
En Cuba, el huevo siempre ha sido un barómetro de la crisis. Subió con la inflación, con la falta de pienso para las aves, con el retroceso de la producción nacional y con la especulación de quienes llenan los vacíos dejados por el Estado. Pero este salto de 400 pesos en pocas semanas tiene otro sabor: el de la desprotección absoluta. "Mi pensión es de 3.000 pesos, ni siquiera me alcanza para un cartón", comenta un hombre que observa la escena a prudente distancia.
En la ciudad, los residentes hacen complejos cálculos dado que en muchos comercios solo venden el cartón entero, no los huevos por unidades. "Quieres comprarlo a la mitad", le grita una vecina a otra que está en la acera de enfrente. La inflación obliga a apelar a una aritmética cada vez más angustiosa.