Invitada en Cuba en 1967, la cantante española Massiel esquivó una "encerrona" con Fidel Castro
Cultura
- “Luego hicieron correr el rumor de que había tenido algo con él. Al cabrón no se le ocurrió nada mejor que decir eso”
- “Decían que con Batista había mucho puterío en Cuba. Pero ahora toda La Habana es una casa de putas, de chicas y de chicos"
Madrid/“El comandante quiso conocerme y le dije que no. Me olía a encerrona”. Así dijo Massiel, con su habitual estilo directo, en una entrevista reciente con El País. Pocas frases resumen mejor su instinto de supervivencia y su aversión al paternalismo revolucionario. Corría diciembre de 1967, y la cantante madrileña –aún sin el trofeo de Eurovisión, pero ya con galones en América Latina– pasaba un mes en Cuba, invitada por el régimen castrista para participar en el Festival Internacional de la Canción Popular de Varadero.
Un año después, se alzaría con el micrófono de cristal en Londres gracias a su La, la, la (un estribillo que ha envejecido mejor que muchos himnos políticos). Pero en La Habana, en pleno fragor de utopía tropical, Massiel optó por decir que no al barbudo, a la entrevista protocolaria y al folclore revolucionario. Mientras otros artistas hacían cola para besarle los grados a Fidel, ella esquivó el encuentro con la misma elegancia con la que otros evitan una multa de tránsito: “Me olía a encerrona”, repitió, como si habláramos de un thriller caribeño en lugar de una visita cultural.
“Lo único real de la serie es que gané Eurovisión. Todo lo demás es ficción”
El motivo del reencuentro mediático no ha sido el aniversario de su gesta eurovisiva ni un nuevo disco, sino su aparición en la serie La canción, producción de Movistar Plus+ que recrea los entresijos del Festival de Eurovisión de 1968. En el audiovisual, se sugiere que su victoria fue obra y gracia del régimen franquista, casi como si Fraga le hubiese escrito la partitura. “Lo único real de la serie es que gané Eurovisión. Todo lo demás es ficción”, sentencia Massiel.
Antes del triunfo en Londres, en 1967, María de los Ángeles Félix Santamaría Espinosa –alias Massiel, alias La Tanqueta– ya era una estrella reconocida en América Latina. Su canción Rosas en el mar, compuesta por Luis Eduardo Aute, había calado hondo en países que aún creían en la revolución como camino y no como excusa. En Cuba, además, se le intentó –desde el oficialismo– dar la segunda lectura de las flores que cada mes de octubre se le lanzaban al mar a Camilo Cienfuegos, supuestamente desaparecido al caer su avioneta a las aguas. Fue entonces cuando llegó la invitación desde la Isla. La cantante aceptó con el entusiasmo de quien cree que va a un festival y no a un campo de reeducación emocional.
“Incluso se fue a Canadá a comprar un semental, un toro de la ganadería Hereford. ¿Sabes cómo le puso? Massiel"
Su visita incluyó actuaciones gratuitas, participación en eventos culturales y, como postre, una supuesta audiencia con Fidel Castro. Pero Massiel, que tiene más radar que un submarino nuclear, sospechó: “Luego hicieron correr el rumor de que había tenido algo con él. Al cabrón no se le ocurrió nada mejor que decir eso”. Y ahí viene lo mejor: “Incluso se fue a Canadá a comprar un semental, un toro de la ganadería Hereford. ¿Sabes cómo le puso? Massiel. La leyenda ya estaba servida”.
Uno pensaría que después de eso la artista se escondería en el hotel. Pero no. Le dio por ir a un partido de béisbol, el deporte nacional cubano, esperando tal vez un poco de emoción. “¡Me han puesto como guía a una señorita que, como yo, es la primera vez que asiste a un juego de pelota!”, exclamó. Aquello fue más bien una excursión escolar disfrazada de evento oficial. Risas no faltaron, pero tampoco organización. La improvisación era la invitada de honor de los eventos en la Isla. Y la “señorita” podría haber sido mucho más que “guía”.
Tampoco fue su última vez. En 1998 regresó a Cuba de la mano de la revista Viajeros y la cadena Sol Meliá, en una expedición cultural en la que también participaron otros artistas españoles. Esta vez, la Revolución estaba algo más oxidada, pero Massiel fue recibida como una reina. Su influencia en la cultura cubana era tan fuerte que muchas niñas ya llevaban su nombre. En televisión nacional, el cantautor Amaury Pérez se deshizo en halagos durante una entrevista, a lo que ella, fiel a su estilo, replicó: “Te has pasao”.
En 2013, fue invitada a una gala contra la homofobia organizada por el Cenesex, el centro dirigido por Mariela Castro, hija de Raúl. Iba a actuar, pero finalmente canceló, alegando problemas de salud. Otros dicen que fue más bien una intuición parecida a la de 1967.
“Nunca quise tener un carné de nada. Si fuera por mí, no tendría ni el de identidad”
Massiel ha colaborado con cantautores de izquierda, ha pisado escenarios con Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, pero nunca se afilió a ningún partido. Ni siquiera después de casarse con un político socialista. “Nunca quise tener un carné de nada. Si fuera por mí, no tendría ni el de identidad”. Lo suyo ha sido siempre la independencia, no tanto como consigna, sino como manera de estar en el mundo.
Y cuando hay que hablar claro, lo hace: “Decían que con Batista había mucho puterío en Cuba. Pero ahora toda La Habana es una casa de putas, de chicas y de chicos. Decían que allí las escuelas eran gratis. Si ganas 100 pesetas al mes, ¿cómo no te van a dar los estudios gratis?”.