"Jefe, deme la baja, me voy mañana a EE UU con el 'parole'"

Ante la vigilancia del Estado y las indiscreciones ajenas, es habitual que los cubanos mantengan su viaje en secreto hasta el último momento

Vista de pasajeros en Aeropuerto Internacional de Miami, puerta de entrada de los cubanos a EE UU. (EFE/Cristobal Herrera-Ulashkevich)
Vista de pasajeros en el Aeropuerto Internacional de Miami, puerta de entrada de los cubanos a EE UU. (EFE/Cristobal Herrera-Ulashkevich)
Natalia López Moya

18 de agosto 2023 - 21:54

La Habana/Tiene la maleta preparada, cada tarde practica un poco de inglés y cuenta los días hasta la partida. Nidia organiza su salida con total discreción. En el Ministerio de Transporte donde trabaja, en La Habana, nadie sabe que está inscrita en el parole para emigrar a Estados Unidos. Solo cuando tenga el boleto en la mano le avisará a sus superiores y pedirá la baja laboral.

Nidia, nombre cambiado para esta historia, es una de los tantos cubanos que mantienen en secreto su posible salida del país. El parole implementado desde enero de este año por la Administración estadounidense permite colocar un manto de silencio sobre el proceso migratorio hasta que ya se tenga un pie en la escalerilla del avión.

Como no opta por un visado por reunificación familiar o asilo político, Nidia no necesita hacer una entrevista en el Consulado de EE UU en La Habana. Tampoco debe pasar por un chequeo médico ni ir a la Embajada a recoger la visa una vez otorgada. Todo transcurre entre ella, su hermana, que es su garante para el parole, y el correo electrónico a donde le llegará la aprobación.

"Mi hermana me inscribió desde febrero y es muy probable que me avisen pronto porque ella y su esposo tienen muy buena situación económica. Él, incluso, es empleado federal, así que cumplen muy bien los requisitos para tramitar el parole. Lo solicitaron para mí, mi esposo y mi hijo de 16 años", detalla a 14ymedio.

"Casi ya no voy a las reuniones, pero para trabajar en el ministerio, en el cargo que tengo ahora mismo, hubiera sido muy difícil si no tuviera el carné"

Nidia milita en el Partido Comunista, más como una rutina que por convicción ideológica. "Casi ya no voy a las reuniones, pero para trabajar en el ministerio, en el cargo que tengo ahora mismo, hubiera sido muy difícil si no tuviera el carné", aclara. "No quiero decir nada en el trabajo porque probablemente me 'castiguen' y me manden hasta mi salida a un puesto de menos confiabilidad".

¿Cuántos empleados y profesionales hay en toda Cuba en la misma situación que Nidia? Difícil saberlo. Hasta julio pasado más de 38.000 cubanos habían sido aprobados para el parole y más de 35.000 habían ingresado a EE UU. La cifra de cuántos están en el proceso probablemente multiplique varias veces ese número.

Damián es uno de los afortunados que ya logró viajar en abril pasado a través del nuevo mecanismo. Desde Jacksonville, Florida, cuenta a este diario sus últimos días en Cuba y en su puesto laboral. "No le dije nada a nadie", explica sobre la actitud que mantuvo en una emisora oficialista de radio en la que laboraba en La Habana.

"Cuando ya me informaron de que estaba aprobado y mi tío me compró el boleto fui a ver al director y le dije directamente: Jefe, deme la baja, me voy mañana a EE UU con el parole". El funcionario ni se inmutó y le respondió de inmediato: "Eres la quinta persona que viene a decirme lo mismo en menos de dos meses".

Las razones para mantener bajo discreción la partida son múltiples. Para Yoandra, residente en la ciudad de Camagüey y empleada de Etecsa, revelar en su oficina que está a punto de irse del país podría ser un problema para el futuro. "Si nunca me aprueban para emigrar tendré que seguir trabajando en el mismo lugar y no quiero que desde ahora me cuelguen el sambenito de 'gusana'".

En los hospitales y centros laborales estratégicos, como la Unión Eléctrica y Aguas de La Habana, los directivos temen que en cualquier momento les toquen la puerta del despacho

Aunque los privilegios de los que gozaba Yoandra hace unos años por trabajar en el monopolio de telecomunicaciones han ido cayendo en picada, "todavía las condiciones son mejores que en otros lugares", asegura. En su caso, una tía de su esposo ha solicitado el parole para la pareja y su hija pequeña.

En los hospitales y centros laborales estratégicos, como la Unión Eléctrica y Aguas de La Habana, los directivos temen que en cualquier momento les toquen la puerta del despacho y pierdan a otro trabajador que viene a avisar que emigra. "Hay gente que lo hace de manera decente y lo cuenta uno o dos días antes de subirse al avión, pero hemos tenido casos de empleados que nos hemos enterado cuando ya están del lado de allá", lamenta Magdalena, trabajadora de la Unión Cuba-Petróleo (Cupet).

Los hay también "que piden vacaciones o una licencia sin sueldo, se van para Estados Unidos y tratan de obtener todos su papeles de residencia del lado de allá y luego regresan sin decirle a nadie en lo que estaban", asegura Magdalena. "Nos ha pasado así con una empleada que se fue por reunificación familiar y como le faltaban solo unos meses para jubilarse aquí y obtener su pensión, hizo ese truco".

Según cuenta la empleada de Cupet, "no es que le hiciera falta ese dinero que eran un poco más de 2.000 pesos, pero no quería que el Estado se quedara con su jubilación. Al final, volvió a la Yuma y le dejó la tarjeta magnética a un sobrino para que cobre la chequera cada mes".

"La gente se pone como las auras tiñosas a revolotear por encima de uno a ver qué te pueden pedir que les dejes"

Sin trámites presenciales, sin señales que evidencien que pronto emigrarán y sin la obligación de obtener certificaciones, legalizarlas y presentarlas en el Consulado estadounidense, los cubanos que esperan por el parole pueden decidir a quién hacer partícipe de su situación.

Melba no se lo ha dicho ni a su familia que vive en Ciego de Ávila porque "la gente se pone como las auras tiñosas a revolotear por encima de uno a ver qué te pueden pedir que les dejes", dice a este diario. "Si les cuento que me voy los tengo metidos en mi apartamento mañana mismo tasando todo lo que tengo", comenta la mujer de 53 años y residente en La Víbora.

Pero la discreción que otorga el parole es un arma de doble filo. "En mi cuadra se han ido por esa vía militares, militantes del Partido Comunista y hasta una extremista que era la que organizaba los actos de repudio contra la casa de un opositor que vive cerca", subraya Melba.

"Una joven periodista, que fue de las primeras en salirme al paso en mi cuenta de Facebook cuando compartí las imágenes de la represión contra los manifestante del 11 de julio de 2021, también se fue con el parole. Ya nadie sabe quién está en eso y quién no, solo se confirma cuando ya está del lado de allá".

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