En Matanzas, una maestra cambió las tizas por los ladrillos para levantar su propia casa
Crónica
Yadira aceptó un empleo como funcionaria en el sindicato municipal de la construcción
Matanzas/El pasado lunes, Yadira no estuvo en el aula junto a sus estudiantes, como había hecho cada inicio de curso desde que se graduó como profesora general integral en 2003. “Dejar el magisterio ha sido una de las decisiones más difíciles de mi vida, pero estoy cansada de que la enseñanza sea una profesión tan poco valorada y tan mal remunerada en este país”, confiesa la docente, que trabajó en dos escuelas primarias de Matanzas. Tras muchos años de sacrificio, optó por cambiar de empleo.
Su nuevo puesto como funcionaria del sindicato municipal de la construcción no le reportará ingresos mucho mayores, pero le permitirá algo que valora más: tiempo libre para dedicarse a su familia y el acceso a materiales de construcción. Vive con sus tres hijos en Matanzas, mientras intenta concluir su casa, iniciada en 2011 y que aún conserva un piso de tierra. “Acepté venir en 2008 desde Bayamo porque me prometieron una vivienda que nunca llegó”, explica a 14ymedio.
El panorama educativo provincial muestra las grietas del sistema. Esta semana, 98.000 estudiantes comenzaron el curso en Matanzas, pero con una cobertura docente deficitaria: de una plantilla prevista de 9.511 plazas, solo se han cubierto 7.478. Según la subdirectora provincial de Educación, Eledis Abreu Domech, la brecha de más de 2.000 maestros se suple con contratos por hora y otros parches. Los municipios más afectados son Matanzas, Colón y Cárdenas.
El déficit responde no solo a los bajos salarios, sino también a las pésimas condiciones de vida, y en especial habitacionales
El déficit responde no solo a los bajos salarios, sino también a las pésimas condiciones de vida, y en especial habitacionales, de quienes han sido trasladados desde otras provincias para ejercer el magisterio en la ciudad. Yadira recuerda que pasó tres años en un albergue para maestros, lavando a mano y comiendo lo que apareciera, hasta que miembros de su iglesia bautista la ayudaron a conseguir un pequeño terreno y levantar la habitación de su casa.
La frustración se acumuló: “No es solo el salario. Entre reuniones absurdas y prohibiciones, es imposible dar clases de calidad”, lamenta la mujer.
Según la escala salarial más reciente, Yadira debía recibir 5.369 pesos, más una bonificación de 80 por antigüedad. “Con eso no puedo mantener a mis hijos. Soy madre soltera y a mis 44 años todavía dependo de la ayuda de mis padres”, lamenta. Piensa en dar repasos particulares en casa, algo prohibido mientras trabajaba en la escuela.
Aunque en su nuevo empleo en el sindicato ganará 400 pesos menos, obtiene mayor autonomía: menos burocracia, más tiempo para su familia y podrá ocuparse de ejercer liderazgo en su Iglesia Bautista. “Intentaré seguir trabajando para el Estado, pero no aceptaré imposiciones contra mi fe ni mi desarrollo personal. Si algo positivo me deja esta decisión es que nunca más trabajaré para alguien que no valore mi esfuerzo”.
Como ventaja adicional, su nuevo empleo la acerca a una fuente de recursos constructivos que puede acelerar la terminación de su casa. Como profesora, para Yadira era prácticamente imposible comprar desde interruptores eléctricos hasta sacos de cemento con que concluir las obras en un proyecto que ya le ha costado más de una década de trabajo y preocupaciones.
Durante su trabajo como maestra sintió que la atención al personal docente es una de las grandes carencias del sistema educativo cubano. La lista de deberes de los profesores es larga pero los estímulos se quedan en algún diploma o un acto oficial donde se les regala una flor o un cuadro con el rostro de algún líder partidista. Ese desinterés no concuerda con la importancia que, en la formación de las nuevas generaciones, tienen personas como ella.
Yadira admite que le gustaría volver algún día a la docencia, pero lo ve cada vez más difícil: “Se están quedando sin maestros, y lo peor es que no hacen nada para impedirlo. Es como si no les importara”, concluye.