El precio de bajar los costos en la construcción de viviendas

Los vecinos del "biplanta de la gomera" ya no saben a dónde más van a quejarse. El agua no solo inunda a los que viven arriba sino que se cuela hasta la planta baja

El inmueble se localiza en el reparto La Lotería del municipio habanero de El Cotorro. (14ymedio)
El inmueble se localiza en el reparto La Lotería del municipio habanero de El Cotorro. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

23 de junio 2021 - 23:48

La Habana/Los vecinos del "biplanta de la gomera" ya no saben a dónde más van a quejarse. Le dicen así a su edificio porque son 10 viviendas agrupadas en dos plantas de cinco apartamentos cada una, que fueron entregados en 1997 como "medio básico" a empleados de la Empresa de la Goma Conrado Piña. Se localiza en el reparto La Lotería del municipio habanero de El Cotorro.

Se están quejando desde finales de 2016, cuando la filtración de los techos comenzó a manifestarse "como un hilito de agua" y solo afectaba a los cinco apartamentos ubicados en la planta superior. Hoy, especialmente en este lluvioso mes de junio, el agua no solo inunda a los que viven arriba sino que se cuela hasta la planta baja.

Le han escrito al Consejo de Estado, a las diferentes instancias de las instituciones que se ocupan de la vivienda, a la policía, al Poder Popular y a los medios informativos oficiales, pero ninguna respuesta viene acompañada de soluciones. Entonces, lo subieron a Facebook y, finalmente, algunos accedieron a responder las preguntas de 14ymedio.

Se están quejando desde finales de 2016, cuando la filtración de los techos comenzó a manifestarse "como un hilito de agua" y solo afectaba a los cinco apartamentos ubicados en la planta superior

Cuando se empezó a construir el edificio era la época en que el Instituto Nacional de la Vivienda iniciaba el "Programa Nacional de Viviendas de Bajo Consumo de Recursos Materiales y de Energía", que pretendía ser la respuesta ante la reducción de los niveles de producción de viviendas en Cuba tras el colapso del llamado campo socialista. Fue el fin de los edificios altos, los prefabricados, los moldes deslizantes y todas las variantes constructivas que dependían de grandes inversiones.

Este programa fue una de las manifestaciones del Período Especial y, aunque la crueldad del humor las llamaba "casas de bajo costo para personas de poca importancia", la asignación de una vivienda siguió rigiéndose por los méritos laborales y sociales. En el caso del biplanta, los apartamentos no fueron entregados como propiedad de los inquilinos sino en calidad de "medio básico", lo que significaba que la empresa mencionada podía disponer de ellos y, en consecuencia, hacerse responsable de su mantenimiento.

Las cosas empeoraron justamente cuando pasaron los 20 años que la ley estipula para que los habitantes de un medio básico puedan "desvincularse" de la empresa y tramitar su derecho a convertirse en propietarios, pero los problemas de filtración de los techos no aparecieron por accidente sino que tienen su origen en la técnica constructiva elegida, la calidad de los materiales utilizados sumado a la deficiente dosificación y el inexistente o pobre mantenimiento.

Cuentan los vecinos que en 2017 trajeron una brigada y colocaron la base para una manta protectora, pero la manta granulada que finalmente impermeabilizaría el techo nunca se puso sobre la inicial. Cuando el sol le dio a esa fina superficie se empezó a romper y a acumularse agua bajo ella. "Tuvimos que quitarla nosotros mismos porque ese remedio inconcluso fue peor que el mal que padecíamos", cuenta Marlene Hernández, que ocupa el apartamento 6, el primero de la planta alta. Ella tiene una queja adicional: como la azotea no cuenta con tragantes, el agua de lluvia corre por una leve inclinación longitudinal que termina sobre su casa. "Si hubieran dejado esa pendiente hacia el fondo, todo sería diferente, al menos para mí".

Hernández ha publicado en repetidas ocasiones la denuncia en sus redes sociales, acompañada de desesperados llamados de auxilio. En su cuenta de Facebook varios vecinos del inmueble se han sumado al reclamo, entre ellas Kety Quesada. "Esto no tiene nombre", lamenta la mujer. "¿Van a esperar que se caiga el techo?"

La hija de una vecina del piso inferior al de Hernández va más allá y cuestiona: "¿Acaso Cuba no desampara a los suyos? Pues demuéstrenlo con hechos antes de que sea tarde y haya una desgracia". La mujer explica que en el biplanta "viven trabajadores y jubilados que han aportado mucho a la Revolución" y termina preguntándose "¿Así es como les pagan?".

Hasta el momento el lugar ha sido visitado por tres especialistas. Dos de la dirección municipal que se ocupa de las viviendas y otro del arquitecto de la comunidad. Todos coinciden en que las quejas son ciertas, pero que no está en sus manos solucionarlo.

"Tuvimos que quitarla nosotros mismos porque ese remedio inconcluso fue peor que el mal que padecíamos"

El diagnóstico que los conocedores han expuesto es que se necesita cemento P 350 para reforzar las juntas de las losas protectoras del techo, pero que los almacenes de las instituciones que pudieran encargarse del trabajo no cuentan hoy con ese material. El poco cemento que aparece de vez en cuando se encuentra en las tiendas que ofrecen sus mercancías a través de tarjetas magnéticas alimentadas con moneda libremente convertible y los vecinos del biplanta de la gomera carecen de ese recurso.

El problema de la vivienda en Cuba sigue siendo el más difícil de resolver para los ciudadanos. Ya resulta impensable repetir la experiencia que durante 30 años tuvo como protagonista un Estado subvencionado por la Unión Soviética. Las soluciones alternativas basadas en la producción local de materiales de construcción, el esfuerzo propio y la edificación de viviendas a bajo costo solo han conseguido reducir a la mediocridad el entorno urbano.

A largo plazo, muchos cifran sus esperanzas en que algún día se liberen las fuerzas productivas y la iniciativa privada pueda gestionar el negocio inmobiliario, pero lo más actual sobre esa posibilidad son las limitaciones impuestas por el Estado, que ni siquiera autoriza la creación de medianas o pequeñas empresas ni cooperativas en la construcción de viviendas.

Mientras las aguas encuentran su nivel, las construcciones que se incrementan, sobre todo en la capital, son los hoteles. Allí no faltan los materiales ni las herramientas. Incluso se importan trabajadores para garantizar la calidad de las obras.

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