La procesión por la Virgen de la Caridad convoca una multitud en La Habana

Este año la fecha ha coincidido con una profunda crisis económica, que ha recortado las ofrendas que se dejan en el altar a la entrada de la iglesia

"No veía esta calle tan llena de gente y con tanta emoción desde el 11 de julio", comentó un joven que aseguró haber participado en las protestas de aquella jornada del año pasado. (14ymedio)
"No veía esta calle tan llena de gente y con tanta emoción desde el 11 de julio", comentó un joven que aseguró haber participado en las protestas de aquella jornada del año pasado. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

09 de septiembre 2022 - 00:49

La Habana/Con velas algunos, con girasoles muy pocos, así entraban hoy los devotos a la iglesia de la Virgen de la Caridad del Cobre en la esquina de Manrique y Salud, en Centro Habana. Este jueves, día en que se celebra a la Patrona de Cuba, la inflación se ha hecho notar también en el precio de los girasoles, la flor que se le ofrenda a Cachita por que su color amarillo recuerda el manto dorado que lleva su imagen.

Desde la avenida Galiano, unas vallas metálicas y varios policías controlaban el paso hacia el templo habanero donde cada 8 de septiembre asisten miles de personas para rendir tributo a "la madre de todos los cubanos". Este año la fecha ha coincidido con una profunda crisis económica, que ha recortado las ofrendas que se dejan en el altar a la entrada de la iglesia.

"Compré solo una vela y se me derritió prácticamente en la mano, porque parece que mezclaron la cera con sebo. Me costó 50 pesos, pero al menos pude traer algo, porque el ramo más pequeño de girasoles costaba 300", lamentaba una joven que, vestida con ropa amarilla, se acercó al lugar esta mañana. "Voy a almorzar y regreso por la tarde para la procesión", se despidió de sus amigos un rato después.

A las cuatro de la tarde, en un templo abarrotado, se ofició una misa presidida por el cardenal Juan de la Caridad García, arzobispo de San Cristóbal de La Habana, junto al recién nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis capitalina, Eloy Domínguez. A ella asistió el embajador de España en Cuba, Ángel Martín Peccis.

El prelado advirtió que la Iglesia es la casa "de todos los cubanos, la casa de la madre de Dios, en esta casa todos cabemos". Y añadió que Cachita "quiere paz y concordia para todos los cubanos". "Con Dios todo y sin Dios nada", sentenció el arzobispo durante su sermón.

Pasadas las cinco de la tarde la imagen de la Virgen asomó por la puerta de la iglesia y fue recibida con aplausos, lágrimas y cientos de brazos alzados que intentaban captar el momento con sus teléfonos móviles. Sobre la fachada del templo, una enorme bandera cubana se batía con la suave brisa de este jueves. En la multitud alternaban las personas vestidas con ropa amarilla y blanca, algunas con mascarilla y otras a rostro descubierto.

El cortejo recorrió inicialmente la calle Manrique hasta llegar a Zanja y dobló después por Galiano para incorporarse a la señorial Reina, donde los vecinos se asomaron a las azoteas y los balcones para seguir la procesión. Algunos pétalos de flores cayeron también desde las alturas al paso de la Virgen, aunque en un volumen menor que en años anteriores, menos difíciles para el bolsillo de los cubanos.

Aplausos, vivas a la Virgen y tonadas como "Y si vas al Cobre, quiero que me traigas una Virgencita de la Caridad", se escucharon durante el periplo por una de las zonas más pobres y pobladas de la capital cubana. Megáfono en mano, en la calle Zanja, el Cardenal pidió orar a Cachita por "los que han muerto por el covid, en el accidente del hotel Saratoga y en el incendio de Matanzas". La multitud recibió la frase con silencio y luego estalló en gritos y aplausos cuando Juan de la Caridad García agregó a "los que han muerto transitando selvas, ríos y mares, en busca de otros horizontes".

"No veía esta calle tan llena de gente y con tanta emoción desde el 11 de julio", comentó un joven que aseguró haber participado en las protestas de aquella jornada del año pasado. Las cercanías del Capitolio de La Habana, especialmente las calles Galiano, Zanja y Reina fueron varias de las vías más transitadas por los manifestantes que se congregaron luego en los alrededores del edificio del Parlamento cubano.

El paso de la multitud estuvo custodiado por un fuerte operativo policial y la evidente presencia de agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil. La primera procesión tras las suspensiones de actividades públicas a las que obligó la pandemia también ha estado marcada por el nerviosismo oficial después de las protestas populares del 11 de julio del año pasado y las manifestaciones de este verano en varias localidades de la Isla.

Entre los temores del Gobierno ha estado que la procesión fuera el escenario de algún reclamo por la liberación de los presos políticos en la Isla, como en el pasado han hecho organizaciones independientes y familiares de los condenados.

Los altos precios también afectaron a los devotos de la ciudad de Sancti Spíritus que debieron pagar las rosas y las velas a 20 pesos cada una para ofrendar en la iglesia de la Caridad de esa ciudad. En el templo se congregaron cientos de personas y otras tantas se sumaron a la procesión que comenzó tras la misa. La congestión de la red de datos móviles frustró a muchos que quisieron transmitir el momento en vivo a través de las redes sociales.

En otras parroquias del país se realizaron procesiones similares, especialmente la que partió este miércoles del Santuario del Cobre en Santiago de Cuba, donde participaron decenas de personas para celebrar el aniversario 410 del hallazgo de la imagen de la Virgen. Este jueves también se realizó una procesión en la capital santiaguera desde la sede del Arzobispado hasta la catedral.

Por lo demás, la jornada ha estado influida desde el comienzo por los llamados a la concordia y los deseos de libertad para Cuba. La superiora de las Hijas de la Caridad en Cuba, Nadieska Almeida, publicó un texto en Facebook en el que cuestionaba qué iba a pasar en la Isla tras la jornada de recordatorio a la Virgen de la Caridad del Cobre. "Cuando todo acabe, ¿qué quedará?", indagaba.

La religiosa describió la actual situación del país con duras palabras: "No veo nada más que la misma miseria, la misma represión, la misma tristeza en los rostros de tantos, llantos como el de la familia de la pequeña que murió en Guantánamo por un desastre de escuela, o el de los familiares de los que están muriendo por falta de medicamentos, especialmente por dengue... y tantos más".

Almeida resumió su pedido a Cachita de manera directa y aludiendo también a las autoridades eclesiales en la Isla: "Da sabiduría a los gobernantes y valentía a la Iglesia para que no deje de proclamar lo que le es propio. Y seguirá quedando el deseo profundo de una Cuba libre, esperanzada y esperanzadora, y seguiremos creyendo que será posible y, ¿por qué no?".

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