Un santuario para los migrantes cubanos en su camino a Estados Unidos

El director de Cáritas Panamá, el diácono Berrío, habla a los cubanos. (Cortesía)
El director de Cáritas Panamá, el diácono Berrío, habla a los cubanos. (Cortesía)
Mario J. Pentón

05 de enero 2017 - 10:27

Miami/Decenas de cubanos se refugian cada semana en el albergue habilitado por la pastoral social de Cáritas en Panamá para continuar su camino hacia Estados Unidos. Aunque no hay creados cuellos de botella en Centroamérica y el flujo de migrantes se mantiene constante y alejado de las cámaras, la situación está lejos de solucionarse y probablemente empeorará, explica Víctor Luis Berrío, diácono permanente encargado de la Institución.

"En la noche de fin de año teníamos unos 140 migrantes. Cada día llegan 20 o 30, pero como vienen se van", explica el religioso.

Según estadísticas facilitadas a 14ymedio por el Servicio Nacional de Migración, en Panamá, durante todo el año 2016, más de 750 extranjeros fueron retornados a sus países de origen. De ellos, sólo 5 eran cubanos. La mayoría de los que llegan a Panamá lo hacen desde Colombia, que es usada como trampolín por quienes viajan sin visado desde Cuba hacia Guyana y las Antillas Menores.

Durante todo el año 2016, más de 750 extranjeros fueron retornados a sus países de origen

"Están pasando bien las fronteras", explica Berrío, por lo que le han contado los migrantes que se mantienen en comunicación con su institución.

"Algunos pasan meses aquí. En agradecimiento, luego nos escriben para contarnos cómo les va en Estados Unidos una vez que llegan a su destino", agrega.

Yuniel Ramos es un cubano de 31 años procedente de Alamar, en el este de La Habana. Lleva cinco días en el albergue y, aunque ha intentado en dos ocasiones atravesar Costa Rica para continuar su viaje a Estados Unidos, ha sido capturado por los agentes del orden, que lo devuelven a la frontera panameña.

"En este lugar nos dan comida, aseo y nos acogen hasta que podemos continuar el viaje", explica Ramos, que supo de la existencia del albergue de Cáritas a través de los mensajes de otros migrantes en Facebook.

"La verdad es que no nos podemos quejar porque la policía nos ha tratado muy bien en Panamá y Costa Rica. Hasta alimentos nos brindaron cuando cruzamos la selva desde Colombia. Las comunidades indígenas nos ayudaron a cruzar el Tapón de Darién, pero hay que pagarles", explica el migrante.

"Uno viene sulfatado (cansado) de la selva y la travesía. Este lugar es una gran ayuda. Muchos llevan meses esperando un milagro de Dios para poder seguir su camino, porque no tienen dinero", asegura.

Ramos espera que sus familiares en Estados Unidos puedan enviarle dinero para continuar su viaje.

"Quieren evitar que la gente se vaya con los coyotes, pero los obligan a eso al impedirles el paso. Solo esperamos un milagro que nos permita seguir el camino hacia Estados Unidos", dice.

El albergue de Cáritas surgió como una iniciativa para paliar la crisis humanitaria desatada por la presencia de miles de cubanos varados en Panamá tras el cierre de la frontera nicaragüense a finales de 2015.

"Tuvimos que habilitar dormitorios donde antes teníamos oficinas. Lo importante es que las personas tengan donde pernoctar seguras y un plato de comida que llevarse a la boca", dice el diácono Berrío.

"Tras los puentes aéreos han seguido llegando los cubanos. Desde agosto hemos hospedado a más de 1.500, lo cual evidentemente requiere un gasto considerable"

Dos grandes grupos de cubanos fueron trasladados gracias a un puente aéreo que el Gobierno de Panamá pactó con México. En total unos 5.000 cubanos fueron evacuados. Pero el problema no terminó.

"Tras los puentes aéreos han seguido llegando los cubanos. Desde agosto hemos hospedado a más de 1.500, lo cual evidentemente requiere un gasto considerable", explica.

Gracias a la solidaridad de organizaciones en Estados Unidos, de instituciones panameñas y de cubanos residentes en ese país han logrado mantener el auxilio a los migrantes, valorado en más de 120.000 dólares.

El diácono afirma que no ha tenido comunicación con la Iglesia cubana durante la crisis.

"Hemos visto nacer a cinco cubano-panameños en este albergue. No existe otra institución como esta en Panamá", dice con orgullo.

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