Cuando sonreír y masticar cuestan 20.000 pesos

Guantánamo

La grave crisis de materiales en las clínicas estomatológicas de Guantánamo obliga a los pacientes a recurrir al mercado informal para obtener una prótesis dental

Una mujer de 68 años que vive en el reparto Caribe resume la situación en una frase: "Todo es a base de regalitos".
Una mujer de 68 años que vive en el reparto Caribe resume la situación en una frase: "Todo es a base de regalitos". / Infomed
Dayamí Rojas

07 de diciembre 2025 - 13:31

Guantánamo/La mañana avanza en Guantánamo. Muchos de sus residentes cargan no solo con la inquietud ante la falta de alimentos y la carestía del transporte, sino también con problemas para masticar. En una provincia donde gran parte de la población envejece sin acceso real a un servicio estomatológico funcional, la confección de prótesis dentales se ha convertido en un problema que parece no tener solución ni en el sector estatal ni en el privado.

Mercedes, una mujer de 68 años que vive en el reparto Caribe, resume la situación en una frase: "Todo es a base de regalitos". Desde hace casi un año intenta que en su policlínico le confeccionen una prótesis dental superior, pero lo único que ha recibido de vuelta son excusas. "Cada vez que voy, me dicen que no hay materia prima. Que si falta el acrílico, que si el yeso especial no llegó, que si no tienen alambre. Pero en ese mismo lugar vienen y me dicen bajito que, si pago, pueden hacérmela", explica.

Ese "si pago" no es una cifra simbólica. En Guantánamo, como en el resto del país, la mayoría de los dentistas estatales realizan trabajos por la izquierda usando insumos sustraídos de las clínicas oficiales. Confeccionar una prótesis de arriba o de abajo puede costar entre 10.000 y 12.000 pesos, dependiendo del diseño. Una prótesis completa supera con facilidad los 20.000 pesos, en una Isla donde el salario promedio ronda los 6.500 pesos mensuales. "Mi chequera no da para eso. ¿Qué voy a hacer? ¿Andar sin dientes?", lamenta Mercedes.

En las clínicas estatales la situación es desalentadora. Técnicos que prefieren no dar su nombre aseguran que hace meses no reciben materiales básicos. "No hay acrílico, no hay dientes artificiales, no hay metal para estructuras parciales, no hay nada", confiesa uno de ellos. "Si alguien viene con una prótesis partida, tenemos que decirle que vuelva en unas semanas. Pero esas semanas se vuelven meses. Y al final la gente se cansa y paga por fuera".

En vez de soluciones, se repiten frases como "no hay materiales", "hay que esperar" o "vuelva el mes próximo"

La situación no es nueva, pero sí se ha agravado. En septiembre de 2022, la prensa local anunció con entusiasmo la reanudación de los servicios estomatológicos en la ciudad, tras meses de paralización debido a la pandemia y la escasez de recursos. Entre los servicios reiniciados estaba la confección de prótesis, aunque ya en aquel momento aclaraban que solo atenderían los casos acumulados, tanto para reparación como para concluir tratamientos pendientes.  

Tres años después, esas restricciones se han convertido en una especie de norma silenciosa: la lista de espera no avanza, los casos acumulados se multiplican y las clínicas se han transformado en puntos de orientación donde, en vez de soluciones, se repiten frases como "no hay materiales", "hay que esperar" o "vuelva el mes próximo".

Cuando sonreír y masticar cuestan 20.000 pesos en Cuba

No solo los ancianos se ven afectados. Jeancarlos de 25 años sufrió un accidente mientras conducía su moto. "Perdí todos los dientes delanteros", cuenta a 14ymedio. Desde hace tres años vive un calvario para "hacer cosas tan básicas como comer y reír", resume. Por la vía oficial nunca logró ni siquiera tomarse las medidas para su prótesis parcial. "Todo lo tuve que hacer en el mercado negro".

Una joven recién graduada lo atendió en la cocina de su casa. "Me hizo todo el proceso ahí mismo, al lado del fregadero y con su familia entrando a buscar agua en el refrigerador o a fregar un plato". Parte de los materiales que la especialista usó para confeccionar la pieza eran sacados del policlínico donde trabaja y el resto traídos del extranjero por un familiar.

"No tiene una óptima calidad pero al menos algo es mejor que nada", asegura Jeancarlos. Su sueño: "completar el dinero para viajar a México o a Panamá y hacerme una prótesis nueva, más funcional y no tan rígida como esta que a cada rato me produce llagas en la encía". Hasta ese momento, evita lanzar carcajadas y mantiene una estricta prohibición sobre “los chicharrones de puerco y los turrones duros de Navidad”.

"Aquí todo el mundo conoce a alguien que hace prótesis en su casa"

Mientras el sistema estatal agoniza, el mercado informal y semiprivado florece. Y para los guantanameros con familiares en el exterior, otra opción aparece: los combos para prótesis dentales enviados desde el extranjero. Por 85 dólares, uno de los sitios más usados para envíos a Cuba ofrece un "kit de prótesis dental parcial removible superior e inferior" que incluye los mismos materiales que faltan en las clínicas estatales: dientes artificiales, acrílico, resinas de ajuste y herramientas para moldear y adaptar piezas.

Aunque oficialmente estos kits no deberían ser usados por manos inexpertas, en la práctica acaban en pequeños talleres clandestinos o en casas donde técnicos desempleados han reiniciado su oficio al margen del control estatal. "Aquí todo el mundo conoce a alguien que hace prótesis en su casa", asegura un vecino del centro de la ciudad, que prefiere no dar su nombre. "Lo triste es que muchos de esos materiales son los que deberían estar en las clínicas estatales".

Las consecuencias de esta crisis son palpables. Los adultos mayores, principales usuarios de estos servicios, ven deteriorada su calidad de vida. Los problemas digestivos aumentan, la autoestima se afecta y la comunicación cotidiana se vuelve difícil. "Yo casi no salgo a la calle porque me da pena hablar", confiesa Mercedes. "Sin dientes uno se siente menos".

Por su parte, los estomatólogos del sector estatal, atrapados entre la falta de insumos y los bajos salarios, continúan emigrando hacia otros oficios o hacia otros países. "Los mejores técnicos se fueron hace rato", comenta un médico general en la clínica Julio Antonio Mella de la ciudad. "Y los que quedan trabajan con las uñas".

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