Los taxistas cubanos pasan por un mal momento

La caída del turismo y la Tarea Ordenamiento hacen caer en picado el buen nivel de vida de estos trabajadores

Los Lada recuperan el terreno perdido en las calles cubanas. (14ym)
La mayoría de los taxistas trabaja más de 14 horas diarias, evita hacer uso de sus vacaciones y se pone tras el timón aunque esté enfermo. (14ymedio)
Claudia Collazo

25 de enero 2021 - 13:04

La Habana/Desde que el auto amarillo doblaba la esquina los vecinos sabían que dentro iba "un hombre con dinero". Pero en el último año, el taxista del barrio solo acumula deudas. Los pagos de arrendar el carro al Estado, la caída del turismo y la unificación monetaria le han dado el puntillazo a la que fuera una ocupación que garantizaba un buen nivel de vida.

"Cuando salgo, le digo a mi mujer que no le abra la puerta a nadie porque debo miles de pesos y, si es un vendedor, tampoco tenemos para comprar", comenta a 14ymedio Darío, una habanero de 39 años que alterna con una compañera de trabajo la conducción de un moderno Peugeot vinculado a la empresa estatal Taxis Cuba.

Hasta hace dos años, Darío y su familia pasaban vacaciones en hoteles de Varadero, rehicieron el baño y la cocina con materiales de primera calidad, compraron un pequeño apartamento para la suegra y hasta se permitieron un viaje a Rusia para conocer Moscú. De todo aquello, el hombre se acuerda hoy como si fueran historias de otra persona.

"Ya no quiero hacer este trabajo pero como está la cosa no hay manera de buscar otra forma de ganarse la vida"

"Ahora todo eso es imposible", lamenta. "Ya no quiero hacer este trabajo pero como está la cosa no hay manera de buscar otra forma de ganarse la vida". Desde aquellas vacaciones en el balneario más famoso de Cuba se han acumulado los problemas. Algunos nadie los pudo prever, como la pandemia; pero otros ya se veían venir desde hace unos años.

Darío pertenece a un clan de taxistas. Su padre y su tío fueron de los primeros que se pusieron al timón de los Panataxis, un servicio que surgió con los Juegos Panamericanos de La Habana en 1991. Aquellos autos eran exclusivos para clientes extranjeros pero con la despenalización del dólar, dos años después, los nacionales también pudieron usarlos pagando en divisas.

Los primeros taxistas eran considerados miembros de una aristocracia y su posición económica resultaba envidiable. El acceso directo a los turistas, las propinas, los posibles regalos, los clientes que traían encargos al regresar a la Isla y mucha habilidad para escamotear vueltos y esconder convenientemente el taxímetro hacían que el dinero fluyera.

Con las reformas raulistas impulsadas a inicios de la década pasada, las autoridades dieron una sacudida al sector. De ser trabajadores estatales con salario fijo, pasaron a un régimen más autónomo. Actualmente deben pagar 625 pesos diarios a Taxis Cuba por el alquiler de los vehículos, sea temporada alta o baja de turistas; con buen clima o en medio de un huracán. Si no cumplen con el monto del arrendamiento les retiran el auto.

Los taxistas lograron entonces una conquista largamente soñada: poder llevarse el carro a casa; pero también sobre sus bolsillos recayó la responsabilidad de cualquier reparación, el fregado, el cambio de piezas o de arreglar un simple ponche. Eso, unido a que ya no reciben combustible subvencionado, les ha restado significativamente las otrora atractivas ganancias.

"Se proyectó, incluso, hasta la existencia de autos de reserva para que, cuando existiese algún desperfecto el taxista pudiera continuar trabajando"

Aunque la empresa debe mantener ciertas obligaciones con los conductores, en la práctica no ha sido así. "Se proyectó, incluso, hasta la existencia de autos de reserva para que, cuando existiese algún desperfecto el taxista pudiera continuar trabajando", recuerda Javier, un conductor que lamenta el deterioro de su vehículo de factura china para el cual apenas encuentra piezas.

Los reemplazos de partes se basan en su mayoría en el "canibalismo" de autos que han chocado o tienen algún fallo. "En el almacén de la empresa sólo se encuentra a duras penas aceite de motor y no es de la calidad requerida'', dice. "Incluso a muchos Geely se les ha fundido el motor por no usar el lubricante adecuado, sobre todo en la agencia 4 de La Habana", apunta.

En su nueva condición, la solución para que el dinero ganado no se fuera en pagos de arrendamiento y cuestiones técnicas, los taxistas empezaron a soñar con lograr un contrato con alguna empresa estatal que necesitara trasladar a sus empleados. Los más apetitosos eran aquellos que permitían cumplir con el horario acordado pero les dejaban libres varias horas para brindar servicio a otros clientes.

"Muchos choferes aguantaron la crisis del turismo, que empezó desde mediados del año pasado -comenta Alfredo, trabajador de una de las agencias de taxis-, gracias a los contratos que el Gobierno hizo para trasladar personal de Salud Pública y con las Tiendas para la distribución de compras virtuales. Pero ahora que empezó el reordenamiento la cosa se fastidió".

Cuando el taxista no disfruta de un contrato gana menos, pero puede ocultar parte de sus ingresos personales para pagar menos impuestos. Con la llegada del covid-19, los aeropuertos a media máquina y las medidas que restringen la movilidad, se ha vuelto imposible cumplir con la tarifa de arrendamiento sin un contrato con alguna entidad.

Antes de la desaparición del peso convertible, en el sector empresarial estatal se valoraba el CUC en paridad con el CUP y resultaba barato a estas entidades tener un taxi para trasladar a sus funcionarios y directivos

Lo peor estaba, sin embargo, por llegar. El Gobierno puso fin a "la fiesta de los contratos". Antes de la desaparición del peso convertible, en el sector empresarial estatal se valoraba el CUC en paridad con el CUP y resultaba barato a estas entidades tener un taxi para trasladar a sus funcionarios y directivos. Con la nueva tasa de cambio, el precio de ese servicio se multiplicó por 24 y ha pasado a ser un lujo que no pueden permitirse.

"El asunto es que como estos autos estaban principalmente dirigidos originalmente al servicio del turismo, sus precios ya eran altos", continúa diciendo Alfredo, "Ahora el dinero que ganamos rinde menos, y para rematar, con la baja del turismo, producto de la pandemia, se han agravado las consecuencias".

De los derechos laborales mejor ni hablar. La mayoría de los taxistas trabaja más de 14 horas diarias, evita hacer uso de sus vacaciones y se pone tras el timón aunque esté enfermo. Cualquier pausa puede llevar a que les retiren los autos. Pero, la dura situación actual ha obligado a muchos de ellos a entregarlos, incapacitados de poder seguir pagando el arrendamiento del vehículo.

En sus barrios, esos taxistas sin vehículos ya no reciben visitas de los vendedores informales que solían tocar a sus puertas con frecuencia para venderles todo tipo de productos. Se han terminado las abundantes comidas familiares en esas casas donde ya no aparece la silueta de un auto amarillo.

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