Los trabajadores cubanos de Sherritt en Canadá entregan hasta el 84% de sus salarios al régimen

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Unos 40 de esos "esclavos modernos" han obtenido el asilo político después de desertar, según un informe de Archivo Cuba

El régimen cubano ha replicado en suelo canadiense el mismo sistema de explotación laboral que aplica en sus misiones médicas y educativas alrededor del mundo.
El régimen cubano ha replicado en suelo canadiense el mismo sistema de explotación laboral que aplica en sus misiones médicas y educativas. / Ahora
14ymedio

25 de agosto 2025 - 13:01

La Habana/Un informe de la organización Archivo Cuba expone lo que califica como un esquema de trata de personas llevado a cabo por el Gobierno cubano en Canadá. Según el documento, los trabajadores enviados a la refinería de Sherritt International en Fort Saskatchewan (provincia de Alberta) reciben salarios de nivel canadiense pero se ven obligados a entregar hasta el 84% de sus ingresos a la cuenta de una empresa estatal de la Isla.

La investigación, basada en testimonios y documentos confidenciales, apunta a que el régimen cubano ha replicado en suelo canadiense el mismo sistema de explotación laboral que aplica en sus misiones médicas y educativas alrededor del mundo. Aunque Archivo Cuba no pudo verificar de forma independiente todos los datos, los elementos presentados ofrecen un cuadro consistente de coerción y control.

Unos seis cubanos son enviados cada año a laborar en la refinería de Alberta, en Canadá

El origen de este entramado se remonta a 1994, cuando Sherritt International y la estatal CubaNiquel crearon una empresa mixta con tres filiales: Moa Nickel S.A. en Cuba, Corefco en Canadá y la International Cobalt Company Inc. en Bahamas. Desde entonces, unos seis cubanos –un director, un técnico y varios especialistas en finanzas y comercialización– son enviados cada año a laborar en la refinería de Alberta.

La selección de esos trabajadores no se deja al azar. Todos son examinados minuciosamente en Cuba y, en su mayoría, son militantes del Partido Comunista. La fidelidad política es requisito indispensable para acceder a lo que muchos ven como la oportunidad de vivir en Canadá con vivienda, atención médica y hasta un automóvil, privilegios impensables en la Isla.

En el papel, los contratos garantizan salarios y beneficios similares a los de cualquier trabajador canadiense. Pero la letra pequeña revela una realidad distinta. Un especialista podía devengar en 2016 unos 95.450 dólares canadienses brutos (69.000 dólares de EE UU), que tras impuestos y descuentos quedaban en 45.122 netos. De esa cifra, el trabajador debía transferir a Cuba más de 37.000 dólares al año (26.700 dólares de EE UU), quedándose apenas con 600 mensuales si no viajaba con su familia.

Archivo Cuba obtuvo comprobantes que muestran depósitos por decenas de miles de dólares

Las transferencias obligatorias se efectuaban a través del Banco Financiero Internacional (BFI), controlado por el conglomerado militar Gaesa. Archivo Cuba obtuvo comprobantes que muestran depósitos por decenas de miles de dólares. En abril de 2016, por ejemplo, Delvia Acosta Arostica, entonces directora cubana en la refinería, transfirió 18.919 dólares canadienses de una sola vez a la cuenta de CubaNiquel en la sucursal del BFI en Holguín.

El monto total enviado por los seis trabajadores en Alberta ese año se calcula en casi medio millón de dólares canadienses, sin contar otras cuotas que la empresa pagaba directamente al Gobierno cubano bajo el concepto de “tarifa de ingresos”, que era de 2.750 dólares estadounidenses anuales para un especialista.

Más allá del aspecto económico, los trabajadores vivían bajo un régimen de control estricto. A su llegada a Canadá, se les advertía verbalmente de que debían seguir las reglas de los “internacionalistas”. No podían relacionarse con locales, viajar fuera de Fort Saskatchewan sin permiso ni salir solos a la calle. Incluso para hacer compras en Edmonton, a solo media hora, necesitaban autorización.

Algunos diplomáticos de Ottawa habrían indagado sobre el asunto, pero los cubanos lo niegan para no perder su puesto

Las reuniones políticas eran frecuentes y se comentaba que algunos de los expatriados eran informantes de la Seguridad del Estado, aunque realizadas en secreto para no alertar a los canadienses.

El esquema ha funcionado así durante tres décadas. Los trabajadores canadienses, según el informe, “se hacen de la vista gorda”, conscientes de que sus colegas cubanos entregan la mayor parte de su salario al régimen. Algunos diplomáticos de Ottawa habrían indagado sobre el asunto, pero los cubanos lo niegan para no perder su puesto.

El atractivo de residir en Canadá ha llevado a muchos a desertar. Unas 40 personas, incluyendo familiares, se han establecido en Edmonton y sus alrededores después de abandonar la misión, ya sea antes de cumplir los tres años de contrato o al finalizarlo.

Unas 40 personas, incluyendo familiares, se han establecido en Edmonton y sus alrededores después de abandonar la misión

Los que deciden quedarse saben que enfrentarán al menos ocho años sin poder regresar a Cuba, una sanción prevista en la Ley de Migración y reforzada por el Código Penal, que castiga con prisión el abandono de misiones en el extranjero. El Gobierno canadiense les ha concedido asilo a todos, tras comprobar, en varios casos, las transferencias forzadas y escuchar sus testimonios de coerción.

El informe subraya que Canadá firmó y ratificó el Protocolo de Palermo contra la Trata de Personas, por lo que está obligado a investigar y sancionar estas prácticas en su territorio. Archivo Cuba recomienda auditar los casos de asilo, entrevistar a ex trabajadores bajo protección y exigir a Sherritt International responsabilidades por complicidad.

También propone investigar a bancos canadienses que procesaron las transferencias hacia cuentas estatales cubanas, pues podrían haber facilitado la confiscación de salarios de ciudadanos extranjeros.

“Esclavos modernos” en pleno Canadá

Archivo Cuba concluye que lo que ocurre en Alberta constituye un caso de trata de personas bajo el derecho internacional, independientemente de que los trabajadores aceptaran participar. El Protocolo de Palermo aclara que el consentimiento de la víctima carece de validez cuando median coacción, abuso de poder o manipulación de la vulnerabilidad.

En este caso, se trata de profesionales seleccionados por su obediencia ideológica, enviados al extranjero bajo promesas de prosperidad y sometidos a un sistema que los vigila, restringe y les arrebata la mayor parte de sus ingresos. “Esclavos modernos” en pleno Canadá, resume el informe.

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