Los trabajadores de Varadero se quedan sin guaguas mientras las de Transtur están vacías por falta de turistas
Turismo
Se ha reducido un 68% la cuota de combustible y solo circulan 66 de los 145 vehículos que hacían las rutas desde Matanzas y Cárdenas
Matanzas/Trabajar en Varadero ya no es un privilegio para los miles de empleados del mayor polo turístico de Cuba. Desde hace meses, llegar cada día a los hoteles se ha convertido en una verdadera pesadilla. La crisis del combustible y la falta de neumáticos, baterías y piezas de repuesto han reducido a menos de la mitad las guaguas de Transmetro que conectaban Matanzas y Cárdenas con la Península. La alternativa sugerida por algunos –utilizar los vehículos de Transtur, desocupados ante la caída del turismo internacional– fue descartada de un plumazo: esos ómnibus “solo están autorizados a transportar turistas”. Aunque hoy, irónicamente, muchos permanezcan parqueados sin utilidad alguna.
Ese choque entre necesidad y burocracia atraviesa toda la crisis. “¿Son tiempos para tales burocratismos?”, se pregunta el periódico oficialista Girón, ante un absurdo que ya se ha vuelto cotidiano para los trabajadores.
El diario cuenta la magnitud del caos en un extenso reportaje publicado esta semana. En él se describe la rutina de un veterano empleado del sector –a quien presentan como Wicho– que debe salir de su casa antes del amanecer y confiar en una cadena azarosa de transportes para llegar al hotel donde trabaja.
Wicho lleva 36 años en el turismo, vive a unos 50 kilómetros de su centro laboral y cada jornada se levanta a las 4:30 de la madrugada. Antes, si fallaba la guagua podía alquilar un carro. Hoy eso es impensable. La crisis actual lo encareció todo y su salario no alcanza para improvisaciones.
La Empresa Provincial de Transporte reconoce que trabaja con apenas el 32% del combustible que tenía asignado antes de la crisis del combustible
El turno de regreso de las 3:30 de la tarde, tradicional para cientos de empleados, fue eliminado. Ahora solo queda esperar hasta las 5:30, con la incertidumbre constante de si el ómnibus aparecerá o no. A veces, la noticia de que “no habrá transporte” llega cuando la gente ya está en la parada, dejando a una ola de trabajadores lanzados a la carretera, tratando de “resolver” con lo que pase, desde motos hasta carros particulares.
La Empresa Provincial de Transporte reconoce que trabaja con apenas el 32% del combustible que tenía asignado antes de la crisis del combustible. Eso deja a la transportación de pasajeros –incluidos los miles de empleados turísticos– en una situación de crónica inestabilidad. El director de la entidad, Roberto Bernal Villena, admite que tomar decisiones se ha vuelto un ejercicio de supervivencia: “El combustible es finito, y cuando se acaba, se acaba”.
Transmetro, responsable de las rutas laborales, confirma que años atrás la transportación hacia Varadero recibía 8.500 litros diarios desde Matanzas y 6.500 desde Cárdenas. Hoy esa cifra ha caído en ocasiones a menos de la mitad. La disponibilidad técnica también se ha desplomado, con solo 66 vehículos activos de los 145 necesarios. Mañana serán menos. Neumáticos, baterías, lubricantes, piezas básicas: todo falta.
Esta merma obliga a un reacomodo improvisado que genera más caos que soluciones. Cuando un ómnibus cumple su ruta, regresa para recoger a quienes quedaron varados en la parada. Es la llamada “segunda posición”, una suerte de salvavidas que llega tarde y deja un impacto directo en los bolsillos, porque quien arriba al hotel con horas de retraso pierde parte del salario del día. En sentido inverso, quien trabaja horas extras porque su relevo no llegó tampoco recibe remuneración adicional.
“Los trabajadores se ven cansados, sonríen poco, y el cliente se da cuenta”, lamenta la secretaria provincial del sindicato de Hotelería y Turismo, Marta Yarisleydis Torriente.
A pesar de la evidencia, no faltan voces oficiales que intentan maquillar la gravedad del asunto. El director de Transmetro en Matanzas, Raidel Paumier, asegura que “no existe una inestabilidad”, solo “algunos atrasos”. Y añade: “Nosotros no hemos dejado de transportar a nadie”.
Pero los trabajadores cuentan otra historia. Prefieren salir por su cuenta antes que esperar una segunda transportación que puede tardar horas y significar descuentos salariales. En la práctica, la empresa no logra cubrir los horarios previstos ni suplir las guaguas rotas. La información sobre las afectaciones tampoco llega a tiempo a los empleados; se queda en los escritorios de directivos del Ministerio del Turismo y empresas como Gaviota.
Además del déficit técnico, crece la irritación por la conducta de algunos choferes. Abundan los casos en que los conductores pasan de largo por paradas donde deberían recoger personal. “Eso no me toca”, responden, pese a que las rutas han sido unificadas temporalmente precisamente por la falta de ómnibus. En ocasiones, la negativa viene acompañada de malos tratos, un síntoma más del desgaste general del sistema.
“¿De qué sirve defender un reglamento cuando no hay turistas que transportar?”
Las medidas tomadas por Transmetro, lejos de mejorar la situación, han creado nuevos cuellos de botella. Al unificar turnos, las guaguas se llenan más, los tiempos de espera se alargan y cada hora se vuelve una moneda al aire.
En este escenario, el sindicato provincial de Hotelería y Turismo elevó varias propuestas. La principal: contratar a Transtur, empresa que mantiene un amplio parque de ómnibus en perfecto estado, pero vacíos, debido al desplome del turismo extranjero.
La respuesta fue negativa. El objeto social de Transtur –recordaron los directivos– es transportar turistas, no trabajadores. La realidad, sin embargo, es que la mayoría de esos vehículos pasan el día estacionados, sin un solo pasajero. En palabras de muchos: “¿De qué sirve defender un reglamento cuando no hay turistas que transportar?”.
La contratación de transportistas privados fue otra opción sugerida, pero tampoco prosperó. Mientras tanto, los trabajadores continúan pagando por adelantado un servicio que no se cumple y para el cual no existe reembolso.
Pocas áreas generan más divisas para el país que el turismo. Sin embargo, el soporte básico que permite su funcionamiento –la movilidad de los empleados– está hoy al borde del colapso. En hoteles donde la sonrisa es parte del servicio, el agotamiento pesa más que cualquier protocolo. No hay plan operativo que resista jornadas de 24 horas porque el relevo quedó tirado en la carretera.