Tres libras de carbón para sobrevivir al apagón en Holguín

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El fogón se mantiene encendido en muchas casas gracias a las pequeñas jabas que sustituyen a los sacos, con precios inasequibles

Bolsas de carbón listas para cambiar de manos por 250 pesos cada una.
Bolsas de carbón listas para cambiar de manos por 250 pesos cada una. / 14ymedio
Miguel García

06 de diciembre 2025 - 10:32

Holguín/En una calle cualquiera de Holguín, donde la sombra de los árboles es un alivio escaso, un pequeño mostrador improvisado sostiene el nuevo termómetro de la crisis energética cubana: varias jabas de carbón vegetal alineadas como si fueran panes del día. No hay sacos voluminosos ni montones negros que llenen el aire de polvo; solo bolsas rellenadas "a ojo", listas para cambiar de manos por 250 pesos cada una. Cerca, una moto eléctrica aparcada parece recordar lo que fueron tiempos de mayor esperanza: días en que la corriente duraba más que una carga completa.

En Holguín, donde actualmente muchos barrios apenas rozan las seis horas de electricidad diaria, el carbón se ha vuelto más que un recurso: es una rutina, una urgencia y, para algunos, el único modo de mantener encendida la cocina. La gente depende de esas breves porciones del único combustible que tienen a su alcance.

"La gente las compra porque para pagar un saco ya se necesita otro nivel de recursos. Esto, al menos, resuelve para cocinar lo de hoy"

"No pesan las jabas ni nada, las llenan hasta donde quepa y así mismo las venden", explica Caridad, holguinera de 71 años. La mujer habla sin sorpresa, como quien ya ha normalizado una economía en la que cada producto puede disparar su precio en cualquier momento. "La gente las compra porque para pagar un saco ya se necesita otro nivel de recursos. Esto, al menos, resuelve para cocinar lo de hoy".

Los sacos grandes, que antes eran la referencia tradicional para quien cocinaba con fogón de carbón, ya rebasan los 1.700 pesos, un lujo imposible para la mayoría de los hogares holguineros. Las jabas, por su parte, contienen apenas tres o cuatro libras, lo justo para el almuerzo o la comida de un día. Un uso mínimo para una necesidad diaria.

"Si hoy no compras, mañana quién sabe", dice Caridad mientras lleva entre las manos una de las jabas. En su voz hay una resignación práctica, sin dramatismos, como si el carbón en bolsa fuera otra de las adaptaciones naturales que el cubano no se permite cuestionar demasiado. La mujer regresa a su casa con la valiosa carga, que le permitirá, al menos por unas horas, que la cocina no se apague del todo.

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